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» El Ciudadano
Fecha: 31/08/2025 13:11
*Por Luciana Mangó y Daniel Zecca El líder del Comité de Acción Política del Partido PRO de Rosario, Agapito Blanco, analizó el cierre de listas de las próximas elecciones legislativas de octubre, que llevan como cabeza de lista de su espacio a la actual vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia. Para el dirigente y actual concejal de la ciudad, la candidatura resulta un desafío para posicionar a Scaglia como la representante del partido a nivel nacional. A su vez, cuestionó el armado del peronismo santafesino que lleva como líder a una candidata extrapartidaria, y considera que alguna de las denuncias de corrupción que rozan a Milei pueden llegar a hacerle perder cierto volumen de votos. En ese contexto, vislumbró como resultado un escenario de tercios con el frente Provincias Unidas como ganador. —En las próximas elecciones a diputados nacionales, el PRO en Santa Fe integra el frente Provincias Unidas con una lista que encabeza la vicegobernadora Gisela Scaglia, pero también hay integrantes del PRO cercanos a Milei ¿cómo se configura este mapa? —El PRO ha rediseñado su espacio político en la provincia de Santa Fe a partir de la figura de Gisela Scaglia, que tuvo mucha habilidad y fue muy inteligente, no solamente para construir su candidatura como vicegobernadora, sino para aglutinar todo el PRO en términos territoriales. Aquellos dirigentes que tenían afinidad con La Libertad Avanza quedaron fuera de este nuevo armado, encontrando en el espacio de Milei un lugar donde posicionarse. Se evitó la interna, que se terminó resolviendo con mayoría de los seguidores de Scaglia, entre los que me encuentro. En Unidos, un espacio con vocación de poder y territorial, el PRO encontró un lugar para hacer política y un protagonismo. La Libertad Avanza es una trituradora de funcionarios. Es una expresión electoral que se configura para y por el presidente Milei que define de qué se va a hablar cada día. Para bien o para mal, todo el tiempo estamos hablando de Milei. A diferencia de Macri, Milei fue a fondo y Macri se quedó en la mitad del camino. —Entre los dos sectores que estás marcando, uno gana en términos electorales al colocar a Gisela Scaglia primera en la lista y el otro sector no ocupa lugar en la lista de La Libertad Avanza… —La Libertad Avanza en Santa Fe es un sello, no tiene estructura territorial, la militancia es muy nueva, son adherentes. No tiene la misma coyuntura que tiene en la provincia de Buenos Aires. Acá se reeditó un nuevo escenario de tercios y aparece La Libertad Avanza en el lugar que ocupó el PRO. En ese escenario, La Libertad Avanza no necesita actores de afuera si lo que mide es el sello. Si todo va a depender de lo que haga Milei, me parecía razonable que se delegara en Romina Diez el armado de las listas. —Scaglia lidera la lista pero deja de ser vicegobernadora ¿representa un nuevo desafío? —Para Gisela su primer desafío fue rediseñar el PRO en la provincia de Santa Fe y lo logró. A partir de ese rediseño fue elegida como vicegobernadora y le dio al PRO un crecimiento exponencial en poco tiempo, cuando parecía que estábamos olvidados. Ahora hay una elección de Pullaro que tiene vocación de poder, es pragmático y dice, «¿Quién tiene más volumen en todo mi escenario político?”. Por otro lado, no es una competencia directa. Termina ordenando, es lo más cercano a Pullaro, tiene buena imagen y buen discurso. Es una apuesta de Pullaro. En términos de análisis frío, un diputado nacional es inferior a un gobernador. Está en nosotros, como espacio político, referenciarlo de alguna manera. El objetivo nuestro y de Gisela a nivel nacional es ocupar el espacio de Patricia Bullrich o del propio Macri. Ella tiene que construir un liderazgo a nivel nacional porque tiene la capacidad, las condiciones y el volumen. Su primer objetivo es “monopolizar” la palabra del PRO a nivel nacional. —¿Qué condiciones se tienen que dar? —Ella es la única amarilla que es candidata, que tiene volumen, que está respaldada por un gobierno provincial donde Pullaro hoy es un actor preponderante en un armado nacional opositor a Milei. El objetivo de Gisela es complejo. Por un lado, tiene que mantener cierto equilibrio porque no puede ir con los tapones de punta a Milei, porque después hay que pedirle que al menos te pague lo que te debe. Pero, por otro lado, tiene que plantarse como una oposición y sobresalir como la representante del PRO en la Cámara de Diputados. En Buenos Aires nos demostraron que hicieron todo lo que decían que no había que hacer. Hoy este liderazgo del PRO es una oportunidad. Ella deja la vicegobernación y asume una candidatura porque va a ser la representante a nivel nacional de Unidos y de Provincias Unidas, pero además por la oportunidad de incorporarse como la líder de un partido que hoy tiene estructura nacional. —¿Cómo ves el armado del peronismo para estas elecciones? —El peronismo no tiene candidatos propios. Tiene que recurrir a otro espacio político para que lo represente por el aburguesamiento de sus estructuras políticas y de su militancia, que sí le aporta Ciudad Futura con una épica de izquierda que logra convencer a mucha juventud que cree en esos conceptos, milita y recorre los barrios. El peronismo recurre a estas estructuras nuevas que sí tienen militancia de base. Pero el resultado fue contra natura. Movimiento Evita con Ciudad Futura me parecía natural, porque venían construyendo cierto afecto societario dentro del Concejo. ¿Pero qué tiene que ver ahí el kirchnerismo? Me parece que fue pragmatismo político, pero deja heridos porque al final del camino a nadie le importa. —¿Te preocupa la baja asistencia en las últimas elecciones? ¿Qué puede pasar ahora? —Si estas elecciones siguen careciendo de épica va a ser una elección con poca participación. Cuando fue la elección de Macri, se hablaba de “vamos a dar la vuelta”, “sí se puede”. Había una épica construida que hizo que la militancia laburara, saliera a la calle, tocara timbre y convenciera a la gente de ir a votar. Hoy falta quien milite el proyecto en la calle. Entonces la gente piensa «¿Qué cambia si voy a votar o no voy a votar?». Es un error enorme. La política quiere que la gente no vaya a votar porque es más fácil introducir conceptos en poca gente. Hay gente que irá a votar por compromiso ciudadano, otros motivados por su ideología política, pero la gran mayoría de la población, que es la que dirimió siempre las elecciones e inclinó la balanza, al no tener ese componente politizado, se queda en la casa. No veo un motivo que cambie la tendencia de la última elección. —¿Qué le falta a la política para conquistar a la gente? —Falta sinceramiento. Es grave que la política esté disociada de la gente, pero más grave es que la gente esté disociada de la política porque el cambio no va a venir desde la política. Por un lado, nos quejamos de que son siempre los mismos. Por otro lado, nos quejamos cuando aparece un candidato que no conoce nadie. La gente tiene que revincularse con la política como una herramienta de transformación. No significa ser adepto o tener una ideología. Ni siquiera necesitás coincidir con un candidato, pero sí con la política como una herramienta de transformación. Andá y votá, castigá con tu voto. A lo único que le tenemos miedo los políticos es al voto. El día que nos demos cuenta que la gente ya no es predecible en su comportamiento electoral va a venir la verdadera transformación. La transformación va a venir desde abajo. —¿Qué escenario vislumbras para las legislativas? —Un escenario de tercios, donde las denuncias de corrupción que se están planteando a nivel nacional en el seno de la pareja Milei pueden llegar a tener algún resultado adverso en las elecciones. Porcentualmente cuatro o cinco puntos o menos. Creo que el peronismo de base va a sentir este acuerdo entre Rossi y Monteverde. Provincias Unidas puede llegar a ganar las elecciones, más allá de que no se represente en las bancas. Puede llegar un escenario de tercios donde cada uno se lleve tres escaños y ganar por poca diferencia, pero veo a Unidos ganador en términos nominales.
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