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  • En el Gobierno ven que será cada vez más difícil pedirle a la economía noticias positivas

    » Clarin

    Fecha: 19/08/2025 22:42

    "No me manches la licitación”, fue la frase de uno de los integrantes del equipo económico a un banco mediano este lunes por la tarde. La entidad había licitado un spread de 5 puntos adicionales a la tasa ofrecida (TAMAR) por la Secretaría de Finanzas para capturar unos cuatro billones de pesos que quedaron sueltos en la calle. La TAMAR es una tasa que sale del promedio de lo que pagan los plazos fijos los bancos y el Gobierno ofreció un bono con ese número más un adicional como zanahoria. Pero el equipo económico, preocupado por el mensaje que se transmite al mercado y las órdenes que se anotan en el registro, quiso mostrar que ese spread fuera cercano a 1 punto porcentual y no 5 puntos. “Sacá esa orden que cargaste”, le dijeron a un banco que pretendió cobrar lo que Luis Caputo había pagado días atrás (5 o 6 p.p.). Los banqueros dicen que Caputo “está cazando en el zoológico” para referirse a su tarea de retirar los casi $ 6 billones que le sobraron de la licitación del miércoles pasado: $ 2 billones ‘los cazó’ a través de la necesidad de formar encajes y los otros $ 4 billones el lunes fuera del calendario. El próximo 29 de agosto vencerán $ 8,03 billones. “Los bancos no pueden hacer otra cosa que acatar”, contaban ayer por la mañana en la city. Para colmo, el viernes pasado, en un space en Twitter, Pablo Quirno, secretario de Finanzas, cargó contra sus tesoreros diciendo que “antes, esos pesos no se les prestaba a la economía sino que los colocaban y se iban a dormir. Acá hay un cambio de paradigma muy grande”. Las entidades parecieron reaccionar por estas horas: los plazos fijos mayoristas pagan ya una tasa promedio de 56%, más de 20 puntos por encima de la inflación, y algunas ofrecían a clientes minoristas casi 50% anual para dejar allí los pesos. En el Gobierno dirían que se acordaron de trabajar de bancos. El dólar ayer bajó y las tasas también. ¿Victoria para Economía? Habrá que ver las consecuencias sobre la actividad y la deuda de las mayores tasas. Caputo apostó fuerte y salió airoso. Sacó su impronta de “jugador y trader” como en 2018, decía ayer alguien desde una Sociedad de Bolsa. Hace siete años, entonces presidente del Banco Central, se peleó con el FMI para utilizar los dólares que le habían prestado y ganarle la pulseada al mercado con el fin de evitar una devaluación mayor del peso que terminase en una espiral inflacionaria. Esta vez la pulseada la libró contra los bancos. En ambas oportunidades Caputo no priorizó la definición de una regla o una comunicación sino más bien el resultado con fines electoralistas, en este caso, lograr que las entidades bajen la tasa luego de la volatilidad por el desarme de las letras fiscales de liquidez a 1 día (LEFI). Hay un rumor de que esta idea de las LEFI fue del presidente Javier Milei. El comentario salió de un miembro del Gabinete en una reunión con economistas del mercado. Otras fuentes señalan que la pulseada en verdad es entre el propio Ministerio de Economía y el Banco Central contra los bancos. Que no se trata de ninguna teoría austríaca lo que hay detrás de esta volatilidad sino más bien bancos expuestos a más riesgo argentino cuando se les pidió que reemplazaran las LEFI por las LECAP en sus activos. Una tercera versión indica cierta tensión en la conducción de la política económica. El propio Milei admitió que no se lleva bien con colaboradores de algunos de sus ministros, aunque no precisó que sea así en el área económica. El número dos de Economía, José Luis Daza, días atrás en una presentación en Santiago de Chile, dio a entender que nada de eso podría haber sucedido “porque dentro del equipo económico todos pensamos igual”. Y agregó: “Lo cual es una gran ventaja”. De todas formas, todo esto deja algunas dudas. Si es como dice Daza (que todos piensan igual en el equipo económico) ¿cómo alguien podría detectar un error si ocurriera? Porque si todos son lo mismo, un mal cálculo se arrastraría, se acumularía el desvío formándose un desequilibrio. La pregunta sería: cuando se percatasen de ese error, en el equipo económico, ¿qué tan rápido reaccionarían si todos pensaran lo mismo? “El equipo económico somos unos diez economistas -siguió Daza-, todos piensan igual, todos se juntan con el Presidente, nadie disiente, no hay polos de poder, formamos en forma muy cohesionada”. Una alta fuente del Gobierno admite que “cuanta más normalizada esté la economía menos relevante serán sus resultados para el debate de las personas y la opinión pública. La economía es un factor importante en nuestras vidas, pero no el único”. Y entiende que aún cuando la estabilización no está garantizada (en el Gobierno creen que en agosto y septiembre habrá “oscilaciones” en la tasa de inflación), los desafíos que enfrenta la economía después de la rápida desinflación llevarán más tiempo en ser revertidos porque involucran hasta lo que Milei llama “batalla cultural”.

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