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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/08/2025 04:37
Tres versiones de El Grito. Una pintura, un grabado y un dibujo. Cuando una se exhibe en el Museo Munch de Oslo, las otras dos están guardadas. Una de las obras fue robada en 2004 (© Munchmuseet) El 22 de agosto de 2004, el arte universal perdió de vista, durante dos años, dos de las obras más reconocidas del pintor Edvard Munch en un golpe comando sin precedentes en Oslo, Noruega. En menos de un minuto, El Grito y La Madonna desaparecieron del público tras un asalto ocurrido a plena luz del día en el Museo Munch, mientras decenas de visitantes observaban impotentes a los responsables armados que irrumpieron, amenazaron al personal y huyeron con los cuadros en una operación calculada. Ese episodio transformó la percepción sobre la seguridad de las colecciones artísticas europeas. Aquel domingo tres individuos encapuchados interrumpieron la rutina del recinto. Armados y con la determinación de extraer los cuadros originales, obligaron al personal y a los visitantes presentes a tirarse al piso no interferir en el robo. Los integrantes del grupo criminal redujeron al máximo el tiempo de exposición: desmontaron los marcos de las paredes para después escapar en un vehículo que pronto fue hallado abandonado en las inmediaciones. Momento en el que los ladrones salen del museo con los dos cuadros de Edvard Munch. La foto fue tomada por un vecino que vio la situación y publicada en la TV de Noruega (AP Photo/ SCANPIX) Testigos entrevistados en aquel momento relataron el estado de conmoción generalizada que se vivió tanto dentro del museo como en la comunidad noruega al confirmarse el alcance del robo. A lo largo de dos años, el paradero de El Grito y de La Madonna permaneció desconocido. Las autoridades policiales como el gobierno de Noruega se vieron presionados para justificar las medidas de seguridad en los museos estatales, después de que trascendiera que los cuadros no contaban con seguro contra robo. Esa situación provocó una revisión integral de los sistemas de protección de obras maestras en todo el país. La falta de póliza incrementó las críticas, dado el valor incalculable de ambas piezas para el patrimonio cultural noruego. Durante los meses siguientes, la investigación policial continuó sin grandes avances públicos, aunque ininterrumpidamente. Las informaciones aportadas por fuentes especializadas, revelaron que la policía realizó decenas de interrogatorios y peritajes, además de controles fronterizos y colaboraciones con organismos internacionales dedicados a la recuperación de arte robado. En paralelo, la expectativa social creció en torno a la posibilidad de recuperar intacto el legado de Munch, cuyo impacto trasciende las fronteras noruegas. El municipio de Oslo ofreció una recompensa de una cifra cercana a los 250.000 dólares por quien aportara información sobre las pinturas de Munch. Los ladrones ya subieron los cuadros robados en el auto y están por abandonar las inmediaciones del museo (AFP/SCANPIX) La inesperada recuperación de las obras sucedió a finales de agosto de 2006. La policía de Oslo confirmó que, tras una operación encubierta, los cuadros originales habían sido localizados, aunque presentaban daños estructurales y en sus superficies. Las autoridades explicaron, en aquel entonces que la recuperación fue posible gracias a la colaboración de uno de los implicados, quien buscó reducir su condena. El estado de los cuadros inquietó inicialmente a conservadores y especialistas, pero los equipos técnicos determinaron que los daños eran restaurables. Los cuadros eran invendibles por eso uno de los ladrones colaboró con las autoridades. El proceso judicial fue riguroso. En abril de 2007, la justicia noruega estableció responsabilidades entre los acusados y dictó condenas de distinta magnitud para los implicados. Björn Hoen fue identificado como el organizador de la operación y Petter Tharaldsen, quien condujo el auto que esperaba a sus cómplices en la puerta del museo recibieron una sentencia de nueve años y medio de prisión. Stian Skjöld quien se supone que colaboró con las autoridades para que se recuperaran las obras de arte, fue condenado a cinco años y medio de prisión. También tuvieron que pagar una multa por daños. El segundo cuadro robado en 2004. La Madonna, óleo sobre lienzo, pintado por Edvard Munch en 1894 (© Munchmuseet) Según crónicas de la época la dificultad del caso residió tanto en demostrar la autoría intelectual como en la trazabilidad de las obras tras su desaparición. Otros sospechosos quedaron absueltos o recibieron condenas menores tras el análisis de pruebas y testimonios. Las razones que motivaron el robo han sido objeto de análisis policial y periodístico. Varias fuentes señalaron que la imposibilidad de colocar en el mercado negro una obra tan identificable llevó al fracaso de los planes iniciales de los ladrones. Ese caso puso en evidencia la limitación del tráfico ilícito de arte de alto perfil, debido al valor simbólico y la trazabilidad de cada pieza. Luego de su recuperación, ambas pinturas ingresaron en un programa de restauración que se extendió durante dos años. El proceso requirió la intervención de un equipo internacional con experiencia en arte expresionista y técnicas contemporáneas de restauración. El objetivo principal consistió en devolver a las pinturas su estabilidad física y apariencia, evitando alteraciones en el trazo y en la coloración original de Munch. Litografía de 1895. Autorretrato de Edvard Munch, uno de los mayores exponentes del expresionismo (© Munchmuseet) El retorno de El Grito y La Madonna al Museo Munch fue un evento de alto perfil en Noruega, lo que implicó reforzar tajantemente los protocolos de seguridad en el recinto. Las obras fueron reexpuestas con cristales blindados, sistemas de alarma y mayor presencia de personal, una vez culminadas las tareas de restauración en 2008. Ese refuerzo de seguridad constituyó uno de los desarrollos más relevantes para la preservación de patrimonio en museos europeos durante los primeros años del siglo. El robo tuvo trascendencia per se y también impacto internacional en museología y la posterior actualización de los estándares de protección de obras de arte emblemáticas. En palabras de historiadores noruegos, “el golpe de 2004 marcó un antes y un después en la manera en que el país protege y valora su herencia artística”. Las secuelas del asalto tuvieron consecuencias mucho más allá de Noruega. Diversos museos y galerías internacionales modificaron protocolos de seguridad para obras consideradas irremplazables, tomando como referencia la experiencia de Oslo. En los años siguientes, el cuidado sobre las piezas de Edvard Munch (1863-1944) se transformó en una prioridad estatal. Desde la perspectiva judicial, el caso sentó un precedente por el nivel de coordinación y recursos invertidos en la investigación. Entre las decisiones tomadas por la policía noruega figuraron la creación de equipos especializados, el uso de tecnología de seguimiento de arte y la cooperación directa con cuerpos policiales de otros países europeos. Edvuard Munch nació el 12 de diciembre de 1863 en Løten, y murió de neumonía el 23 de enero de 1944 en Ekely, cerca de Oslo, donde pasó sus últimos años que fueron durante la ocupación de Noruega por parte de la Alemania de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial (© Munchmuseet) El robo de las dos obras de Munch en 2004 continúa siendo una referencia para especialistas en seguridad, conservación y recuperación de arte robado. En tanto la restauración finalizada de El Grito y La Madonna representó una victoria para la comunidad cultural noruega y para la gestión de riesgos en museos de todo el mundo. En 2012, la obra El Grito volvió a ser noticia internacional. Fue porque se subastó una versión distinta a la que había sido robada y que formaba parte de una colección privada. Era la única de las cuatro versiones de El Grito que permanecía fuera de Noruega. Esa pintura, fechada en 1895, alcanzó un precio de 120 millones de dólares, récord para la época. El millonario neoyorquino León Black fue quien pagó ese monto por la pintura del artista noruego, uno de los precursores del expresionismo. En 1994 El Grito había sido robado también en Oslo. Pero esa es otra historia.
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