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» Diario Cordoba
Fecha: 04/09/2025 01:44
Te preguntas, absorto, por qué nunca ves mi firma en otro panfleto de apoyo al señorito del cortijo. No repases más la lista; no me vas a encontrar. Y creo que a estas alturas de lo que me va quedando de vivir en este convento, espero que ya no me encuentres nunca en una de esas firmitas, porque yo siempre he procurado no ser quién para aparecer iluminado por los destellos de los poderosos, y así vivo desde siempre en el ostracismo; y, sobre todo, porque siempre he decidido que el escritor, el artista, el intelectual deben permanecer fuera de los juegos del Poder y sus maquinaciones. Esto debe formar parte de esta profesión. Si no es así, ¿quién ejerce el oficio de conciencia crítica a la hora de defender al pueblo de las maquinaciones atrabiliarias, egoístas, mendaces, violentas que son la esencia del Poder? Esta opción, que debe ser vocación, le plantea al artista, al intelectual el drama de que sin el Poder no es posible una salida para su obra. Y el buscar esta salida es lo que hace mediocre a un artista. De sobra sabe la Historia la función de florero que tantos artistas e intelectuales ejercen en la mesa donde el Poder celebra el continuo aquelarre de su continua orgía. Por esto, es normal que se organicen de vez en cuando pliegos de apoyo con las correspondientes adhesiones acompañadas de sus nombres y firmitas, como agradecimiento a las migajas que como prebendas esparce el Poder a los balidos de sus peones. ¡Qué hubiera sido de esos rebaños si no firman! Por esto, aquí en nuestra España tenemos verdaderos artistas en nadar y guardar la ropa en todos los regímenes, porque si no medran así, no hubieran parido nada. Escribieron, cantaron, actuaron, y hasta en sus lenguas vernáculas, en la Dictadura, en la Transición y en la Democracia. Y ahí siguen, firmita tras firmita. Otros son más desagradecidos: cuando el Poder y ellos ya se han exprimido lo suficiente, ahora van de ajenos, de libres, en su senectud dorada. Otros ya no aparecen en las firmitas, porque han practicado siempre el arte de la cuquería. Son esos hocicos de cucos que están siempre husmeando para estar siempre en todas las salsas, por, si cambia la cosa, presentarse como abanderados de lo nuevo que pueda venir. No sé qué instinto han desarrollado que son capaces de oler el más mínimo tufo de otro cambio y empiezan a establecer cierta distancia calculada ante lo otro que sopla. Ahora ya no firman; se mantienen en una cómoda penumbra donde se aprovechan de que su público es gregario, de que está ya obnubilado y olvidará los otros tiempos. Es ese público tan dado a la Mitología y sus dioses. Por esto ya no han aparecido sus firmitas en la nueva listita. *Escritor
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