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  • Bajo tierra y entre tesoros: excavar en la ciudad de las tres culturas

    » Diario Cordoba

    Fecha: 01/09/2025 11:46

    Existe un mito vestido de realidad que dice que cada vez que se intenta hacer una obra en Córdoba de sus entrañas brota la historia y se descubre algún yacimiento o edificio, de más o menos importancia, documentado o no. Ejemplos hay muchos y no hay que ir demasiado atrás en el tiempo para hallarlos. Uno de los más recientes brotó en las últimos trabajos para la Ronda Norte, que todavía espera qué solución le va a dar Cultura. De momento, se conoce que los restos podrían ser de la basílica de Santa Eulalia y los arqueólogos que han trabajado en ese descubrimiento lo califican como un edificio «súper singular e interesante». Trabajar en una ciudad así puede ser un lujo o un castigo, dependiendo de la óptica por la cual se mire. Bien si es trabajo de campo, de investigación, académico o de restauración y puesta en valor de los bienes para que podamos disfrutar de ellos, los arqueólogos cumplen un papel clave en nuestra historia y en su conservación, aunque muchas veces la falta de presupuesto o de voluntad política no permita avanzar todo lo que una provincia tan rica como Córdoba permitiría. Manuel Cobo Aguilar y Antonio Criado son los gerentes de Salsum, la empresa que estuvo trabajando, entre otras cosas, en la zona de la Ronda Norte y en el hallazgo de la mezquita de la manzana 5 del Plan Parcial 0-7 de Córdoba (Nuevo Zoco). Para Cobo excavar en Córdoba «es un lujo porque es una ciudad con mucha superposición de historia y de restos de las diferentes civilizaciones que han dejado huella; cuando hay que levantar nos encontramos la hoja de la historia». Esas hojas de la historia «pueden salir en cualquier sitio y a veces te llevas sorpresas súper gratas». Cuando ocurre, los arqueólogos elaboran la propuesta de conservación de lo que se debe hacer con los restos, pero la última palabra la tienen las administraciones, que son las que deciden qué hacer con ese hallazgo. Restos hallados en la Ronda Norte. / A. J. González En el casco histórico, por ejemplo, «te aseguras esa superposición de restos desde época ibérica y prerromana hasta época actual, mientras que extramuros lo más normal es encontrar la ampliación del urbanismo del califato omeya y los famosos arrabales islámicos, asentamiento de carácter agrícola, almunias o villas romanas o incluso zonas de necrópolis y enterramientos». Pero Cobo, si pudiera excavar en cualquier emplazamiento de Córdoba, se iría a la provincia, «la gran desconocida». Explica que «hay cientos de yacimientos dispersos por todo el territorio y cada vez que hacemos cualquier intervención aparecen cosas espectaculares que dan mucha información de ese ámbito rural, que en antiguo estaba muy poblado y del que no conocemos ni un 1%», lamenta y asegura que lo que se puede hallar «es igual de interesante que puede ser un edificio de la capital». Por la arqueología pasa todo. Los arqueólogos trabajan en cualquier proyecto de obra que conlleve un movimiento de tierra de cualquier tipo. Por ello, quitarle la etiqueta de «la ciencia que fastidia el desarrollo urbanístico y que pone trabas» es uno de los retos que destaca el arqueólogo. El conocimiento previo Este trabajo también implica conocer muy bien el entorno, el territorio, la documentación previa, las intervenciones que se llevaron a cabo antes, el pasado, el estudio histórico de lo que florece del subsuelo. De eso sabe muy bien Antonio Monterroso, profesor titular de Arqueología en la Universidad de Córdoba, que asevera que el conocimiento «es la clave de todas las claves». Para él, «las preguntas a la tierra se le hacen antes de excavar». En este sentido destaca la formación de los arqueólogos cordobeses que «probablemente sean los más formados para excavar en ciudades superpuestas» porque «la complejidad de Córdoba y el nivel de destrucción histórica complica mucho las excavaciones. Córdoba tiene un potencial histórico fuera de serie y no hay ningún sitio no interesante», destaca. En este sentido, echa en falta un empujón en materia pública porque «no hemos mejorado en la incorporación estructural de la arqueología en la ciudad, que tendría que tener una estructura profesional más potente» para conseguir poner en valor sus restos como lo hacen otras ciudades como puede ser Mérida, que «tiene una recuperación del pasado y una conservación de sus restos envidiable» que, sin embargo, en Córdoba es difícil de conseguir debido a la propia complejidad de su pasado, eso mismo que la hace tan rica e interesante a nivel arqueológico. Aunque, eso sí, cree que «el cordobés sabe la ciudad milenaria en la que vive, no estoy de acuerdo en que no somos sensibles con lo que tenemos». Para Monterroso habría que excavar en la zona del Parque Cruz Conde, que es «el gran secreto de Córdoba», así como en el yacimiento de Turruñuelos «porque son fundamentales para la historia de la ciudad, de la que sabemos muy poquito». La restauración El trabajo de los arqueólogos se complementa con el de los restauradores. Ana Infante de la Torre es una de ellas y muchos de sus clientes de intervenciones arqueológicas demandan luego trabajos de restauración para poner en valor esos restos y dejar algunos visibles, como ocurre en muchos residenciales y hoteles de Córdoba. La empresa Gestión y Restauración del Patrimonio Histórico ha restaurado, por ejemplo, los yacimientos de Ategua, Munigua y Torreparedones, así como castillos como el de Montilla y el de Luque. La restauración, explica, «es conservativa, se hace una limpieza general de paramentos, se consolidan y se recuperan las faltas». El objetivo es, sobre todo, que no se deteriore el núcleo de los muros al estar a la intemperie. Para ello siempre es preciso utilizar materiales compatibles con los originales, un trabajo que «no es caprichoso, sino objetivo, multidisciplinar, con historiadores y de acuerdo con la legislación vigente». Esa reconstrucción sirve para entender mejor los paramentos y las estancias de los yacimientos, pero el problema de muchos es que «se excava pero no se interviene, a veces es preferible no desenterrarlo si no se va a poner en valor», critica. Trabajos de restauración en Medina Azahara. / CÓRDOBA Para ella, además, es vital que cuando el visitante vaya entienda lo que está viendo. Por ello elaboran también los paneles explicativos en varios idiomas, recreaciones de las zonas donde se ha intervenido y el uso del escáner 3D para replicar piezas de alto valor y poder exhibirlas sin correr riesgo de perderlas por el vandalismo. La restauradora también afea que «se deje para el final» la cultura y el patrimonio por sobre otras prioridades porque «si no la conservamos no conocemos nuestra propia identidad». Infante expresa que «es muy gratificante ver cómo se convierte un espacio en muy mal estado y poder contemplarlo, porque la conservación no se trata de si es bonito o feo, sino de ver lo que había». El futuro de la arqueología pide más medios La arqueología tiene futuro en Córdoba y pasa también por exigir más medios para la profesión y mejoras para poner en valor el patrimonio histórico que hay bajo nuestros pies. Luna López Gómez tiene 24 años y se dedica a la arqueología a nivel profesional desde hace un año, pero ha participado en intervenciones desde hace unos cuatro años. Ha participado en proyectos como las catas arqueológicas del Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral, uno de los que mejor atesora por el lugar y lo que significa, así como por el hallazgo de zonas que no se habían excavado nunca y donde se encontraron esqueletos de época moderna «dándole voz a anónimos, porque la historia no se compone solo de grandes personajes», considera. Luna López Gómez durante una de las intervenciones donde ha participado. / CÓRDOBA Para ella, «es más un lujo que un castigo» trabajar en Córdoba, pero echa en falta que «no se puede excavar todo lo que quisiéramos», y, además, que si no se considera desde Cultura que lo hallado «tiene suficiente valor para conservarse se limita a lo necesario por ley para que las constructuras puedan hacer sus obras, entonces es frustrante no poder ahondar mucho más en los hallazgos», lamenta. Cree, además, que hace falta presupuesto para yacimientos «que se encuentran en pésimo estado de conservación». Si pudiera, Luna excavaría el entorno de Medina Azahara porque «se conoce solo un 10%, ahí hay bastante por hacer y daría lugar a mucha información». Suscríbete para seguir leyendo

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