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  • Una trayectoria que trasciende lo profesional y ahora puede estar lindera a los altares de los santos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 17/08/2025 14:37

    Nínawa Daher, periodista y abogada. Toda la historia de la Iglesia está marcada por estos hombres y mujeres que, con su fe, su esperanza, su caridad multiforme y con su vida de entrega, han sido faros, estrellas y aljibes de espiritualidad cristiana para muchos, e inevitablemente lo son también para nosotros, aunque seamos esquivos a vincular la vida espiritual con la vida profesional. Mero liberalismo religioso. Cuando la memoria ya desborda en reconocimientos, agradecimientos, premios, admiración y asombro, se transforma en Memorial. Cuando un recuerdo respira y palpita en las obras aún fecundas. Esto es lo que ocurre cuando rememoramos a la sobresaliente periodista, abogada y, sobre todo según ella misma, católica ferviente Nínawa Daher. Desde su fallecimiento, hace ya catorce años, su nombre sigue sorprendiendo más allá de las fronteras argentinas y las incumbencias propias de la trayectoria periodística. Los premios y distinciones incesantes lo atestiguan. Hasta aquí uno puede pensar en que cualquier profesional puede alcanzar esto con esmero y dedicación honesta. Pero, estamos presentando un caso que, se conjetura, puede haber alcanzado los umbrales de la virtud heroica y la santidad. Nos alientan las razones mismas por las que jóvenes como Carlo Acutis o Pier Giorgio Frassati son canonizados en setiembre por el papa León XIV. “¡Pero si Ninawa hacía lo que quería!”, pueden decir algunos con mirada corta. Aunque es cierto en algún sentido. Esta es la verdadera sencillez, grandeza y profundidad de la vida cristiana, del ser santos. Esta es la razón por la cual San Agustín, comentando el capítulo cuarto de la primera carta de San Juan, puede hacer una afirmación atrevida: “Dilige et fac quod vis”, “Ama y haz lo que quieras”. Y continúa: “Si callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor; que esté en ti la raíz del amor, porque de esta raíz no puede salir nada que no sea el bien” (7, 8: PL 35). Quien se deja guiar por el amor, quien vive plenamente la caridad, es guiado por Dios, porque Dios es amor. Así, tienen gran valor estas palabras: “Dilige et fac quod vis”, “Ama y haz lo que quieras”. Es la libertad de espíritu que quiere “repartir alas” a todos para que, amando santamente, “hagan lo que quieran” y cumplan con su deber. Nínawa Daher, periodista y abogada. A menudo se piensa todavía que la santidad es una meta reservada a unos pocos elegidos. Sin dudas, son personas normales, por decirlo de alguna manera, sin un heroísmo visible, pero en su bondad de todos los días se ve la verdad de la fe esplendente. Esta bondad “distinta”, que han madurado en la fe de la Iglesia, es la apología más segura del cristianismo. Nínawa tenía una sonrisa apologética, porque al sonreír transformaba el error en verdad, la falacia humana en certeza teologal. No se termina de creer y aceptar que una “joven de la tele”, la “periodista bonita del noticiero” pueda estar siendo considerada entre esas almas elegidas. Precisamente esa percepción de ser “una más de nosotros”, “natural”, “la compañera destacada”, etc. es como se presentan la casi totalidad de las hagiografías. Lo ordinario y rutinario se presenta como la cara externa de lo extraordinario y divino que se esconde. Dios obra en lo escondido y en lo pequeño; no está en la “espectacularidad”, lo “mediático”, lo “farandulero” y lo “grandioso”. La santidad, según el mismo Magisterio de la Iglesia católica, es aquella búsqueda incesante y enamorada de agradar a Dios en todo. “Es el amor agradecido de Dios”, dirá Benedicto XVI. Es el anhelo de cumplir en toda perfección la Voluntad de Dios. Hasta aquí, nada ajeno a la forma en que Nínawa Daher modeló los últimos años de su vida, con raíces en una niñez plena de inquietud cristiana. En sus escritos y en sus obras, Nínawa expresa una relación coloquial, sencilla, personal, determinante y, por momentos heroica, con Jesucristo y la vocación inalienable de alcanzar el cielo; a darlo todo por su Amado, aún a costa del martirio moderno, diría san Juan Pablo II, que es el sarcasmo y el castigo injusto. Sucede ante el testimonio abierto de defender y custodiar la Verdad, el Bien, la Belleza, la Unidad, la Paz y el Ser mismo, todo en mayúsculas porque converge en una sola Persona: Jesucristo. Las incesantes formas de reconocimiento a Nínawa tienen como telón de fondo un celo ardiente de transformar el mundo y los corazones con la auténtica caridad de Cristo. Nínawa Daher, periodista y abogada. Ella no se limitó de ninguna manera a lo social, lo humanitario y a la beneficencia, sino que el principio, medio y fin de sus proyectos estuvo en unir su entorno a Cristo, Rey de los corazones y soberano del orden socio-político, cultural y religioso. Es lo que la Iglesia denomina Evangelización de la cultura o Inculturación. Nuni, como la llaman sus íntimos, “hizo ruido”, como mandó el papa Francisco. En Cristo, por el testimonio preclaro de Nínawa Daher, el Dios vivo se hizo cercano, visible, audible, tangible, de manera que todos puedan recibir de su plenitud de gracia y de verdad (cf. Jn 1, 14-16). San Agustín exclama: “Viva será mi vida llena de ti” (Confesiones, 10, 28). ¿Cómo puede suceder que nuestro modo de pensar y nuestras acciones se conviertan en el pensar y el actuar con Cristo, en Cristo y para Cristo? ¿Cuál es el alma de la santidad? De nuevo el Concilio Vaticano II precisa; nos dice que la santidad no es sino la caridad plenamente vivida. “Dios es amor y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16). Nínawa nunca se limitó a informar; el fuego de su corazón la impulsaba a formar y transformar todo en amor, todo en alto vuelo sobrenatural. Todos los testimonios de innumerables personas que acuden a ella para que interceda por alguna gracia o petición especial, aportan al corazón anhelante la paz anhelada, la gracia esperada, el consuelo oportuno y la alegría con alas. En la Fundación Ninawa Daher se obtienen todos los datos para registrar las bendiciones que “la bella e inteligente periodista de la tele” concede, mediando ante sus grandes amores vivificantes de Jesús y de María Virgen. Su causa ya tiene su postuladora. Con las prudencias y debidas obediencias eclesiales, auguramos que pronto pueda declararse formalmente la apertura de su causa de beatificación. A partir de allí se podrá llamar “Sierva de Dios” … que no es otra cosa que ratificar lo que fue sencillamente en vida. *El Padre Francisco Javier del Corazón de Jesús Correa es licenciado en Comunicación Social y Sacerdote.

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