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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/09/2025 04:32
Reinas legendarias tienen voz en un libro de no ficción de la escritora catalana María Reig Nueve reinas históricas inspiraron el primer libro de no ficción de la barcelonesa María Reig, cuyo apellido hace honor a su obra recientemente publicada por LunWerg Ediciones: “Eternas, Historias de grandes reinas de todos los tiempos”. La obra trata sobre la vida de mujeres poderosas que cambiaron el mundo: Cleopatra, Julia Domna, Teodora, Leonor de Aquitania, Isabel La Católica, Cristina de Suecia, Catalina La Grande, María Antonieta y Sisi. Con el respaldo de una sólida documentación y trabajos historiográficos recientes, la autora decidió ponerles voz propia al escribirlas en primera persona, para acercar a los lectores con mayor fuerza a su perspectiva y época. También, se propuso ofrecer un enfoque alejado de los estereotipos o idealizaciones, y que muestre sus complejidades como mujeres “llenas de luces y sombras, aciertos y tropiezos”. Con ilustraciones de Elisa Ancori, cada capítulo comienza con un instante clave en la vida de cada soberana. La portada de "Eternas, Historias de Grandes reinas de todos los tiempos", con la ilustración de Elisa Ancori “Eternas” se plantea como un homenaje a mujeres que, a pesar de estar condicionadas por su tiempo y ser juzgadas bajo parámetros masculinos, lograron dejar huella en la historia. El propósito del libro es ofrecer al lector una visión humana de ellas, combinando el relato histórico con fragmentos de ficción. A continuación, una pequeña biografía de cada una de estas mujeres, en base a la información recabada y provista por la editorial. Cleopatra (60-30 a.C.) Retrato de Cleopatra VII, la última reina del Antiguo Egipto de la dinastía ptolemaica Cleopatra nació en el año 69 a. C., en el seno de la familia real egipcia. Era hija de Ptolomeo XII Auletes, quien llevaba una década gobernando Egipto. Aunque la identidad de su madre permanece desconocida, las fuentes consideran probable que no fuera la esposa legítima del rey, sino una mujer egipcia de origen incierto. Sobre los primeros años de Cleopatra, apenas se disponen de datos, pero se deduce que recibió una formación exhaustiva en ámbitos como la filosofía, la retórica, la oratoria y la medicina. Además de hablar griego, se sabe que dominaba el egipcio, el etíope, el troglodita, el arameo y otras lenguas. También habría adquirido conocimientos sobre la historia familiar, la política de Roma, el mundo griego y la realidad egipcia, así como destrezas en caza, equitación y el arte de capitanear embarcaciones. Para entonces, el antiguo Egipto faraónico era ya un recuerdo distante: Cleopatra pertenecía a la dinastía ptolemaica, de origen macedonio, fundada por Ptolomeo, uno de los generales de Alejandro Magno. La muerte de Ptolomeo XII, en el año 51 a. C., colocó en el trono a Cleopatra y a su hermano Ptolomeo XIII. Las desavenencias internas en la familia real desencadenaron el interés y la intervención de Roma en sus asuntos. En ese contexto, Cleopatra conoció a Julio César, quien al tomar partido en la disputa permitió que ella recuperara el poder y fuera reconocida como reina. No existen detalles fidedignos sobre el primer encuentro entre ambos, aunque la tradición sostiene que César quedó fascinado por Cleopatra, una joven de veinte años —mientras que él tenía cincuenta y dos—. El 23 de junio del 47 a. C., Cleopatra dio a luz a su primer hijo, Ptolomeo César —apodado Cesarión—, quien sería considerado por ella como descendiente de Julio César, aunque el romano nunca reconoció oficialmente la paternidad. En el 46 a. C., Cleopatra viajó a Roma junto a sus hermanos, y César ordenó erigir una estatua suya en el templo de Venus Genetrix mientras preparaba ambiciosos planes inspirados en la cultura egipcia. En los comienzos del año 44 a. C., la reina se encontraba en Roma cuando Julio César fue asesinado. Cleopatra trató de averiguar si su hijo había sido incluido en el testamento de César, pero no encontró mención alguna; fue Octavio quien finalmente heredó el poder. Poco después, Ptolomeo XIV murió —según se cree, envenenado—, y Cleopatra proclamó a Cesarión como Ptolomeo XV. En el 41 a. C., Marco Antonio llegó a Alejandría, permaneciendo allí hasta el 40. De su relación con Cleopatra nacieron gemelos, Alejandro Helios y Cleopatra Selene, y más tarde un tercer hijo, Ptolomeo Filadelfo. En el año 34 a. C., durante las conocidas “Donaciones de Alejandría”, Cleopatra fue proclamada “reina de reyes”, fortaleciendo así su posición como figura política y dinástica. Octavio aprovechó este hecho para presentarla ante Roma como una amenaza oriental, acuñando expresiones como «Regina meretrix» (Reina prostituta) o «Male Nostrum» (Nuestro mal) para desprestigiarla públicamente. La caída de Cleopatra se precipitó en el año 31 a. C., cuando Octavio logró la victoria en la batalla de Accio. La propaganda enalteció esta victoria como el triunfo de Roma sobre la barbarie oriental. Tras tomar Egipto sin resistencia, Octavio se dirigió a Alejandría. La reina, viéndose en una situación desesperada, se refugió en su tumba. Una noticia falsa sobre su muerte llevó a Marco Antonio a suicidarse. Capturada por las tropas de Octavio, Cleopatra supo que sería exhibida en Roma como trofeo. Entonces, visitó la tumba de Antonio, se bañó, comió y posteriormente se quitó la vida. Los detalles de su muerte, sin embargo, continúan siendo uno de los grandes enigmas de la historia. Julia Domna (170/174 - 27 d.C) Escultura de Julia Domna A finales del siglo II d. C., Julia Domna nació en Emesa —actual Homs, en Siria—, entre los años 170 y 174. Era hija de Julio Bassiano, sumo sacerdote del templo de Elah-Gabal, donde se rendía culto a una piedra negra sagrada. Aunque las fuentes no detallan su infancia, los historiadores deducen que debió recibir una sólida formación debido a su posición familiar. En su juventud, conoció a Septimio Severo, quien desempeñaba funciones importantes en Siria como legado de la IV Legión Escítica. Tras enviudar, Septimio Severo contrajo matrimonio con Domna. Después, el matrimonio se trasladó a Lugdunum (actual Lyon, Francia), donde nació su primer hijo: Septimio Bassiano, que años más tarde sería conocido como Caracalla. Cuando Domna dio a luz a su segundo hijo, Septimio Geta, la familia ya residía en Roma. El ascenso dentro del poder romano llegó cuando, en el año 193 d. C., Septimio Severo fue nombrado emperador. Desde ese momento, Julia Domna recibió el título honorífico de Augusta y acompañó a su esposo en campañas militares decisivas, como las luchas contra Pescenio Níger y Clodio Albino. Durante este tiempo, se le otorgaron títulos como Mater Castrorum (“Madre de los Campamentos”) y Mater Augusti et Caesaris (“Madre del Emperador y del César”), lo que consolidó su imagen dentro de la dinastía. Sin embargo, la influencia de Julia Domna se vio limitada durante los años en los que Plauciano, prefecto del pretorio, tuvo el favor de Septimio Severo. Domna desconfiaba de Plauciano y fue apartada del centro de poder, dedicándose entonces a actividades intelectuales. La situación cambió en el 204 d. C., cuando Caracalla, su hijo mayor, ordenó la muerte de Plauciano. El año 211 d. C. marcó un punto de inflexión: tras la muerte del emperador Septimio Severo, el poder quedó en manos de sus dos hijos, Caracalla y Geta. La relación entre ambos hermanos fue conflictiva y, en una reunión familiar, Caracalla asesinó a Geta en presencia de Julia Domna, quien, además, resultó herida. Pese a la tragedia, Julia Domna continuó en la corte junto a Caracalla, aunque su papel se redujo a acompañarlo, sin defender públicamente la memoria de su hijo fallecido. El declive definitivo se produjo en el año 217 d. C., cuando Caracalla fue asesinado. Privada de ambos hijos y apartada definitivamente de la vida pública, Julia Domna murió en Antioquía poco después de conocer la noticia. Las fuentes antiguas relatan que su relevancia se centró en un rol propagandístico dentro de la dinastía Severa y que su vida personal estuvo marcada por el sufrimiento, especialmente tras los sucesos de sus últimos años. Teodora (497/500 - 548) Mosaico de Teodora (Basilica San Vitale, Rávena, Italia) En Constantinopla, capital del Imperio bizantino y heredera de la tradición romana, Teodora llegó a este mundo casi tres siglos después de la muerte de Julia Domna. Durante los primeros años del siglo VI, el hipódromo de la ciudad ejercía como epicentro del poder y la propaganda política, dominado por las facciones azul y verde. El padre de Teodora, Acacio, trabajaba como cuidador de osos para la facción verde, pero, tras su fallecimiento, la familia se vinculó a la facción azul a través del nuevo esposo de su madre. En una situación económica precaria, la madre de Teodora optó por convertirla en actriz, lo que en esa época era algo marginal. Esta salida era habitual únicamente entre familias con grandes necesidades, como la suya. De aquel periodo solo se puede suponer la penuria a la que se enfrentó, hasta que la joven escapó cuando Hécebolo, gobernador de Pentápolis, la tomó como concubina y se trasladó con él al norte de África. Repudiada después y sumida en el abandono, Teodora quedó a cargo de una hija de paternidad incierta y sin medios de subsistencia. Su periplo continuó en Alejandría, donde entró en contacto con las corrientes del monofisismo, una doctrina cristiana relevante en el periodo. Más tarde, residió en Antioquía, donde conoció a Macedonia, personaje ligado a la facción azul. A través de esta red social, Teodora entró en contacto con Justiniano, sobrino del emperador. Fascinado por ella, en el año 523 Justiniano le concedió el título de patricia y poco después, aproximadamente en 525, se casaron. Dos años más tarde, en el 527, tras el fallecimiento de Justino I, Teodora y Justiniano asumieron el trono imperial. Durante su reinado, aunque no existe certeza sobre el grado real de influencia política que ejerció, Teodora adquirió gran peso simbólico. Parte relevante del Corpus Iuris Civilis giró en torno a medidas para la protección de las mujeres, la erradicación de la prostitución y la reinserción social de las antiguas actrices, cambios asociados a su figura. La mayor crisis que enfrentó ocurrió en el 532, con la revuelta de Niké. Ante la posibilidad de huir sugerida por Justiniano, fue Teodora quien lo convenció de resistir. La represión, conducida por los generales Belisario y Mundo, costó la vida a miles de personas. Fue en la etapa posterior a la crisis cuando se impulsaron importantes proyectos en la ciudad, incluyendo la construcción de Santa Sofía. Durante la peste del 540, que provocó un brusco descenso demográfico en Constantinopla, se atribuye a Teodora ciertas funciones en el gobierno durante la enfermedad de Justiniano, aunque las fuentes no lo confirman con seguridad. En materia religiosa, destaca su actividad a favor del monofisismo, brindando asilo en el palacio de Hormisdas a monjes y clérigos de esta corriente. Teodora perdió la vida el 28 de junio del 548, probablemente a causa de cáncer, y fue sepultada en la iglesia de los Santos Apóstoles. Su imagen quedó inmortalizada en los famosos mosaicos de Rávena, representada en compañía de figuras de la corte. Leonor de Aquitania (1122-1204) Leonor de Aquitania fue dos veces reina en el lapso de veinte años Hija de Guillermo X y de Aenor de Châtellerault, Leonor nació entre 1120 y 1124 en el ducado de Aquitania. La muerte de su padre la dejó bajo tutela del rey de Francia, y en 1137 contrajo matrimonio con Luis VII, el entonces heredero al trono francés. Ese mismo año, tras el fallecimiento de Luis VI, fue coronada reina de Francia y ambos se trasladaron a París. El vínculo entre Leonor y Luis VII se vio marcado por la ausencia de un heredero varón, además de por tensiones derivadas de la vida cortesana, conflictos con la Iglesia y disputas territoriales. En 1145, Leonor dio a luz a su primera hija, María. No mucho después, Luis y Leonor emprendieron el viaje hacia la Segunda Cruzada, durante la cual residieron una temporada en Antioquía, gobernada por Raimundo de Tolosa, tío de Leonor. Los relatos sobre esos meses han sido motivo de debate en la historiografía, aunque se sabe que los intereses del rey y su cuñado eran divergentes. En 1149, a pesar del desacuerdo de Leonor, regresaron a Francia. El matrimonio se disolvió finalmente en 1152, aduciendo motivos de consanguinidad. En un breve lapso, solo dos meses después, Leonor se casó con Enrique Plantagenet, quien en 1154 ascendió al trono como Enrique II de Inglaterra. De este modo, Leonor ostentó en apenas dos décadas el título de reina de Francia y también el de reina de Inglaterra. La unión con Enrique II produjo un total de ocho hijos. La relación, sin embargo, se fue enfriando, sobre todo tras revelarse el romance del rey con Rosamund Clifford. La vida de Leonor durante los años siguientes estuvo marcada por disputas por la sucesión. Sus hijos Enrique el Joven, Ricardo y Godofredo se rebelaron contra Enrique II, con el apoyo de su madre. La reacción del rey llevó al arresto de Leonor en 1173 y a su reclusión durante quince años en la torre de Salisbury; solo salía ocasionalmente, para cumplir misiones políticas bajo indicación directa del monarca. La muerte de su primogénito, Enrique, en 1183 situó a Ricardo como heredero principal. Tras la muerte de Enrique II, Ricardo liberó a su madre, otorgándole un rol significativo como regente durante sus ausencias. Cuando Ricardo partió hacia la Tercera Cruzada, fue capturado en Austria y Leonor gestionó el rescate que permitió su liberación en 1194. A su regreso, conocido luego como Ricardo Corazón de León, derrotó al rey de Francia y posteriormente murió en 1199; su hermano Juan, llamado luego Juan Sin Tierra, fue proclamado rey. Ya en el año 1200, con 76 años, Leonor viajó a Castilla para elegir entre sus nietas a Blanca como candidata a futura reina de Francia. Pasó sus últimos años retirada en Fontevraud, donde murió en 1204, con más de ochenta años, y fue enterrada junto a Enrique II y sus hijos, Ricardo y Juana. Isabel La Católica (1451-1504) Isabel La Católica detentó mucho poder Isabel, hija de Juan II de Castilla y Isabel de Portugal, fue dada a luz un 22 de abril de 1451, en Madrigal de las Altas Torres. Tras la muerte de su padre, la familia se trasladó a Arévalo, donde la niña creció apartada del entorno cortesano y bajo una estricta educación religiosa y austera. En 1468, luego de la muerte de su hermano Alfonso, fue reconocida como heredera en la ceremonia de los Toros de Guisando, tras alcanzar un acuerdo con Enrique IV. Desafiando la voluntad de su hermano y el pacto familiar, en 1469 contrajo matrimonio en secreto con Fernando de Aragón. La muerte de Enrique IV en 1474 llevó a Isabel a autoproclamarse reina de Castilla. Esta decisión desató una guerra de sucesión frente a Juana la Beltraneja, respaldada por Portugal. Durante la contienda, Isabel asumió el liderazgo organizando la logística militar, negociando con diplomáticos y apoyando a Fernando en el campo de batalla. En 1479, la victoria de Isabel definió el resultado del conflicto, y ese mismo año Fernando heredó el trono aragonés, formalizándose así la unión dinástica entre Castilla y Aragón. El reinado de Isabel se caracterizó por profundas transformaciones políticas y religiosas. En 1478, fue instaurada la Inquisición y, en 1492, se decretó la expulsión de los judíos. Ese año, además, finalizó la conquista de Granada, el último bastión musulmán en la península, y se firmaron las capitulaciones con Cristóbal Colón para su expedición hacia las Indias, proyecto avalado por el patrocinio regio. Durante su gobierno, Isabel impulsó reformas judiciales, fundó instituciones educativas y fortaleció la autoridad de la monarquía frente a la nobleza. Su vida personal, sin embargo, estuvo marcada por numerosas tragedias familiares como la pérdida de varios hijos. Cristina de Suecia (1626-1689) Cristina de Suecia abdicó al trono (Jacob Ferdinand Voet) Hija del rey Gustavo II Adolfo y de María Leonor de Hohenzollern, Cristina Augusta nació el 8 de diciembre de 1626 en Estocolmo. Tras la muerte de su padre en 1632, Cristina, con solo seis años, fue confirmada como heredera al trono de Suecia. Durante su infancia, Cristina creció en un ambiente marcado por el luto y una relación difícil con su madre. A los ocho años, comenzaron a aplicarse planes formales para su educación, bajo la tutela inicial de Johannes Matthiae. Desde 1638, recibió también orientación directa en asuntos de gobierno por parte del canciller Axel Oxenstierna. Ya desde los quince años, se le permitió asistir a las sesiones del riksdag, donde sobresalió por su capacidad para la intriga y la política. Decidida a no casarse ni tener hijos, y dotada de un carácter libre y intelectual, Cristina encarnó un modelo de reina inusual para su época. A los dieciocho años fue declarada apta para reinar y asumió las tareas gubernamentales con notable intensidad. Sin embargo, pronto surgieron desavenencias con Oxenstierna, especialmente en torno a las negociaciones para poner fin a la guerra de los Treinta Años: Cristina buscaba la paz, mientras que el canciller prefería prolongar el conflicto. En 1646, aparecen señales de que la reina contemplaba la abdicación como una posibilidad futura y mostró, además, un creciente interés por el catolicismo, religión rechazada por su entorno familiar. Coronada oficialmente como reina en 1650, en 1651 anunció públicamente su decisión de dejar el trono y, en 1654, abdicó en favor de su primo Carlos Gustavo. Transformó su aspecto, se cortó el pelo y abandonó el país disfrazada de hombre. Al llegar a Innsbruck en territorio católico, celebró su profesión pública de fe y, a partir de 1655, se estableció en Roma, adentrándose en una vida sostenida por préstamos y con escasos recursos económicos. En Roma, fue recibida con interés por el papa Alejandro VII. Intentó regresar a Suecia para defender la libertad religiosa, pero fue rechazada al prohibírsele viajar con sacerdotes católicos. Finalmente, Cristina de Suecia murió en 1689 y fue enterrada en la basílica de San Pedro del Vaticano, un honor extraordinario que refleja la importancia y singularidad de su figura en la sociedad romana de su tiempo. Catalina La Grande (1729-1796) Catalina La Grande nació en lo que sería la actual Polonia En 1729 nació Catalina, bajo el nombre de Sofía Federica Augusta de Anhalt-Zerbst, en Stettin (actual Polonia). Hija de Johanna Isabel, su destino se vio marcado por la relación estrecha que su madre mantuvo con la emperatriz Isabel I de Rusia. Gracias a este vínculo, Sofía fue elegida para casarse con el heredero al trono ruso, Pedro Ulrico. En 1744, tras convertirse al cristianismo ortodoxo y adoptar el nombre de Catalina, contrajo matrimonio al año siguiente con Pedro. Desde el inicio, la relación mostró fisuras: mientras Pedro, descrito como inseguro, enfermizo e inmaduro, nunca logró integrarse plenamente en la vida rusa, Catalina procuró adaptarse y crecer dentro de la corte, forjando una imagen de sumisión y devoción. Paralelamente, se interesó intensamente por la cultura rusa y las ideas ilustradas. Su vida personal también resultó complicada. Tras varios embarazos, en 1754 nació su hijo Pablo, quien pronto fue apartado de su lado por la emperatriz Isabel, quien se encargó personalmente de su educación. El ascenso de Pedro III al trono en 1762 sumió al reino en la incertidumbre: la inclinación pro-prusiana del nuevo zar, sus reformas impopulares y los actos de desprecio hacia Catalina aislaron rápidamente su figura. Respaldada por sectores clave como la guardia imperial y la Iglesia, Catalina organizó un golpe de Estado y, el 28 de junio de 1762, fue proclamada emperatriz. Pedro III abdicó y poco después falleció en circunstancias poco claras. El nuevo régimen, bajo la dirección de Catalina, se consolidó mediante el pragmatismo y la astucia. A pesar de promover desde el inicio un ideario inspirado en la Ilustración, pronto Catalina comprobó las limitaciones que imponía la diversidad y extensión del imperio ruso. No obstante, introdujo reformas educativas, fundó hospitales y protagonizó un gesto pionero al inocularse públicamente el virus de la viruela para animar a su pueblo. La política exterior bajo su mando se caracterizó por su ambición: expansión territorial hacia el sur y el oeste, intervención en Polonia, Crimea y el mar Negro. Apoyó la coronación de Stanislaus Poniatowski como rey de Polonia y reforzó así la influencia rusa en la región. Internamente, Catalina fortaleció la monarquía y sofocó rebeliones. Catalina se convirtió además en una mecenas destacada de las artes, reuniendo una de las más importantes colecciones de Europa. Murió en 1796, dejando una huella profunda de poder, contradicción y transformación en la historia de Rusia. María Antonieta (1729- 1796) La reina María Antonieta, una de las figuras más debatidas por los historiadores María Antonia, decimoquinta hija de María Teresa de Austria, fue dada a luz en 1755. Descendiente de la dinastía Habsburgo, su educación resultó limitada frente a los estándares de otras casas reales europeas. En 1770, fue enviada a Francia para contraer matrimonio con Luis Augusto, delfín de Francia y futuro Luis XVI, convirtiéndose desde entonces en María Antonieta. Su enlace se celebró con magnificencia en la corte de Versalles, aunque la relación con su esposo fue distante en los primeros años, lo que alimentó críticas públicas y rumores sobre su fertilidad. Pronto, María Antonieta pasó a refugiarse en un círculo privado alejado del rígido protocolo, encontrando mayor libertad en el Petit Trianon, su residencia particular. Allí desarrolló una fuerte inclinación por la moda, el teatro y la decoración. Estas nuevas costumbres y su cercanía con la condesa Polignac le valieron enemistades dentro de la corte y la convirtieron en blanco de la propaganda antisistema. El año 1785 marcó un golpe a su reputación con el llamado escándalo del collar, suceso del que no fue responsable, pero que contribuyó a desgastar aún más su imagen pública. Mientras tanto, la situación en Francia se volvía crítica; la combinación de crisis económica, malas cosechas y profunda desigualdad social prepararon el terreno para el estallido revolucionario. En 1789, el estallido de la Revolución Francesa condujo al traslado de la familia real a París. El fracaso del intento de fuga en 1791 selló su destino y el del rey. En enero de 1793, Luis XVI fue ejecutado, y María Antonieta pasó a ser la prisionera número 280 en la Conciergerie. Durante el proceso judicial al que fue sometida, la acusaron de traición y de abusos hacia su propio hijo. Pese a la dureza de las acusaciones, María Antonieta se defendió con dignidad, pero fue condenada sin pruebas concluyentes. El 16 de octubre de 1793, murió en la guillotina. Hoy en día, María Antonieta sigue siendo una de las reinas más estudiadas y debatidas de la historia europea. Sisi (1837-1898) La emperatriz fue mundialmente conocida como Sisi Isabel Amalia Eugenia de Wittelsbach nació en Múnich en 1837. Su infancia transcurrió en un entorno sorprendentemente liberal para los estándares de la nobleza de la época; gran parte de sus primeros años estuvieron marcados por el contacto con la naturaleza y una educación alejada de la rigidez protocolaria. La vida de Sisi, como fue conocida universalmente, cambió en 1853, cuando su primo, el emperador Francisco José de Austria, la eligió como esposa. El matrimonio se celebró en 1854, y pronto se vio enfrentada a las estrictas normas de la corte vienesa y al carácter dominante de su suegra, la archiduquesa Sofía. Desde entonces, manifestó señales de anorexia, dedicando largas horas al cuidado de su cabello y obsesionándose con la delgadez y el ejercicio físico. La pérdida de su hija Sofía durante una estancia en Hungría supuso un punto de inflexión. Allí desarrolló un estrecho lazo con la nación magiar que se convirtió en su principal refugio y terreno de influencia. Su intervención política fue determinante en la fundación del Imperio austrohúngaro en 1867. Rodeada por un círculo de confianza húngaro, llevó una vida marcada por los constantes viajes a lo largo de Europa y Oriente Medio, lejos de la corte donde nunca terminó de sentirse aceptada. El suicidio de su hijo Rodolfo en Mayerling, en 1889, sumió a la emperatriz en un profundo estado de duelo. A partir de entonces, solo vistió de luto, abandonó la poesía y se adentró en el estudio del espiritismo y la salud mental. Sus estancias en Viena fueron cada vez más esporádicas, ya que evitaba la ciudad y sus obligaciones. En 1898, mientras paseaba por las orillas del lago Leman en Ginebra, un anarquista italiano la atacó con una lima, provocando su muerte pocas horas después. Reconocida tanto por su belleza como por su carácter indómito y melancólico, Sisi se convirtió en un emblema trágico de la difícil convivencia entre la libertad personal y las imposiciones del deber imperial.
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