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Parana » Uno
Fecha: 12/08/2025 09:55
El Papa Francisco señala la concentración de las riquezas y la degradación moral y ecológica, en un texto que lo sobrevive y sigue velando por los marginados. El Papa Francisco señala la concentración de las riquezas y la degradación moral y ecológica, en un texto que lo sobrevive y sigue velando por los marginados. Declamar ecología mientras sembramos transgénicos con herbicidas e insecticidas es la práctica habitual. Declamar, mientras ponemos en riesgo el agua potable con la extracción de minerales del suelo y el subsuelo. Declamar, mientras vemos a nuestros arroyos colapsados. El terricidio marcha viento en popa, a diez años de Laudato si’. Con esa encíclica la iglesia provocó un temblor porque reunió en un libro la nueva conciencia ecológica, y fue un mandato para muchos; y fueron muchos los que aplaudieron al papa Francisco, mientras miraban de reojo los dividendos del metal, el grano, el banco. “La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación”. (Punto 189 de Laudato si’). Jugar con la encíclica y dormir con el banquero es un deporte argentino. “¿Es realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se detenga a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones?”. (Punto 190). “El principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente; si la tala de un bosque aumenta la producción, nadie mide en ese cálculo la pérdida que implica desertificar un territorio, dañar la biodiversidad o aumentar la contaminación”. (Punto 195). “La obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca”. (Punto 204). La casa común Las asambleas valoran la defensa de “la casa común” en la encíclica que cumple 10 años y es un libro de referencia ya en la ecología. En un aniversario anterior recordamos la prédica del Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché por Laudato si’. Basurales, contaminación del agua, insecticidas y herbicidas, desmontes, incendios intencionales, y un sistema que sostiene la economía insostenible: la encíclica es amplia y en muchos aspectos va al hueso. Se han hallado peces y aves que cargan en sus cuerpos los efectos del descuido humano. Cursos de agua convertidos en cloacas, saturados de efluentes industriales o tapizados de basura. Nailon, plásticos, gomas, en los hediondos cauces de arroyitos hasta ayer cristalinos. Modos de producción concentrados en la ganancia y la cantidad, con menosprecio de la mirada integral que incluiría una atención delicada sobre el destino de esas mariposas, esas abejas, esos pajaritos, esas hierbas; una mirada holística que no relegara el suelo, la diversidad de alimentos, el acceso a la tierra, el arraigo, la vida comunitaria; la salud del agua por que sí, y no sólo porque sirve al ser humano. Intentos de represamiento en ríos de llanura, fumigaciones a troche y moche, manipulación genética, uso desconsiderado de combustibles. Y qué decir del extractivismo aquí y allá, con todos sus peligros. En fin: son numerosos y hondos los problemas que enfrentamos y que ponen en riesgo la salud de las personas, la vida desde el embrión en distintas especies incluida la nuestra, y la vida misma en el planeta por los efectos del sistema que están incidiendo en la temperatura, con consecuencias impredecibles. Los pronósticos son alarmantes, y Laudato si’ los expone. El Papa y su gestión A pesar de que Francisco nunca viajó a la Argentina en su gestión, por esta vía ejerce influencia en asambleas y foros que movilizan a las personas por asuntos comunes, sin contar las protestas sectoriales, abundantes en un país como el nuestro que vive a los tirones. Esta carta verde (el Papa aclara que es social, pero es verde y dentro del verde, social), ha provocado un giro en la relación de la Iglesia con la sociedad toda. Y es que uno de los problemas vitales del momento, la destrucción del ambiente, encuentra atención muy detenida en Laudato si’, compendio extraordinario, con datos, reflexiones, guías, cosa que no ha logrado ningún otro jefe de estado del mundo. Si la salud ambiental y la integración del ser humano en su paisaje son temas que están en el corazón de los pueblos ancestrales, y también constituyen inquietudes generalizadas para el futuro, vemos que la Iglesia se metió de lleno en la conversación, o por lo menos eso intentó Francisco. Y en parte lo consiguió: aquí leemos su prédica incluso en los tribunales de Entre Ríos, porque no hay acción de amparo contra los atropellos del sistema que no transcriba algunos párrafos de Laudato si’ en la fundamentación. Un Cántico de 800 años Cada uno de los 246 puntos de la encíclica da para pensar largo y tendido. Hay fragmentos en los que el Papa argentino logra pegar un volantazo en la Iglesia, en la comprensión de las cosas, y admite en el punto 67 que los cristianos a veces “hemos interpretado incorrectamente las escrituras… hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios, y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas”, afirma, y apunta que la Biblia manda a “labrar y cuidar el jardín del mundo”. Jorge Bergoglio eligió para su pontificado el nombre del santo que precisamente puso de relieve la hermandad de los seres en su lúcido “Cántico de las criaturas”, de vigencia inagotable, con alusiones al sol, la luna, el fuego, el viento, el agua… “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas”, leemos en el cántico de San Francisco de Asís. La obra del año 1024 fructificó 800 años después, en este cambio profundo con influencias en los cristianos, en otras creencias y en la vecindad común. Está clara, entonces, la fuente de Francisco. Y él mismo lo apunta en Laudato si’, desde la primera línea. “‘Alabado seas, mi Señor’, cantaba San Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”. Así comienza la carta verde (social) cuyo título es un homenaje a ese antiguo cántico ecológico. “Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad”, dice el Papa en el punto 10 de la encíclica. Francisco trata de no presentarse como fundador de nada, y por eso dedica varias páginas primeras para resaltar lo que dijeron antes los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, además del patriarca Bartolomé (el Papa verde), entre otros, dentro del cristianismo. En las filosofías milenarias del mundo, y muy especialmente en el Abya yala (América), el ser humano se ubica en una posición de armonía con el resto de los seres, y lejos de actuar con actitud extractivista, pide permiso. Eso mismo recuperó el poeta Romildo Risso en aquel poema que tanto recitara Atahualpa Yupanqui y que pinta la sabiduría criolla, herencia de distintas fuentes, en nuestra tierra litoral: “Si hay tierra cáida en el monte/ yo no vy’a cortar un árbol,/ po’ el aire no puedo dir,/ de no, ni pisaba el pasto”. Todo dicho. Los saberes de las culturas guaraní, quechua, aymara, mapuche, y tantas otras naciones vivas, encuentran en Laudato si’ un punto de confluencia, bajo la luminosidad del vivir bien y buen convivir que equivale a armonía, complementariedad y relación comunitaria, todo muy distinto del rumbo moderno. Alegre superficialidad Aquí, fragmentos de la encíclica Laudato si’ recomendados por Mingaché, punto por punto. (49) “No suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta… pero parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación, si es que no se los considera un mero daño colateral. A la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar. Muchos… están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial. Esta falta de contacto físico y de encuentro, a veces favorecida por la desintegración de nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a ignorar parte de la realidad en análisis sesgados. Esto a veces convive con un discurso ‘verde’. Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”. (95) “¿Qué significa el mandamiento ‘no matarás’ cuando un veinte por ciento de la población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir? (Obispos de N. Zelanda)”. (229) “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente”. Asambleas agradecidas Los asambleístas suelen hacer referencia a Laudato si’. En Gualeguaychú, la famosa Asamblea Ciudadana Ambiental que generó conciencia sobre el cuidado del río Uruguay le manifestó a Francisco a propósito de su visita al Paraguay: “Hoy recibimos con inmensa satisfacción y agradecimiento la Encíclica ‘Laudato si’ que tan sabiamente ilumina muchas cuestiones que nos preocupan a todos”. El Foro Ecologista de Paraná, en una acción de amparo contra el gobierno provincial por las fumigaciones, dice: “Con su sabiduría inigualable el papa Francisco en su encíclica sobre la casa común, nos enseña: ‘Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos’”. Y cita el punto 21 de la encíclica: “Tanto los residuos industriales como los productos químicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden producir un efecto de bioacumulación en los organismos de los pobladores de zonas cercanas, que ocurre aun cuando el nivel de presencia de un elemento tóxico en un lugar sea bajo. Muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas”. La mirada de Rulli Murió Francisco. Antes murió Jorge Rulli, uno de los referentes máximos de las luchas ambientales, fundador del Grupo de Reflexión Rural (GRR). El dirigente nos dejó estas reflexiones. “Muchas veces aspiramos a que una palabra ética, si era posible de un referente religioso, tratara de ponerle freno a la locura de los psicópatas que gobiernan el mundo. El primer documento de Bartolomé nos alentó en esa esperanza, pero no tenía detrás la fuerza suficiente… hasta que esta encíclica llegó a nosotros y nos sorprendió con su fuerza. Y vemos cómo en el mundo ha despertado una cantidad de acontecimientos impresionantes. La grandeza de la encíclica es una de las primeras cosas que habría que enfatizar… que establezca hasta en los pequeños actos de la vida una disciplina posible para que acordemos con la gran estrategia de la supervivencia. Lo que sorprende es la sordera argentina... en la propia iglesia argentina ha habido un silencio muy fuerte… es como que cuesta hacerse cargo del peso de esta encíclica”. “Hay una crítica a la modernidad que es muy oportuna.”, subrayó Rulli. El pensador celebró en Laudato si’ la combinación de lo ecológico y lo social. Y agregó que los puntos dedicados a la tecnociencia “son imperdibles, casi subversivos para la sociedad argentina. El modo en que la ciencia ha dejado de serlo, para ser un discurso más, el modo en que la ciencia se ha hecho empresarial y se ha mezclado con la tecnología para ser una tecnociencia que está en todas las instituciones y universidades argentinas manejadas por la financiación”, reconoce Rulli. Claro que desde su espíritu crítico no aplaude toda la encíclica. “Hay algunas minusvalías, en el parecer del grupo al que pertenezco (GRR), que no son importantes ante su grandiosidad… en el caso de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) hay un punto dedicado al tema, me parece que podría haber sido más generoso… Hay aspectos donde la encíclica reconoce la tragedia de la agricultura a escala y el hambre de los pueblos, pero es un interrogante que tenemos: la solución que ofrece son los organismos internacionales. Ahí entramos en un terreno difícil que exigiría mucha reflexión y mucho debate entre nosotros”, manifestó Rulli.
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