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» Clarin
Fecha: 19/08/2025 13:09
Cuáles son las dos características centrales del discurso oficial del presidente Javier Milei? “Deslegitimación del adversario”, con la que se construye un relato en el que quienes piensan distinto son presentados como enemigos de la patria, traidores o agentes del caos. Así, se deslegitima cualquier crítica o alternativa política. 48 veces aparece este componente en el discurso del Presidente desde el Foro de Davos y 40 veces en el discurso de Apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso en 2025. Y “concentración del poder”, expresada en manifestaciones de centralización del poder minimizando o eliminando los controles y equilibrios institucionales. Se traduce en la imposición de la voluntad del Ejecutivo sobre los otros poderes del Estado. En los mismos discursos tomados como ejemplo: 36 veces aparece en el discurso de Davos y 17 veces en el Discurso de Apertura de Sesiones. Esto forma parte del discurso público cotidiano desde la voz del presidente, pero es necesario mostrar evidencia porque estos componentes son parte de lo que llamamos “discursos de Incivilidad”, que se sostienen argumentalmente desde la exclusión del otro, desde la negación de su identidad y de su condición ciudadana, por diferencias de pensamiento político, creencias religiosas, preferencias sexuales, gustos culturales, procedencia geográfica, entre otras características. Un ejemplo potente de esta idea es la diferenciación tajante entre ciudadanos del “bien”, los que apoyan al presidente, y ciudadanos del “mal”, todo aquel que piensa distinto. Esa incivilidad parecía avasallante, pero empieza a haber límites democráticos. Red flags. Malhumores que se expresan como frenos de un “vale todo” que se venía imponiendo con falta de reacción en muchos sectores de la sociedad. Como parte de una investigación internacional en la que comparamos discursos presidenciales en América Latina y cómo estos afectan a la democracia, adelantamos parte de los resultados en Argentina que demuestran el comienzo de reacciones por parte de la ciudadanía, según estudios hechos a la población durante el mes de julio, en los que dividimos entre simpatizantes y opositores al presidente. Una línea de respuesta, transversal al estudio: todo el que se considera opositor al presidente, rechaza su estilo comunicativo presidencial con valores muy cercanos a la unanimidad. De todos los espacios. Sin indulgencia. Rechazan todo. No aceptan ninguna justificación o excepcionalidad. La desaprobación es total. Esto se repite en la gran mayoría de respuestas del estudio: el opositor, lo es en todos los temas que tienen que ver con este estudio y frente a la diversidad de respuestas. Dos, que dentro del espacio de quienes simpatizan con el presidente argentino, se permiten ver claros signos de rechazo al estilo discursivo en una porción más que significativa y variable de acuerdo a cada pregunta. Alrededor del 40% de sus simpatizantes no se identifican con su estilo de habla. Aún más, de sus adherentes, el 37% no lo aprueba y lo aprueban con reservas el 33%. Se registra una clara percepción de hostilidad en el estilo discursivo de incivilidad del presidente argentino, en más de un 30% de ellos que afirman que frecuentemente tiene ese estilo de incivilidad discursiva. Pero la cuestión se torna severa cuando se registra una clara percepción de daño democrático y afectación de la calidad del debate público, la convivencia social, la participación electoral y en la relación con los medios, todas posturas asociadas a consecuencias del estilo discursivo de incivilidad del presidente. Como dijimos, esto piensa toda la oposición, pero también cerca del 50% de sus propios simpatizantes (considerando el “mucho” y “algo”) que sostienen que esos discursos afectan la vida democrática. Y ni siquiera sus simpatizantes le aceptan plenamente la justificación de la situación del país como excepcional, para avalar sus discursos de incivilidad. Tampoco por identificarlo auténtico o porque “habla sin filtro”. Tanto es así que la asociación de la incivilidad discursiva del presidente Javier Milei con una postura de “ultra derecha” es la más significativa de las opciones ideológicas en donde los propios argentinos lo ubican. Pero mucho más alto es el rechazo la excepcionalidad no democrática. La defensa de la democracia es altamente mayoritaria en la Argentina, tanto en opositores como en simpatizantes. Sin embargo, cerca de 1 de cada 4 de los simpatizantes de Milei apoyarían opciones no democráticas si estas le garantizan solucionar problemas, y casi 1 de cada 20 entre los opositores. El número preocupa, pero es marcadamente menor a valores registrados en otras mediciones comparadas en la región. No hay acostumbramiento a la hostilidad y al ataque a opositores o a la prensa. La cortesía política y el respeto son mayoritariamente deseados. No hay validación de que la agresión discursiva sea una estrategia legítima, ni que represente a la “gente común” ni que se justifique en dar batalla a la “casta”. Al contrario, es significativo el peso de quienes opinan que el estilo discursivo de incivilidad refuerza el autoritarismo (casi el 45% de sus simpatizantes lo afirman) y es mayoritaria la preferencia de que el discurso político pueda ser crítico, pero respetuoso, esto sostenido por simpatizantes y opositores. Hay también una creencia de que estos discursos pueden activar o justificar la violencia en otros ámbitos de la sociedad. Un 35% de sus propios simpatizantes así lo consideran.
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