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» Solochaco
Fecha: 26/08/2025 14:50
La frutihorticultura, una actividad noble y sacrificada, que sostiene a muchos pequeños productores chaqueños. Paquito Ruiz, granjero de J.J. Castelli, es un claro ejemplo de desafío, lucha y perseverancia para lograr objetivos en la vida productiva. Actualmente, los campos ofrecen una amplia variedad de sandías y melones: desde la tradicional sandía híbrida, hasta opciones más específicas como la sandía amarilla y chica, ideal para postres, de entre 2 y 3 kilos, además de las clásicas sandías grandes. También sobresale el melón rocío de miel, que se produce en distintas variedades y que, según Ruiz, conserva el mismo sabor y dulzura de hace más de 20 años. “El trabajo hoy está muy enfocado en la calidad. Se seleccionan mejor las semillas, logrando frutas más dulces y con mejor sabor. Eso también le da otro valor a la producción”, explicó el productor. Hubo buenos tiempos Ruiz recordó que años atrás, desde Castelli salían entre 20 y 30 camiones diarios con destino a mercados de Mar del Plata, Tucumán, Buenos Aires o Córdoba. Sin embargo, esa postal cambió. “Ahora la siembra se achicó y muchos productores abandonaron la actividad o se dedicaron a otra cosa. El principal problema es el alto costo de los fletes: enviar un camión a Mar del Plata hoy es tan caro que encarece el precio de la mercadería, y la gente ya no puede comprar como antes”, señaló. Los pequeños van desapareciendo Otro cambio visible es la desaparición de los pequeños compradores, conocidos en la zona como “buscavidas”. Antes, era común ver a personas de distintas localidades como Sáenz Peña, Tres Isletas, Villa Ángela o Presidencia de la Plaza, llegar con camionetas o acoplados para cargar frutas y revenderlas. “Esa gente ya no viene más. Hoy para circular necesitás vehículos en regla, papeles al día, y muchos no pueden. Antes se rebuscaban, ahora todo eso se terminó”, lamentó Ruiz. Pese a este panorama, Castelli sigue siendo un polo importante de producción y abastecimiento para zonas como Sáenz Peña, Resistencia y alrededores. “La gente sigue consumiendo, si hay sandía la va a comer. El problema es la economía, no el consumo”, concluyó. En cuanto a la genética de las semillas, Ruiz destacó que actualmente se trabaja con variedades de alta calidad, provenientes de empresas internacionales. “Las semillas de melón, por ejemplo, son chilenas, muy buenas, de Bayer. Ahora cambiaron de nombre a Neuman, pero en realidad es la misma empresa. Lo importante es que la genética es excelente: buena producción, buena mercadería, buena calidad de fruta”, explicó. “Hay que diversificar para no caerse” Ante la caída en la demanda de sandía y melón respecto de otros años, el productor y su familia decidieron diversificar su actividad incorporando hortalizas. “Hoy hacemos mandioca, batata, perejil, acelga, tomate, pimiento, lechuga, remolacha, repollo, de todo un poco. Ese mercado tiene salida acá en Castelli”, detalló. Ruiz agregó que para sostener la actividad optaron por eliminar intermediarios y vender directamente al consumidor. “Tengo una verdulería en el pueblo. Todo lo que produzco en el campo, sandía, zapallo, hortalizas, va directo a mi negocio. Eso nos ayuda porque los precios son más accesibles y la gente lo valora. Si un paquete en otro lado cuesta $2.000, nosotros lo vendemos a $1.500 o incluso dos paquetes por ese precio. Así la gente compra, porque hoy recorre para poder ahorrar”, explicó. La salida de la producción De esta manera, el productor logra dar salida a su mercadería sin que se pierda en el campo. “Lo importante es vender y que no se pudra la producción. Por eso preferimos ganar un poco menos, pero mover la mercadería”, subrayó. –Por Agroperfiles–
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