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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/09/2025 02:31
El cometa 3I ATLAS descubierto en julio de 2025 proviene del disco grueso galáctico una región formada hace más de 7 mil millones de años (NASA) La llegada del cometa 3I/ATLAS (3I significa “tercer interestelar”), un cuerpo celeste que proviene de los confines de la Vía Láctea y que, según los expertos, nació mucho antes que el propio Sol, abrió una ventana única para los astrónomos. Observarlo desde la Tierra, sin embargo, será imposible en el momento de su máximo acercamiento. El cometa pasará demasiado cerca del Sol y quedará oculto desde nuestra perspectiva. Incluso telescopios espaciales de enorme capacidad, como el Hubble o el James Webb, no podrán seguirlo en ese tramo. La tarea recaerá en las naves y sondas que ya se encuentran en órbita alrededor de otros planetas o que estudian la heliosfera. Será una carrera contra el tiempo para captar la mayor cantidad de datos antes de que el visitante se pierda de vista para siempre. Los astrónomos confirmaron que 3I ATLAS es un cometa interestelar activo con abundante hielo de agua y polvo semejante a asteroides tipo D (NASA) En menos de un mes, 3I/ATLAS se acercará a Marte a unos 30 millones de kilómetros, mientras que a la Tierra solo pasará a 270 millones de kilómetros. Esto significa que las naves espaciales que orbitan Marte estarán atentas a retratarlo. Colin Frank Wilson, científico del proyecto de los orbitadores de Marte de la Agencia Espacial Europea (ESA), confirmó que se está preparando para intentar realizar observaciones del objeto interestelar 3I/ATLAS durante su paso por el Sistema Solar. “Podemos confirmar que planeamos observar 3I/Atlas cerca del momento de su aproximación más cercana a Marte. Se prevé que esto ocurra el 3 de octubre de 2025. En esa fecha, el objeto aún se encontrará a aproximadamente 30 millones de kilómetros de Marte”, dijo Wilson. La ESA utilizará tanto la sonda Mars Express como la sonda ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO) para realizar observaciones. “Intentaremos obtener imágenes del objeto utilizando la cámara estéreo de alta resolución (HRSC) a bordo de Mars Express, y también con el sistema de imágenes de superficie en color y estéreo (CaSSIS) a bordo de TGO”, explicó Wilson. No se trata solo de observar un visitante extraño, el tercero registrado que proviene por fuera de nuestro Sistema Solar, sino de registrar en directo un fragmento antiquísimo de la historia cósmica que puede ofrecer pistas sobre los orígenes del nuestro vecindario cósmico y hasta de la vida en la Tierra. El telescopio espacial Hubble estimó que el núcleo de 3I ATLAS mide entre 320 metros y 5.6 kilómetros revelando su sorprendente escala (NASA) El primer intruso interestelar descubierto, 1I/’Oumuamua, era inusualmente alargado y más asteroidal, mientras que 2I/Borisov se parecía más a un cometa típico. CaSSIS, por su parte, podría proporcionar información sobre la actividad volátil de 3I/ATLAS y su composición. “También intentaremos medir el espectro del objeto, utilizando los espectrómetros NOMAD del TGO y OMEGA y SPICAM del MEx”, dijo Wilson. Existen otras naves espaciales alrededor de Marte que podrían reutilizarse para aprovechar la aproximación de 3I/ATLAS. Entre ellas se incluyen el antiguo orbitador de la Atmósfera de Marte y la Evolución Volátil (MAVEN) de la NASA y el Orbitador de Reconocimiento de Marte (MRO). China también cuenta con su orbitador Tianwen-1, que lleva una cámara de alta resolución. El cometa fue detectado el 1 de julio de 2025 gracias al sistema de telescopios ATLAS, ubicado en Hawái, un proyecto que rastrea de manera constante el cielo en busca de objetos potencialmente peligrosos o inusuales. Desde ese momento, el entusiasmo de la comunidad científica no dejó de crecer. No todos los días se encuentra un objeto que viene, literalmente, de otro mundo. La confirmación de que 3I/ATLAS no pertenece al sistema solar lo colocó de inmediato en una categoría muy exclusiva: la de los cometas interestelares, viajeros expulsados de otros sistemas planetarios que cruzan el espacio durante miles de millones de años hasta ingresar en regiones como la nuestra. Lo más llamativo es su origen probable. Los astrónomos sostienen que procede del llamado “disco grueso” de la galaxia, una región muy antigua donde las estrellas se formaron hace más de 7000 millones de años. Esa edad implica que 3I/ATLAS es anterior no solo a la Tierra, sino también al Sol. En otras palabras, estamos frente a un fragmento de la historia galáctica que sobrevivió al paso del tiempo y ahora se acerca para ofrecer una oportunidad de estudio irrepetible. Una red de naves detrás del mismo objetivo La sonda Psyche de la NASA y la misión JUICE de la ESA están entre las mejor posicionadas para estudiar al cometa durante su paso cercano (ESA) Diversas misiones de la NASA y la Agencia Espacial Europea ajustaron sus planes para observar a 3I/ATLAS en los próximos meses. Entre las mejor posicionadas se encuentra la sonda Psyche, que recientemente partió hacia un asteroide metálico pero que ahora también podrá desviar parte de sus instrumentos para registrar al cometa. Otro actor clave será la misión JUICE de la ESA, orientada al estudio de Júpiter y sus lunas, que igualmente tendrá la oportunidad de captar datos valiosos. A ellas se suman los orbitadores que estudian Marte: Mars Reconnaissance Orbiter, la sonda Tianwen-1 y la misión emiratí Hope, todas con capacidad para medir características físicas y químicas de cuerpos celestes. Por su parte, el Solar and Heliospheric Observatory (SOHO), la Parker Solar Probe y el satélite PUNCH de la NASA aportarán observaciones más lejanas, aunque con menos detalle. El cometa fue detectado por el sistema ATLAS de Hawái una red de telescopios diseñada para rastrear objetos cercanos e inusuales en el cielo El objetivo común es aprovechar cada instrumento disponible para reconstruir un retrato lo más completo posible de este objeto único. La lógica detrás de esta coordinación es clara: nadie quiere desperdiciar la ocasión, porque podrían pasar siglos antes de que otro cometa interestelar similar vuelva a cruzar el Sistema Solar. Y un artículo presentado por T. Marshall Eubanks señala que las naves espaciales que incluyen a Europa Clipper, Hera e incluso la más distante sonda Lucy pueden pasar a través de la cola cometaria de 3I en el período posterior a su aproximación más cercana al Sol, o perihelio. La detección temprana de este tipo de cuerpos es fundamental. En el pasado, muchos pasaron inadvertidos porque la humanidad no disponía de la tecnología adecuada. Ahora, con redes como ATLAS y, en el futuro cercano, con el Observatorio Vera Rubin en Chile, los astrónomos esperan localizar más visitantes de este tipo. Aun así, los cálculos indican que siguen siendo extremadamente raros, lo que convierte a 3I/ATLAS en un verdadero tesoro científico. Los primeros estudios detallados del cometa surgieron gracias a la profesora Bin Yang, de la Universidad Diego Portales en Chile. Su equipo utilizó los telescopios Gemini-S/GMOS y NASA IRTF/SpeX para obtener espectros en los días 5 y 14 de julio de 2025, apenas después de su descubrimiento. El polvo del cometa se asemeja al del meteorito Tagish Lake con un 70 por ciento de material carbonáceo y un 30 por ciento de hielo de agua (ESA) Esa rapidez fue crucial, porque permitió registrar al objeto antes de que la sublimación de sus hielos ocultara otros rasgos de su composición. Los resultados no dejaron dudas: 3I/ATLAS es un cometa interestelar activo. En el rango óptico, los espectros mostraron una pendiente enrojecida semejante a la de los asteroides de clase espectral D del sistema solar. Se trata de cuerpos muy oscuros, con un albedo bajo, ricos en carbono y con escasa reflectividad. En el infrarrojo cercano, en cambio, la señal se aplanó de manera notable entre 0.9 y 1.5 micrones, un comportamiento característico de los granos grandes de hielo de agua presentes en la coma de los cometas. El análisis liderado por Yang contó con la colaboración de la prestigiosa astrobióloga Karen J. Meech. Juntos modelaron el comportamiento espectral del objeto y concluyeron que está compuesto aproximadamente por un 70 % de polvo similar al del meteorito Tagish Lake, una condrita carbonácea, y un 30 % de hielo de agua con un tamaño medio de 10 micras. Esa proporción representa una estimación aproximada de la coma, la envoltura difusa que rodea al núcleo del cometa. La confirmación de que contiene abundante hielo de agua fue un hallazgo de enorme relevancia. Ese rasgo no solo lo diferencia de otros cuerpos interestelares observados, sino que abre preguntas sobre su lugar de origen. Podría haberse formado en una región interna de un sistema planetario y luego haber sido expulsado por la interacción gravitacional con un planeta gigante. Si ese escenario resulta correcto, estaríamos ante un fragmento de un mundo que ya no existe. La envoltura del cometa o coma alcanza unos 350000 kilómetros dominada por dióxido de carbono e incrustada de partículas de polvo helado (ESA) La estructura de la coma y su misterio Una de las dudas iniciales era si 3I/ATLAS presentaba realmente una coma desarrollada, como ocurre con la mayoría de los cometas. Algunos especulaban que no, pero las observaciones lo desmintieron con claridad. “Básicamente, siendo un objeto cuyo diámetro es de pocos kilómetros, no lo hubiéramos descubierto sin haber presentado esa envoltura que llamamos coma y que lo hace visible a miles de millones de kilómetros”, explicaron los investigadores. Esa envoltura está dominada por dióxido de carbono y se extiende unos 350.000 kilómetros alrededor del núcleo. También contiene partículas de polvo de tamaño micrométrico que se desprenden a medida que los hielos se subliman por efecto de la radiación solar. Las observaciones infrarrojas sugieren que la parte sólida de la coma está compuesta por pequeños granos de hielo y polvo semejante al de las condritas carbonáceas. Esa mezcla recuerda a los llamados objetos transicionales, a medio camino entre un cometa y un asteroide. El detalle es más que una curiosidad. Si se confirma, podría cambiar la manera en que se interpreta la evolución de los sistemas planetarios. Tal vez muchos cometas interestelares provengan de zonas intermedias, expulsados hacia el espacio interestelar tras complejas interacciones gravitacionales. La sola posibilidad multiplica las preguntas: ¿cuántos fragmentos de mundos ajenos recorren la galaxia sin ser detectados?, ¿qué proporción de ellos podría contener agua o compuestos orgánicos?, ¿y qué relación guardan con los procesos que permitieron la aparición de la vida? La misión SPHEREx de la NASA observó 3I ATLAS entre el 7 y el 15 de agosto sumando datos clave para entender su composición y actividad (NASA) El Telescopio Espacial James Webb también aportó información clave. El 6 de agosto captó al cometa con su Espectrógrafo de Infrarrojo Cercano, lo que permitió obtener datos preliminares sobre su tamaño y su composición química. A su vez, el telescopio SPHEREx de la NASA registró observaciones entre el 7 y el 15 de agosto, que se suman a las imágenes iniciales del Hubble tomadas en julio, donde se estimó que el núcleo del cometa tiene entre 320 metros y 5,6 kilómetros de diámetro. Esa combinación de registros ofrece la posibilidad de trazar un retrato completo de 3I/ATLAS desde distintos ángulos y momentos de su viaje. Un visitante que ayuda a comprender nuestro lugar en el cosmos Cada vez que la humanidad logra detectar un objeto interestelar, se abre una nueva página en el libro de su historia cósmica. Estos visitantes actúan como mensajeros de otros sistemas planetarios, formados en condiciones muy distintas a las que prevalecen en el nuestro. Analizar su composición, sus hielos y su polvo no solo permite reconstruir su pasado, sino también comparar y contrastar con lo que conocemos de los cuerpos locales. El estudio de 3I/ATLAS no representa una amenaza para la Tierra. Sin embargo, las tecnologías desarrolladas para rastrear y analizar cometas y asteroides tienen un objetivo doble: por un lado, incrementar el conocimiento científico y, por el otro, perfeccionar las herramientas para detectar amenazas reales en el futuro. La misión de la NASA para identificar y seguir de cerca objetos cercanos a la Tierra se nutre directamente de estas experiencias. Más allá de lo práctico, el descubrimiento conecta con preguntas filosóficas. Este cometa existía antes de que naciera el Sol y siguió su recorrido solitario durante miles de millones de años hasta ingresar en nuestro vecindario cósmico. Los expertos creen que el cometa pudo formarse en la región interna de un sistema planetario siendo luego expulsado por fuerzas gravitacionales (NASA) Ahora, al observarlo con nuestras sondas y telescopios, la humanidad obtiene un acceso directo a un fragmento de la historia galáctica. Como señalan los investigadores, cada detalle que se logre rescatar de este encuentro marcará la diferencia, porque podrían pasar generaciones enteras antes de que otro visitante semejante vuelva a cruzarse en el camino. En definitiva, el cometa 3I/ATLAS no es solo un punto luminoso en el cielo. Es una cápsula del tiempo que transporta secretos de un sistema planetario remoto, tal vez ya desaparecido. Observarlo y descifrarlo es una tarea colectiva de la ciencia global. En esa carrera contra el tiempo, cada instrumento desplegado, cada espectro obtenido y cada partícula analizada puede ayudar a comprender mejor el origen de nuestro mundo y el lugar que ocupamos en la galaxia.
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