Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Antártida: la hora de una estrategia argentina superadora

    » Clarin

    Fecha: 11/08/2025 06:33

    Argentina posee una oportunidad geopolítica única en el escenario antártico. Con más de un siglo de presencia ininterrumpida en el continente blanco, una ubicación privilegiada y una sólida experiencia científica-operativa, el país está en condiciones de potenciar su rol en la región desde una perspectiva estratégica e integral. El Estado argentino es uno de los doce miembros originales del Tratado Antártico y sostiene presencia en la región desde 1904, lo que lo convierte en una de las naciones más experimentadas en actividades polares. A esto se suma su participación activa en los principales foros internacionales relacionados con la gobernanza antártica: las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico (RCTA), el Comité Científico para la Investigación en la Antártida (SCAR), la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), el Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (COMNAP) y el Comité para la Protección del Medio Ambiente (CPA). Esta red de compromisos confiere a la Argentina un peso específico difícil de igualar. Actualmente, el país opera siete bases permanentes y seis temporarias, una infraestructura física que recorre tanto la Península como la Antártida Profunda, cuyo despliegue sostiene una conectividad geopolítica invalorable, siendo un activo estratégico único. Desde aquí, Argentina no solo afirma soberanía, sino que está en condiciones de expandir su presencia y ofrecer servicios logísticos y científicos a terceros países que deseen iniciar o fortalecer su presencia en la región. En este sentido, Ushuaia, ubicada a solo 1.000 kilómetros de la Antártida, es una plataforma natural para proyectar operaciones científico-logísticas. Mientras otras naciones compiten por ese rol, la Argentina suma a su experiencia una posición geográfica inigualable. El desafío pendiente es dotarla de una infraestructura física, institucional y social moderna y eficiente, que le permita posicionarse como puerto logístico de referencia internacional. Para ello, la consolidación del eje Ushuaia–Petrel aparece como una política clave. Ushuaia puede convertirse en un hub científico-logístico de alcance global, mientras que la Base Petrel —en la isla Dundee, con acceso costero y dos pistas naturales— puede actuar como plataforma multimodal, facilitando la cadena de suministros científicos y vincular la península con las pistas de hielos azules de la Antártida profunda. Continuar con el rediseño y la modernización de Petrel iniciada en el año 2022 es una prioridad inobjetable para que esta visión se materialice. En paralelo, en la Antártida profunda se alza un bastión único: la Base Belgrano II. Operativa desde hace 46 años, es la más austral de Argentina y la tercera más al Sur del mundo. Su ventaja operativa más notable es su asentamiento sobre el Nunatak Bertrab, un afloramiento de roca firme que le otorga estabilidad estructural y científica, evitando los desplazamientos obligados que afectan a otras bases ubicadas sobre glaciares. Desde allí, se desarrollan mediciones geodésicas, magnéticas y estudios geológicos de altísimo valor. Su resiliencia y ubicación con carácter continuo hacen de Belgrano II una base científica clave en el corazón del casquete polar. Sumada a la capacidad del rompehielos ARA Almirante Irízar, la inminente incorporación de aeronaves Basler —aptas para operar en pistas de hielos azules—, la Argentina podrá proyectar su presencia en la Antártida profunda con gran alcance y versatilidad. Así, la articulación entre el eje Ushuaia–Petrel y las capacidades de Belgrano II permitiría a la Argentina construir una arquitectura logística única y capitalizarla geopolíticamente. En este escenario, la posibilidad de establecer alianzas estratégicas con países emergentes interesados en participar en actividades antárticas representa una verdadera oportunidad. Naciones con recursos financieros, pero sin infraestructura ni experiencia en el continente blanco, podrían encontrar en Argentina un socio ideal. En un esquema de cooperación “ganar-ganar”, estos acuerdos podrían contemplar inversiones conjuntas en Ushuaia y Petrel, uso compartido de capacidades de transporte, formación de personal y desarrollo de proyectos científicos colaborativos que subsidiariamente contribuirían con el espíritu del Tratado. Para que todo esto sea posible, es hora de dar un paso normativo clave: la promulgación de una Ley Antártica moderna, que trascienda el marco ambiental y siente las bases para una estrategia nacional multisectorial y sostenible. Esta legislación, aún pendiente, permitiría consolidar una política de Estado con visión de futuro. En la Antártida, la inacción implica una pérdida de capital. La cuestión antártica trasciende la cooperación científica: constituye también un espacio en expansión de competencia estratégica. En este contexto, la Argentina debe afirmarse como un actor protagónico regional, articulando lo que ya posee con lo que puede desarrollar en alianza con otros. La clave reside en otorgar a la provincia de Tierra del Fuego un sustento institucional sólido que le permita conducir el programa antártico nacional, al tiempo que se ordenen nuestras capacidades internas con visión y compromiso, y se tracen asociaciones externas inteligentes que potencien los esfuerzos. Los desafíos con mayor probabilidad de ocurrencia en el escenario internacional del siglo XXI son los vinculados a la Antártida. Y la Argentina tiene la oportunidad, la historia y los recursos para marcar el rumbo.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por