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  • Lectores: “Fanatismos, amistades, y recuperar la capacidad de pensar”

    » Clarin

    Fecha: 10/08/2025 12:34

    Seguramente lo que quiero transmitir no resultará ninguna novedad. Seguramente habrá consenso en el fondo de lo expuesto. No obstante, puesto que desde hace más de una década y media nuestro bendito país está padeciendo una tremenda división entre argentinos, especialmente entre amistades, y que se conoce con el nombre de “grieta”, quiero insistir con el tema. Tal cual, quizá, si se hubiera efectuado un análisis estadístico de los vocablos mayormente hablados y/o escritos, esta palabra estaría “primereando” el podio como de las más utilizadas en estos últimos años. Y no precisamente como sinónimo concreto de “abertura” o “hendidura”. Esta cuestión viene castigándonos tanto que, tal como resulta admitido por cuanta reunión ocasional se forme con un fin determinado, especialmente entre amistades, implícitamente se tiene vedado tocar el tema político. O bien, de tratarlo, automáticamente habría que estar preparado para afrontar discusiones de tal calibre que no sería de ciencia ficción el imaginar las más extremas derivaciones que conllevan estas disputas. Cualquiera de nosotros -y me incluyo- podría llegar a constatarlo. Al respecto, cabe preguntarse si ¿podrían soportarse entre sí una pareja con inclinaciones políticas disímiles? Me arriesgaría a afirmar que serían hechos de imposible –o casi- ocurrencia. Y suponiendo la existencia de algunos casos con tales características, no apostaría un sólo peso por considerar posible su continuidad como convivientes manteniendo cierta normalidad. Quizá este ejemplo hasta podría llegar a ser aceptable considerando la cercanía o convivencia. Lo que debería resultar intolerable es el hecho de tener que perder amistades por culpa de este fenómeno. Dicho esto, vamos a lo más preocupante como derivación y que es la falta de opinión y análisis concienzudo que debiera existir ante cada hecho significativo que aparezca en las primeras planas de los periódicos y noticieros. En efecto, en nuestro país hace tiempo que se han dejado las convicciones de lado. Aunque no lo crean, nadie más emite su propia opinión, su parecer, su sentir, su criterio, su convencimiento. Aunque existen los llamados “panelistas” u “opinólogos” en los distintos medios, carece de sentido práctico el hecho de escucharlos. ¿Con qué sentido? En realidad, las ideas que pretenden transmitir no son fruto de una elaboración analítica, profunda, a conciencia lograda luego de sopesar distintas alternativas. Tan sólo el juicio que se adopte estará encasillado de acuerdo al color político en que el individuo se encuentre enrolado. Vale aquí decir “dime tu color político y te diré que opinas”. Se podría advertir con cualquier tema para comprobar que no se analizan razones, probanzas, testimonios, ni se incorpora la frialdad que impone la inteligencia para arribar a una conclusión. A modo de prueba, véase sino cualquier tema expuesto a debate para constatar que solo existirán dos miradas, una u otra según donde estemos ubicados. A tal punto han llegado las disidencias que el fanatismo (mal) se antepone a las amistades forjadas durante años. Bastaría preguntar sobre este aserto y lloverían ejemplos de esta naturaleza. En definitiva, mi sana pretensión es que para recuperar amistades distanciadas y/o perdidas, deberíamos –y me incluyo- recuperar la capacidad de pensar. Marcos Horacio Baranoff / hbaranoff@fibertel.com.ar EL COMENTARIO DEL EDITOR Por César Dossi Otra oportunidad para reconstruir los lazos ¿Quién no perdió una amistad, un familiar o un ser querido por la grieta que impuso Cristina Kirchner -hoy cumpliendo condena por corrupción- con su ideología? Es como preguntar ¿quién no se contagió de Covid? ¡Casi todos! La misma respuesta aplica a ese fanatismo político que no era pensar diferente sino que, ese “raciocinio”, era único y no valían las opiniones de los demás. Un tema para el diván. Tal es el caso que el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la UBA desarrolló un informe al respecto en 2022, durante el gobierno del ex presidente Alberto Fernández -hoy acusado de corrupción-. Entre otros puntos interesantes, la OPSA decía que “la polarización era primariamente emocional y no sólo circunscripta a las élites políticas y mediáticas, sino que generaba un marcado sesgo en la construcción de los sistemas de creencias y valores de la ciudadanía”. Agregaba que “corrupción, delincuencia-robo-inseguridad, inflación, endeudamiento, pobreza, desempleo, son algunos tópicos en los que la grieta ideológica, de creencias y valores, se pone de manifiesto en la sociedad”. Afirmaban que esas consecuencias “pueden llevar a los ciudadanos a entender la política y la sociedad en términos de “nosotros contra ellos”, con consecuencias potencialmente perjudiciales para las relaciones intergrupales y un consecuente debilitamiento del sistema democrático. Y enumeraba: “Deteriora la cooperación entre ciudadanos, afecta a la confianza en las instituciones, reduce la legitimidad de los gobiernos, contribuye a parálisis o bloqueos de las instituciones de gobierno”. Usted, estimada lector/a, se preguntará si todavía hay grieta. La respuesta está en nosotros, de un lado y del otro del tablero para poder reconstruir los lazos. Quizás en algunos casos sea una utopía. Pero tal vez resulte, como dice el lector “recuperando la capacidad de pensar”, dejando atrás esa rivalidad sin sentido, y acercarnos a ese desarraigo afectivo que nunca quisimos que nada ni nadie lo aleje. Otra oportunidad es necesaria.

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