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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/08/2025 02:47
El país cuenta con 354 laboratorios y 234 plantas industriales, que emplean a más de 43.000 personas de forma directa y exportan a más de 100 destinos (Federación Médica Colombiana) La industria farmacéutica argentina ha logrado en los últimos años un crecimiento sostenido en la producción de medicamentos biosimilares y de alta complejidad. Estos fármacos, que antes estaban dominados por un único proveedor internacional, hoy cuentan con alternativas nacionales que favorecen la competencia y permiten reducir los precios. Según un estudio elaborado por la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (Cilfa), este proceso genera un ahorro anual de USD 1.700 millones para el sistema de salud argentino. El informe detalla que “la producción nacional de biosimilares ha introducido competencia en mercados que históricamente fueron monopólicos”. Esto, aseguran, derivó en una baja significativa de precios y, como consecuencia, en una mayor accesibilidad para pacientes y prestadores de salud. “La industria farmacéutica argentina ha ampliado de manera sostenida su oferta de medicamentos biosimilares y de alta complejidad, lo que ha favorecido una mayor competencia y una reducción de precios en mercados que anteriormente estaban dominados por un único proveedor” señala el documento. Los principales medicamentos que marcaron esta transformación son rituximab, bevacizumab, semaglutida, pembrolizumab, enzalutamida, la denominada triple terapia y nusinersen. Todos ellos corresponden a tratamientos de alto impacto presupuestario, ya sea por su costo elevado o por su incidencia en patologías críticas como cáncer, enfermedades autoinmunes, diabetes tipo 2 o atrofia muscular espinal. Ahorros acumulados y proyecciones El trabajo de Cilfa estima que los ahorros acumulados por la fabricación local de estos medicamentos ascienden a USD 10.287 millones hasta la fecha. Además, si se proyecta la evolución del mercado en los próximos cinco años, esa cifra podría incrementarse en otros USD 10.444 millones. De este modo, los ahorros totales superarán los USD 20.000 millones en poco más de una década, considerando los montos ya alcanzados y los que se esperan en el futuro. En el mismo sentido, el estudio calcula que los ahorros anuales podrían pasar de USD 1.700 millones actuales a USD 2.089 millones por año en el próximo lustro. Menor necesidad de importar Además del alivio para los presupuestos de obras sociales, prepagas y hospitales, la producción local de medicamentos complejos genera un impacto directo en la balanza comercial. Al sustituir importaciones, se evita la salida de divisas. Los informes calculan que la fabricación nacional de biosimilares reduce la necesidad de importar medicamentos por un equivalente a USD 615 millones anuales. Esa cifra, según las proyecciones, podría escalar hasta USD 863 millones por año en los próximos cinco años. “En términos acumulados, el ahorro de divisas ya suma USD 3.245 millones y podría alcanzar USD 5.180 millones adicionales en el mediano plazo", indica el informe. Un sector estratégico De acuerdo con Cilfa, el desarrollo de esta capacidad industrial coloca a la Argentina en un grupo reducido de países con know-how científico e infraestructura suficiente para producir medicamentos biológicos. “Gracias a la producción nacional de biosimilares y medicamentos de alta complejidad, hoy hay más competencia, más opciones terapéuticas y precios más accesibles para obras sociales, prepagas, hospitales y pacientes”, resalta el informe. Actualmente, la industria farmacéutica local cuenta con 354 laboratorios y 234 plantas industriales —186 de capitales nacionales y 48 de origen extranjero— que generan más de 43.000 empleos directos y 120.000 indirectos. Además, los medicamentos producidos en el país llegan a 116 destinos internacionales, lo que en 2024 representó exportaciones por USD 1.100 millones, de los cuales USD 139 millones correspondieron a biosimilares. Casos concretos Entre los casos más significativos destacados por Cilfa, se encuentra el rituximab, que según los cálculos de la entidad, generó un ahorro acumulado de USD 2.169 millones en nueve años y podría aportar otros USD 1.398 millones en los próximos cinco. Algo similar ocurre con el bevacizumab, que en una década significó ahorros por USD 6.086 millones y se proyecta que alcance otros USD 3.531 millones a futuro. Un ejemplo reciente es el de la semaglutida, utilizada en el tratamiento de la diabetes tipo 2, que en apenas once meses ya aportó un ahorro de USD 193 millones y podría representar hasta USD 1.218 millones adicionales en el próximo lustro. Por su parte, el pembrolizumab, empleado en terapias contra distintos tipos de cáncer, generó USD 195 millones de ahorro en tan solo ocho meses y se estima que llegará a los USD 1.699 millones en cinco años. Estos datos reflejan cómo la producción local de medicamentos de alta complejidad tiene un impacto inmediato y creciente, tanto en el financiamiento del sistema de salud como en la posibilidad de ampliar el acceso de los pacientes a tratamientos que de otro modo serían inaccesibles.
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