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» Diario Cordoba
Fecha: 16/08/2025 03:15
Córdoba ha vivido, y está viviendo, uno de los episodios más calurosos del verano. Esto no es raro en la ciudad y, quizá con resignación, el residente cordobés sabe cuándo tiene que bajar la persiana, conoce las horas en que no debe salir a la calle y se sabe al dedillo las recomendaciones de hidratación para hacer frente a las altas temperaturas. Pero el hecho de saber que se van a superar los 40 grados durante muchos días del estío y que, ese número de días seguirá creciendo con el paso de los años, no es excusa para no trabajar por una ciudad mínimamente habitable, sino todo lo contrario. Diario CÓRDOBA ha hablado con arquitectos, ecologistas y vecinos para saber qué hacer no ya solo de cara al futuro, que estará marcado desde el plano urbanístico por el desarrollo del Plan General de Ordenación Municipal (PGOM), sino también de cara al presente. El arquitecto Rafael Suárez, catedrático de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, hace alusión a esa ciudad existente, a la que ya soporta los envites de la canícula. En el plano privado, el de la vivienda, recuerda que más de la mitad de las viviendas plurifamiliares de Córdoba se construyeron antes de 1980, es decir, antes de aprobarse la primera normativa con exigencias de aislamiento en los edificios. «Esto supone que este importante parque residencial se encuentra obsoleto desde el punto de vista energético», detalla, y recuerda que esto no es un problema meramente técnico, «sino social, vinculado a la pobreza energética». Sobre cómo solucionar este problema, Suárez habla de llevar a cabo «una extensa rehabilitación del parque residencial más envejecido, mediante soluciones de aislamiento térmico en fachadas y cubiertas, sustitución de ventanas y vidrios, incorporación de sistemas de protección solar y de sistemas con energías renovables». Parque del Flamenco, uno de los que constituyen el anillo verde que rodeará a la ciudad. / A. J. González Esto es, precisamente, lo que lleva años reclamando el Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC). Su presidente, Juan Andrés de Gracia, aboga por «una política de rehabilitación de vivienda más intensa» haciendo, porque es la solución más factible, «un esfuerzo grande en ayudas a la rehabilitación energética». Sobre lo mismo habla Juan Escribano, de Ecologistas en Acción, que cree que hay dinero suficiente para llevar a cabo estas políticas, apostillando que existen fondos para iniciativas que no son quizá tan perentorias.¿Y el espacio público? En los últimos años, en Córdoba se ha hecho un esfuerzo importante por completar el denominado anillo verde, una red de parques que rodean la ciudad con zonas verdes. Sin embargo, esas mismas zonas en espacios interiores se hacen escasas cuando empieza a apretar el calor. Soledad García, arquitecta del Estudio Castelló, explica que hay dos claves para afrontar este problema: sustituir el asfalto por suelos permeables y aumentar el número de árboles, así como incorporar vegetación arbustiva por debajo de estos. La diferencia de temperatura, recuerda la arquitecta, entre un pavimento permeable, como los de gravilla, y uno asfáltico, puede ser de diez grados. Viviendas del Guadalquivir, poco adaptadas. / A. J. González Suárez coincide en este punto, como lo hacen De Gracia y Escribano. El arquitecto habla del efecto isla de calor, isla de calor generada «por el calor residual de los equipos de climatización y tráfico, los pavimentos de las calles y los escasos porcentajes de zonas con vegetación». Para Suárez, «la principal estrategia urbana debe ser el empleo de soluciones basadas en la naturaleza, aumentando la masa vegetal en la ciudad, que evita la radiación solar y reduce la temperatura exterior por evapotranspiración; el empleo de pavimentos permeables con baja absorción de calor y de colores claros, para aumentar la reflexión y reducir el calor que se irradia al aire, similares a nuestra solución de pavimentos de chino cordobés; la incorporación de láminas de agua, que mediante evaporación refrescan el ambiente, en la tradición de nuestra cultura islámica; o el uso de toldos en calles, que producen sombra y nos protegen de la radiación solar». En este punto, De Gracia apunta que la mayor parte de la ciudad existente viene derivada de los planes generales del 86 y de 2001, que no dan salidas «para responder a los retos del cambio climático a este nivel». El presidente del CMC incide en que se han empleado «materiales nobles», como el granito, que en el caso del casco, una zona que debería ser relativamente más fresquita, ha supuesto la creación de esas islas de calor. «Hemos dejado fuera el diseño de calles y plazas con arboledas, zonas verdes o terrizo y nos hemos dedicado a darle calidad teórica con esos materiales, que lo que hacen es retener el calor», añade. Por esto mismo, desde el CMC destacan la importancia de integrar el Plan de Acción contra el Cambio Climático en el PGOM, como pata fundamental que guíe cualquier política que pueda ejercerse, desde el propio diseño de una calle hasta el servicio de recogida de basuras, con camiones, por ejemplo, que tendrán que pasar por esos suelos más permeables y no tan lisos. Viviendas nuevas en plena construcción. / A. J. González Medidas sostenibles Para Escribano también está claro que muchos proyectos se han hecho «sin pensar que en esta ciudad hay tres meses en los que el ambiente se vuelve inhabitable» y pone de ejemplo el Marrubial, una intervención relativamente nueva donde la escasez de árboles, al menos en la parte que pega a la muralla, llama la atención. También alude a ese empleo de materiales como el granito, con los que, opina, «se tiende a la comodidad de la gestión» porque son más fáciles y, por tanto, baratos de conservar. En este sentido, para Soledad García, habría que fijarse en la regla de Greenpeace del 3-30-300: ver tres árboles desde casa, que cada barrio tenga un 30% de cobertura arbórea y que la distancia desde una vivienda hacia una zona verde no supere los 300 metros. Zona verde del Parque Cruz Conde. / A. J. González «Nuestro clima está cambiando y ya no es una amenaza, sino una realidad a la que tenemos que adaptarnos. Nuestra ciudad es uno de los lugares más conflictivos de respuesta climática debido a las frecuentes olas de calor», advierte Suárez. Escribano alerta en el mismo sentido: «vivimos en una de las zonas más calurosa de Europa, por lo tanto las medidas que tenemos que tomar son las más radicales posibles». El Ayuntamiento, como una administración de gestión directa de estos asuntos, aunque no la única, tiene una oportunidad de oro para empezar a aplicar todas estas recomendaciones: el PGOM. El trabajo irá por ese camino, al menos según las líneas generales que ya se han presentado en más de una ocasión. En este caso, ese plan general se marca como objetivo principal hacer de Córdoba una ciudad más habitable y sostenible y, de los diez ejes sobre los que se vertebra, el que tiene que ver con las políticas verdes es el que más espacio ocupa y también el que, desde un principio, dibuja las medidas más concretas que se quieren poner en marcha. Suscríbete para seguir leyendo
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