Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • "Esta herida ya es para toda la vida": el incendio que dice adiós al paraíso verde de Jarilla

    » Diario Cordoba

    Fecha: 22/08/2025 03:24

    Con papel y lápiz en la mano, Amable, vecino de Jarilla, repasa la lista de árboles que había en su finca. Hoy la muestra a este diario y se topa de nuevo con la imagen más temida: sus olivos al completo están calcinados. No puede contener la impotencia ni tampoco las lágrimas al contemplar lo que queda de la herencia familiar. Esa tierra, al igual que otra parcela que también ha perdido, nunca fue su sustento, pero sí su orgullo, porque de ella emanan todos los recuerdos de su niñez. A su lado camina Isabel Méndez, su mujer, quien recorre el terreno en silencio. "Quería verlo con mis propios ojos, todavía no había venido y es desolador. La verdad es que me siento muy decaída, porque esto debería ser todo verde, y ahora está seco, negro. La diferencia es terrible". A su paso, señala cada rincón del terreno, como si todavía lo viera intacto. Pero hablar de sus fincas ya es hablar en pasado. "Este olivar era grandísimo. Es de mi hermano, y mi marido también tenía allí otra finca con un olivar grande. Mi cuñado, igual: toda esa parte de ahí es suya y está arrasada". El recuerdo le hace retroceder a los veranos en los que recogía higos cuando bajaban a esa parte del pueblo. "Esta zona era preciosa: aquí había una higuera enorme donde los cogíamos directamente del árbol, un paisaje verde, lleno de vida… y ya no queda nada, todo en el suelo". Los días de regreso a casa tampoco han devuelto la calma. "Es un golpe tremendo. Incluso cuando duermes parece un mal sueño, y al despertar lo primero que piensas es en salir a comprobar si de verdad está todo así", lamenta. Aunque lo peor ya ha terminado, recuerda la evacuación sin poder evitar que la angustia regrese. Aquella primera noche la pasaron en el coche, convencidos de que al día siguiente volverían. Pero pasaron cuatro días en los que "todo fue empeorando. Ha sido horroroso ver cómo se encendían focos y focos que avanzaban cada vez más". El tesoro devastado Jarilla guarda un tesoro en su cima. Se trata de Piedras Labradas, un paraje enigmático a 1.070 metros de altitud con vistas sobre Trasierra. Hoy, el sendero que conduce hasta allí es un rosario de cicatrices. La subida es estremecedora: árboles muertos, otros segados y un suelo tiznado de ceniza blanca. El silencio pesa, roto apenas por el crujir de ramas que todavía ceden. Todo huele a chimenea, pero ya no queda hogar. De vuelta al casco urbano, que cuenta con apenas 140 habitantes, el fuego ha llegado hasta las puertas de las casas y porches. En la plaza, Minerva Serrano conversa con un vecino. ¿Cómo está? La pregunta inevitable... "Tengo el corazón roto y el alma en pedazos", responde sin rodeos. Ha pasado toda su vida en Jarilla y confiesa sentir "rabia e impotencia". No quiere que ese sentimiento se disipe, porque —asegura— "es lo que me hará seguir adelante y hacer algo por lo poco que nos queda". Serrano no pide dinero ni ayudas económicas: reclama manos. Personas que colaboren con los ganaderos —la mayoría del pueblo— que se han quedado sin alimento para el ganado y que ahora deben mantener como puedan los abrevaderos y charcas que han resistido a las llamas como por arte de magia. "Ahora, en cuanto se vayan los de fuera, quedaremos como mucho cuarenta personas hábiles para poder trabajar", advierte. "Mi casa era un polvorín" Su rabia no nace solo de la destrucción de su tierra, sino de la angustia: "No hemos podido ayudar. Nos desalojaron rápido y durante todo ese tiempo estuve muy nerviosa. Mi casa está detrás de los huertos, con techumbre y vigas de castaño, y pensé que si el fuego entraba sería un polvorín". Afortunadamente no sucedió, pero en la calle Real hay fachadas quemadas, cocheras destruidas y una vivienda con la parte trasera calcinada. Muchas casetas ardieron con las reservas de paja y forraje del año. "Los animales tienen que comer hoy, mañana, pasado… y no queda nada", explica. Serrano agradece que no haya víctimas humanas, pero el consuelo no le alcanza. "Esta es nuestra tierra y lo que hemos perdido me duele profundamente. Cada uno lo vive a su manera. Yo no me hubiera marchado y habría hecho lo imposible por frenar el fuego. Para mí esta herida será de por vida". Oasis en medio de la ceniza La parte baja del municipio es un pequeño oasis. En medio de un paisaje gris, destaca el verde de la parcela de Elena Abelleira, veraneante en la localidad. "El fuego ha sido muy caprichoso. Este terreno de al lado estaba cubierto de zarzas y ahora es todo ceniza. Nosotros habíamos limpiado el límite y quizá por eso se salvó”, reflexiona. Aunque se quemaron los montículos de hierba que colocaba para conservar la humedad, sus árboles resistieron. Otros vecinos no tuvieron la misma suerte: "La diferencia era aleatoria, el de abajo se calcinó y el mío no", cuenta mientras limpia la zona y revive el golpe que supuso el incendio. "Veníamos a descansar y nos encontramos con un infierno". Jarilla carga ahora con las huellas del desastre. Cicatrices que marcarán al Valle del Ambroz y al Jerte durante mucho tiempo. 2025 será recordado como el año en que un rayo cayó sobre el pico Cabeza del Santo, descendió por la sierra y arrasó el aparentemente eterno paraje de Piedras Labradas, hasta alcanzar los pequeños olivares privados. El futuro solo puede ser hacia adelante, pero harán falta muchas manos para que el paisaje de ensueño que rodeaba a este rincón de Cáceres vuelva a ser de cuento.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por