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  • Diez años del doble crimen que sacudió a la comunidad china en València

    » Diario Cordoba

    Fecha: 25/08/2025 07:54

    Eran poco más de las 14.30 de la tarde del 28 de agosto cuando un hombre de 60 años de edad y nacionalidad china irrumpió alterado en un bazar asiático del barrio valenciano de San Marcelino para pedir ayuda. "Corre, llama a la policía", gritó al dependiente. El sexagenario venía de su piso, en el número 21 de la calle Tomás de Villarroya, en el barrio valenciano de la Creu Coberta, en cuyo interior yacían los cadáveres de su mujer y su nieta con evidentes signos de violencia. Las dos víctimas, de 62 y 10 años respectivamente, fueron asesinadas a cuchilladas a manos de la hija de la mujer, tía de la anciana, quien propinó 49 puñaladas a sus familiares tras sufrir un brote psicótico, justo antes de huir con su hija en un taxi rumbo a Castellón, donde horas después fue detenida. Esta semana se cumplen diez años del doble homicidio que conmocionó a la comunidad china en València. La alerta de lo que había sucedido en el interior de la vivienda en la que residían desde hacía una década los dos abuelos paternos, dos de sus nietas de 5 y 10 años y los padres de estas, todos ellos de nacionalidad china, llegó en torno a las 14.36 horas del 28 de agosto de 2015. Al acceder a la casa, el abuelo se encontró que su mujer y una de sus nietas habían sido asesinadas en su propio hogar. El hombre, con escaso dominio del español, acudió corriendo a un bazar chino para advertir al dependiente, de esta misma nacionalidad, que se había encontrado "sangre y gente muerta". Tras avisar al servicio de Emergencias 112, el personal sanitario que acudió para asistir a las víctimas no pudo hacer nada por salvarlas y finalmente confirmaron la muerte de una mujer de 62 años y una niña de 10. Detenida en Castelló La comisión judicial desplazada hasta el lugar del crimen ordenó el levantamiento de los cadáveres pasadas las 16.30 horas de aquella tarde. Los agentes de policía movilizados, por su parte, acordonaron el piso en el que se había producido el doble homicidio, en la octava planta del edificio, así como el portal y el comercio al que el abuelo había entrado a pedir auxilio en busca de pistas, mientras que los investigadores del Grupo de Homicidios rastrearon la zona y los contenedores de basura, en busca del arma homicida, así como de cualquier rastro que pudiera haber dejado el autor del doble crimen, cuya identidad hasta el momento se desconocía. No fue hasta las 20.30 horas de ese mismo día cuando la Policía Nacional informó que se había detenido a una persona sospechosa del doble homicidio en Castelló, sin dar más datos de quién era. Poco después, se hacía público que la arrestada era Shufang Z., una de las hijas de la mujer mayor y tía de la niña, quien tres días después, el 31 de agosto, ingresaba en prisión provisional, comunicada y sin fianza tras acordarlo el juzgado de instrucción número 19 de Valencia, en funciones de guardia, por su relación con el doble homicidio. Tiró la ropa con sangre en un contenedor Según se pudo confirmar, la acusada residía junto con sus padres y su hija, de diez meses en la vivienda en la que se produjo el trágico suceso. El día de autos también se encontraba con ellos pasando las vacaciones una sobrina, de diez años, quien también fue asesinada. Según la reconstrucción de los hechos, entre las 8.30 y las 11.15 horas, Shufang Z. cogió un cuchillo de grandes dimensiones y atacó a su madre, que se encontraba en su dormitorio. La víctima trató de defenderse, como demostraban las 23 lesiones que presentaba en brazos y manos, pero su agresora le asestó hasta 28 cuchilladas en la zona del tórax y el abdomen, algunas de ellas mortales de necesidad. Después, la asesina entró en la habitación donde estaba su sobrina y la mató clavándole 21 cuchilladas con esta misma arma. Según recogía el escrito de la Fiscalía, tras cometer el crimen, la acusada "se lavó y cambió de ropa, y se deshizo de las prendas manchadas de sangre en un contenedor próximo al domicilio". Justo después, añade, cogió a su hija y, tras deambular por distintos lugares, tomó un taxi y se marchó al domicilio de unos parientes, en Castelló, donde horas después de ese mismo día fue detenida por la Policía Nacional. El historial médico de la mujer, de 33 años en el momento de los hechos y sin antecedentes penales, desvelaba que padecía una esquizofrenia severa que le hacía actuar de forma violenta y homicida en algunas ocasiones. De hecho, en varias ocasiones tuvo que ser ingresada, mientras que en 2013 se le reconoció una discapacidad del 65%. Internada en un psiquiátrico Tras reiterados intentos de tomar una declaración coherente a la homicida, que llegó a atribuir las muertes a "unos seres" durante un interrogatorio con los forenses, estos determinaron que la mujer no estaba capacitada para declarar ni para entender el motivo por el que iba a ser juzgada, no pudiendo siquiera plantear su propia defensa. Es por ello que el fiscal del caso apreció la eximente completa de alteración psíquica al determinar "la total anulación de su capacidad de conocimiento, comprensión y voluntad" de la acusada en el momento del crimen, a la que se le imputaban un delito de asesinato contra víctima menor de 16 años y otro de homicidio, con las agravantes de abuso de superioridad y parentesco. Durante el juicio celebrado ante un jurado popular a finales de enero de 2017, tanto la Fiscalía como la abogada de la defensa consideraron que la acusada estaba exenta de toda responsabilidad penal dada la esquizofrenia que padecía y que no le permitía ser consciente. Así con todo, ello no impidió que solicitaran su internamiento permanente revisable en un centro psiquiátrico debido a su agresividad y peligrosidad, donde finalmente fue ingresada por un máximo de 25 años.

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