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» LaVozdeMisiones
Fecha: 24/08/2025 23:54
Fernando OZ Quienes más conocen sobre campañas electorales —especialistas, consultores y quienes las han experimentado personalmente— coinciden en que las elecciones legislativas o de medio término no se asemejan a las generales, donde está en juego el Poder Ejecutivo. Hoy les propongo intentar acercarnos, aunque sea un poco, al comportamiento del electorado del Cantón en el contexto de elecciones legislativas nacionales, y de paso, observar cómo se movieron los engranajes electorales de las principales fuerzas políticas que disputaron el territorio. Preparen pochoclos. Tomemos como punto de partida la primera elección legislativa nacional del siglo: el turbulento 2001. Gobernaba Fernando De la Rúa, ya se había aprobado la ley de flexibilización laboral y el FMI otorgaba a la Argentina un préstamo de 40 mil millones de dólares en modo “salvataje”. Domingo Cavallo era el ministro de Economía y tenía en marcha el plan de “déficit cero”, que implicaba recortes para estatales y jubilaciones, el famoso 13%. Para octubre de ese año, el desempleo alcanzaba a 4,8 millones de personas. En ese escenario, en Misiones se presentaron siete listas y las urnas favorecieron al Frente por el Cambio, que obtuvo el 44,17% de los votos. El oficialismo en la provincia logró dos de los tres escaños en juego en la Cámara baja del Congreso: el exgobernador Julio César Humada y Celia Isla de Saraceni. La banca restante fue para el radical Hernán Damiani, quien lideraba una alianza integrada por tres partidos y obtuvo el 40,49%, guarismo que los radicales no volvieron a repetir. El Frente Grande se quedó sin representantes (6,25%), al igual que el MAP de Jorge Galeano (5,50%), Acción por la República (1,77%) —partido de tendencia liberal fundado por Cavallo—, el Partido Comunista (0,98%) y el Partido Humanista (0,84%). Dos datos más de esa elección: el voto en blanco alcanzó el 6,38% y, pese a la desazón de aquel momento, participó en el acto electoral el 73,43% de los empadronados en la provincia. Contexto local: Carlos Rovira era gobernador y su antecesor, Ramón Puerta, que pasó a ocupar una banca en el Senado, desde donde buscaba continuar manejando los hilos del poder provincial. Las siguientes legislativas tuvieron lugar en 2005 bajo una coyuntura completamente distinta. Néstor Kirchner gobernaba el país, la economía se había estabilizado y crecía impulsada por una macro favorable. En la provincia, Rovira había liderado la salida de la crisis, rompió vínculos con Puerta, fundó el Frente Renovador de la Concordia (FRC) y con ese nuevo sello, dos años antes, obtuvo su reelección. Para disputar las tres bancas en la Cámara baja se presentaron diez listas. El Frente Renovador logró dos diputados nacionales con el 46,47%: Miguel Iturrieta y Fabiola Bianco. El Frente Justicialista para la Victoria —con el PJ en su interior— sentó a Emilio Kakubur en el Congreso con un discreto 27,53%. Las ocho listas restantes tuvieron una performance muy baja. El tercer puesto fue para los radicales y sus socios del Partido Intransigente (11,58%), seguidos por el MAP (6,35%), el Partido Socialista (1,67%), el Movimiento de Integración y Desarrollo (1,60%), el Frente Grande (1,57%), el Frente Unidad para el Cambio (1,42%), el ARI de Elisa Carrió (1,03%) y el Partido Comunista (0,78%). El voto en blanco fue del 7,96% y la participación electoral alcanzó el 71,91%. Sigamos con las legislativas nacionales de 2009, en las que compitieron nueve listas. El país era gobernado por Cristina Fernández de Kirchner y, a raíz de las retenciones, el sector agropecuario se hallaba en pie de guerra con el apoyo de una oposición fortalecida. En Misiones, Maurice Closs era gobernador, Rovira presidía la Cámara de Representantes y lideraba el partido. Ese año, el oficialismo provincial tuvo una victoria arrolladora, la más significativa de todas las legislativas nacionales hasta la fecha. Con el 48,12%, Alex Ziegler y Silvia Risko fueron electos diputados nacionales. Lejos en segundo lugar, Ramón Puerta, con el Frente Unión PRO-Dignidad, obtuvo una banca con el 16,73%, pese al respaldo de la Sociedad Rural, de corporaciones como Bayer y Massalin Particulares, y de su amigo Mauricio Macri. El Frente Renovador de la Concordia enfrentó otros dos oponentes fuertes: el primero, que agrupaba al kirchnerismo y al PJ junto a otros tres partidos, se denominó Frente Justicialista de la Dignidad y el Progreso y fue liderado por Ricardo Biazzi, abogado y académico de impecable trayectoria. Lograron el 16,63%. El otro competidor relevante fue la UCR, que ese año se recompuso a nivel nacional, pero en el Cantón tuvo una baja performance con el 10,10%. Las cinco listas restantes fueron: Frente de la Esperanza (3,51%), Partido Socialista (1,64%), MAP (1,64%), Partido Comunista (0,88%) y Unión de Centro Democrático (0,74%). El voto en blanco llegó al 6,40% y la participación electoral fue del 69,32%, la cifra más baja registrada. Avancemos al 2013, en el que se presentaron cinco listas. Se transitaba el segundo mandato de CFK, con su imagen en descenso y saliendo a la luz casos de corrupción en el Gobierno; la actividad industrial había disminuido un 1,2% siguiendo la tendencia global de ese momento. En Misiones, Closs también recorría su segundo mandato y se repitió la fórmula Ziegler-Risko, que volvió a imponerse (43,20%). La banca restante en la Cámara baja fue para el benemérito contador Luis Pastori (26,62%), de la UCR. Unión Popular no logró acceder (14,66%), aunque llevaba en la lista a Ramón Puerta y Humberto Schiavoni. Tampoco alcanzó el Frente para la Victoria (11,23%); ese año el kirchnerismo y el PJ también enfrentaron a la renovación. El quinto lugar fue para el Partido Socialista (4,28%). El voto en blanco fue bajo (1,56%) y la participación se incrementó (78,81%). En las elecciones de medio término de 2017, gobernaba el país Mauricio Macri y Hugo Passalacqua transitaba su segundo año como gobernador. La relación entre ambos fue cordial, aunque con momentos de tensión; el mandatario provincial había instaurado la doctrina de “gobernabilidad con gobernabilidad se paga”, como una especie de “política exterior” hacia una Casa Rosada distante. En ese año, el Frente Renovador de la Concordia, junto a ocho partidos —entre ellos el PJ—, mantuvo su invicto y obtuvo dos diputaciones nacionales, con el habilidoso Ricardo Wellbach y la olvidable Flavia Morales, gracias al 42,76% de los votos. Luis Pastori logró su reelección con el 33,61% bajo la bandera del Frente Cambiemos, sumatoria del PRO y el radicalismo. Por primera vez desde 2001, la oposición superó el umbral del 30%. Detrás llegó el Partido Agrario y Social (12,73%), encabezado por Martín Sereno. Le siguió Unión Popular (4,17%), con Pedro Puerta al frente. Las últimas cuatro listas: Frente Avancemos (1,86%), Partido Nuevo Octubre (1,85%), Partido Obrero (1,65%) e Instrumento Electoral por la Unidad Popular (1,36%). El voto en blanco alcanzó un pico histórico de 8,96% y la participación electoral fue del 78,11%. Las legislativas del 2021 tuvieron una coyuntura única: estábamos atravesando un duelo, irritados, enojados. Veníamos de sobrevivir la pandemia, nunca habíamos contado tantos muertos. La economía mundial era de tiempos de guerra y Argentina acarreaba la deuda que había pedido Macri al FMI durante su gestión, para emparchar la década K, según él. Y como si fuera poco, Alberto Fernández gobernaba el país. Sobre ese escarpado escenario tuvo que manejar Oscar Herrera Ahuad la provincia. Llevó el Estado a todos lados, fuimos los primeros en salir de la cuarentena, el déficit se mantuvo razonablemente controlado. Y quiero decirlo, Oscar se comportó con el temple de un cirujano operando en la caja de una ambulancia moviéndose en primera línea, a toda velocidad, haciendo zigzag y esquivando escombros. Todos lo vimos. Sin embargo, en esas legislativas nacionales el Frente Renovador de la Concordia –con el PJ adentro– mete un solo diputado en la Cámara baja del Congreso: el doctor “Carlitos” Fernández (36,65%), otro olvidable. La lista ganadora fue la de Juntos por el Cambio (40,86%), la entonces alianza entre la UCR, el PRO y Activar, que encabezó Martín Arjol y secundó Florencia Klipauka. En esas elecciones se habían presentado cinco listas. Las tres restantes fueron el Frente de Todos (15,29%) –con el Pays de Cacho Bárbaro incluido–; Partido Libertad, Valores y Cambio (3,65%) que llevó a Ninfa Alvarenga como cabeza de lista, y el Partido Obrero (3,55%). Los votos en blanco fueron 2,08% y hubo una partición del 68,66%. Las elecciones de medio término están íntimamente influenciadas por el desempeño del gobierno nacional y su política económica. En la provincia, la consolidación del Frente Renovador de la Concordia como fuerza predominante, los oportunos cambios de alianzas de las diferentes fuerzas políticas y el surgimiento de nuevas alternativas reflejan por un lado, la constante búsqueda de representación política y por el otro, el enojo y apatía social por falta de respuesta a las demandas ciudadanas. Los porcentajes de voto en blanco y la participación electoral funcionan como termómetros de la satisfacción o el desencanto social. Este año, para las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre, en el Cantón competirán diez listas, como en 2005. El Frente Renovador NEO, con Herrera Ahuad como punta de lanza; la lista de La Libertad Avanza con Diego Hartfield; se presenta Activar con el regreso de Ramón Puerta; la kirchnerista Cristina Brítez va con Fuerza Patria; Cacho Bárbaro con el Pays; la UCR con Gustavo González; el Partido Libertario lleva a Ninfa Alvarenga; el Partido Obrero a Florencia Aguirre; el Partido FE a Germán Palavecino; y se presentó FORJA con Dalila Blach. La distribución de las tres bancas en juego se define bajo la aplicación del sistema D´Hondt, con sus características y alcances. Está especificado en el capítulo III, artículo 161, del Código Nacional Electoral. ¿Qué lista superará el histórico 40% base para poner dos diputados? ¿Cuál sacará la diferencia necesaria respecto al primero para quedarse con una banca? Queda claro que dos listas tienen chances, el resto es maquillaje electoral y supervivencia política. A lo largo de las últimas dos décadas, las elecciones legislativas en el Cantón, la mayoría prefirió preservar en el Congreso al oficialismo provincial. El electorado misionero se apropió de la herramienta electoral y la ejerce como defensa ante el lobby porteño. De cara a unas nuevas elecciones, el escenario repite patrones: la competencia se centra en dos grandes listas, mientras el resto sólo busca consolidar presencia y no desaparecer políticamente. El sistema de reparto de bancas y la lógica de alianzas continúan definiendo la representación legislativa en una provincia donde su electorado privilegia la defensa de su identidad y autonomía frente al poder central. Así, el ejercicio democrático en el Cantón revela una sociedad cada vez más crítica y exigente. Dato indispensable para que tenga en cuenta la dirigencia a la hora de renovar el pacto ciudadano con sus representantes.
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