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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/08/2025 12:55
David Uclés, 35 años, el autor de la magnífica y sorprendente "La península de las casas vacías" (Foto: Hibai Agorria - Ediciones Siruela) Un cristalero que debe reemplazar las ventanas de una casa una y otra vez porque la dueña, consumida por la espera, las desgasta mirando hacia el horizonte; un pueblo donde cada llanto adquiere un color distinto según la emoción que lo provoca; una mujer cuyos miembros amputados vuelven a crecer; una bala que persigue a un joven por las calles. Son imágenes que no suceden en ningún polvoriento pueblo latinoamericano, más bien ocurren en la España de 1936-1939, en el período de tiempo de la guerra civil que habría de transformar la historia del país durante el siglo XX. Entonces: el realismo mágico sirve para contar desde un inesperado punto de vista y con original estilo, una saga familiar que refleja el horror de un enfrentamiento que dividió amigos, familias, pueblos, ciudades y provincias. Todo cabe en La península de las casas vacías, una monumental novela de casi 700 páginas firmada por David Uclés, músico y escritor de 35 años nacido en Úbeda (la misma ciudad de Joaquín Sabina). En la pausa del fin de año 2024, una entrevista radial despertó mi interés porque asociar “guerra civil” y “realismo mágico” resultó atractivo. Días después, en las primeras horas de 2025, busqué y encontré la mentada novela en una discreta librería de la hermosa Calle de las Huertas, en Madrid, muy cerca de La Milla de los museos y camino al Jardín Botánico. Desde la primera página, me atrapó y no la solté más a lo largo de mañana, tardes y noches transcurridas desde enero hasta agosto, ya sea en un club de Villa Crespo o en un largo vuelo a Doha. La novela es considerada una de las más relevantes de la literatura española en lo que va del siglo XXI Dice el autor que esas licencias poéticas del realismo mágico “atenúan el dramatismo de la historia”. Y tiene razón: “no es lo mismo que de una herida salga sangre que arena. O congelar una avioneta en el aire sobre la batalla de Teruel, y el piloto se santigua en su interior. Se trata de crear imágenes con cierto halo onírico, con un uso del color y la plasticidad. Y puede ayudar a grabar en la memoria ciertos episodios de la guerra”. A partir de este despliegue de recursos, La península de las casas vacías aspira a ser una “historia total de la guerra civil”. El propio Uclés, nacido en 1990, comenzó a escribirla a los 19 años, impulsado inicialmente por el deseo de recopilar los relatos orales de su abuelo en Quesada, Jaén. Solo con el tiempo, y tras una larga etapa de documentación, el proyecto adquirió la ambición de abarcar tanto la microhistoria de una familia y un pueblo —Jándula, el nombre ficticio de Quesada— como la macrohistoria de la contienda, con episodios como la batalla del Ebro, la matanza de Badajoz, la Desbandá de Málaga, el asedio de Madrid, el enfrentamiento entre Unamuno y Millán Astray en Salamanca o la gesta del Alcázar de Toledo. Así, la novela alterna hechos rigurosamente documentados con elementos de pura fantasía, en una apuesta por renovar la perspectiva narrativa sobre un episodio histórico con riesgo de quedar trillado. La pregunta central que plantea la aparición de esta obra es qué puede aportar una voz nacida en 1990 a una tradición literaria tan consolidada. La respuesta reside en la capacidad de Uclés para conjugar registros mágicos, fantásticos y abstractos con un tono oral y cercano, que establece una complicidad íntima con el lector y los personajes. En la visión panorámica que propone, la guerra civil se convierte en un ciclo fundacional para la España contemporánea, un mito que, lejos de distanciarse, se asume como linaje compartido. La alternancia entre lo metafórico y lo cotidiano evita que el drama se perciba como algo remoto o clausurado, aún en tiempos de crispación política como los que atraviesa, aquí y ahora, España. En estos dos gráficos, las claves para una lectura comprensiva de "La península de las casas vacías" El proceso de creación de la novela estuvo marcado por la perseverancia y la autocrítica. Uclés dedicó años a reescribir y desechar versiones, enfrentó rechazos editoriales y solo logró avanzar cuando decidió apartar la obsesión por publicar y centrarse en el disfrute de la escritura. El resultado es algo parecido a un acontecimiento literario, que destaca tanto por el estilo como por la perspectiva generacional de su autor. El realismo mágico, que Uclés reivindica como “clásico” en su caso, se manifiesta en la naturalidad con la que los habitantes de Jándula asumen los sucesos extraordinarios. “Describir una familia con sus generaciones en las que ocurre cierta fantasía con elementos naturales que les rodean y telúricos, no con elementos fantásticos inventados. También que el pueblo no reacciona ante ellos, sino que los asume como realidad. Me han dicho que es costumbrismo mágico, neorrealismo mágico, surrealismo mágico… Pero no deja de ser una etiqueta para que el lector tenga una idea rápida”, explica. La estructura de la novela, que narra la descomposición de una familia y la deshumanización de un pueblo, se apoya en una documentación exhaustiva sobre los acontecimientos reales ocurridos en lo que Uclés da en llamar “Península Ibérica” entre 1936 y 1939. La alternancia entre lo mítico y lo documental, entre la memoria familiar y la historia colectiva, dota a la obra de una densidad poco habitual en la narrativa reciente sobre un conflicto armado e ideológico que aún divide aguas en el presente. La honestidad y la convicción de Uclés resultan impactantes. Su narrador, dotado de consciencia de sí mismo, dota al texto de una contemporaneidad inesperada, alternando recursos metafóricos con un lenguaje oral próximo, que genera intimidad entre lector y personajes y evita que el drama permanezca lejano o cerrado. El autor introduce detalles lúdicos y cálidos, como dirigirse directamente al lector en segunda persona, en un contexto dominado por la gravedad del relato. Las abundantes citas de escritores, testimonios e historiadores encajan perfectamente, reforzando la coherencia. Hay tratamiento mítico de la violencia realizado de forma elegante y entretenida. En definitiva, el despliegue minucioso, exhaustivo, coherente hasta lo obsesivo consigue unir estilo, contexto histórico y moral. No es poco, todo lo contrario.
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