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  • Último adiós al cardenal Estanislao Karlic

    Valle María » Vallemarianoticias

    Fecha: 09/08/2025 00:47

    El arzobispo emérito de Paraná, cardenal Estanislao Esteban Karlic, falleció este viernes 8 de agosto a los 99 años en el Hogar Sacerdotal Jesús Buen Pastor, donde vivía desde que su salud se había debilitado. Su velatorio comenzó esta noche en la Iglesia Catedral y continuará este sábado desde las 8, cuando se abrirán las puertas del templo para que los fieles puedan despedirlo. La misa exequial está programada para las 16.30 y será concelebrada por el arzobispo de Paraná, Raúl Martín, y por su antecesor, Juan Alberto Puiggari. Cumpliendo su deseo, Karlic será sepultado en la propia Catedral, a los pies del Santísimo Sacramento, informó el vocero del Arzobispado, Ignacio Patat. Problemas de salud El 10 de mayo de este año, Karlic fue hospitalizado por un paro cardíaco y tras una delicada operación quirúrgica para implantarle un marcapasos, fue dado de alta diez días después. Ese mismo día recibió una llamada del flamante Papa, León XIV, quien le aseguró su cercanía y oraciones. El Santo Padre quiso expresar personalmente su cercanía al cardenal, con 99 años uno de los miembros más ancianos del Colegio Cardenalicio (segundo sólo después del cardenal Angelo Acerbi), agradeciéndole, en español, su servicio a la Iglesia y asegurándole sus oraciones durante este período de recuperación. Alerta y consciente, pero todavía débil tras su internación, el cardenal Karlic, no pudo hablar durante la llamada telefónica, pero quedó muy impresionado por esta iniciativa del Papa al que le une una antigua amistad. Desde 2005 el cardenal Karlic es miembro de la Orden de San Agustín, de la que en ese entonces el actual pontífice era prior general. Durante sus viajes a Roma, se alojaba a menudo en la Casa General de los Agustinos donde tuvo la oportunidad de conocer al futuro Papa. Al celebrar sus 45 años de ordenación episcopal, el cardenal Karlic manifestó en aquella oportunidad a la agencia de noticias de la Iglesia, AICA, que “la alegría de pensar que el Señor me dio la gracia de continuar la tradición de los doce apóstoles como obispo, me conmueve”. “Es un agradecimiento profundo, porque me permitió este servicio que exige mi santidad, para que haya podido, como sucesor de los apóstoles, seguir el misterio de salvación para la Iglesia, que es para el mundo entero”. Crisis de 2001 Una profunda espiritualidad, un estilo austero, fidelidad a los valores del Evangelio y capacidad para buscar caminos de consensos, aún en los tiempos más aciagos de la crisis de 2001, fueron rasgos muy propios del cardenal Estanislao Esteban Karlic, quien falleció a los 99 años. Representó una de las figuras más relevantes de la Iglesia argentina en el período posterior a la recuperación de la democracia. Su objetivo siempre fue el bien común. En el interior de la Iglesia descolló como una de las mentes más lúcidas y se lo reconoce entre los teólogos más brillantes de la etapa que siguió al Concilio Vaticano II. El papa Juan Pablo II lo convocó a Roma, al seleccionarlo entre los siete redactores del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica elaborado durante su pontificado. Al frente de ese equipo de expertos se encontraba el cardenal Joseph Ratzinger, luego Benedicto XVI, con quien Karlic tuvo una fuerte sintonía. En 2007, el papa alemán lo proclamó cardenal. Su tarea siempre fue bien valorada en la Santa Sede. El 20 de mayo de este año Karlic recibió un llamado telefónico del papa León XIV, que había sido elegido dos semanas antes. Desde Roma, el Papa le transmitió su gratitud y cercanía. Le aseguró sus oraciones durante su convalecencia tras una cirugía y valoró los servicios que el cardenal argentino le brindó a la Iglesia. Como presidente del Episcopado entre 1996 y fines de 2002, fue la cabeza de la Iglesia en la Mesa del Diálogo Argentino, constituida en acuerdo con el presidente Eduardo Duhalde, con el fin de reconstituir el tejido social, hecho trizas tras los excesos de la década menemista y la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. Karlic murió este viernes 8 de agosto en el Hogar sacerdotal Jesús Buen Pastor, donde vivía, según informó la agencia AICA. Su abierta disposición al diálogo no implicaba dejar de lado sus convicciones. Karlic sostenía que era inmoral no interesarse en la política, especialmente en momentos de crisis, y confiaba en el trabajo y el compromiso de los laicos. Encomendó los desafíos de la Mesa del Diálogo a los obispos Jorge Casaretto, Juan Carlos Maccarone, Artemio Staffolani y Agustín Radrizzani, con el aporte del embajador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Carmelo Angulo Barturén, quienes lograron valiosos avances en materia de reforma política, justicia, salud y educación, entre otras áreas estratégicas, al conciliar posiciones de distintas expresiones partidarias, organizaciones sociales empresarias y sindicales. Al asumir el gobierno de Néstor Kirchner, esas coincidencias quedaron en un cajón. La misma apertura y vocación al consenso desplegó en la presidencia de la Conferencia Episcopal, sin renunciar a los principios de autonomía y colaboración entre la Iglesia y el Estado. Coincidió en esa visión y en el estilo pastoral con los arzobispos de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, y de Rosario, Eduardo Mirás, quienes lo secundaron en la tarea, al promover la equidistancia de la Iglesia con el poder político, en contraste con el acercamiento que algunos obispos habían tenido con la gestión menemista. Los pasos en Córdoba Karlic había desarrollado su misión sacerdotal en Córdoba, donde observó siempre una prudente distancia los movimientos del cardenal Raúl Francisco Primatesta en el campo político y social, que gravitaron tanto en los años de la dictadura militar como en los gobiernos democráticos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Estuvo, además, al frente de la Arquidiócesis de Paraná entre 1982 y 2003, donde sucedió al arzobispo Adolfo Tortolo, quien había establecido buenas relaciones con los militares y daba cabida a los sectores más comprometidos con la derecha católica. El arzobispo Karlic había nacido en Oliva, una ciudad del sur de Córdoba, el 7 de febrero de 1926. Hijo de padres croatas, cursó allí la escuela primaria, que lo preparó para su ingreso en el Colegio Nacional de Monserrat, en la capital de la provincia, donde obtuvo el Premio Duarte Quirós, al mejor bachiller de su promoción. Participó, además, en la Acción Católica y allí despertó su vocación por el sacerdocio. Entró al seminario en 1947, luego de estudiar un año la carrera de Abogacía. Por la capacidad mostrada en sus años de seminarista, fue enviado a estudiar a Roma, para completar sus estudios de filosofía en la Universidad Gregoriana, junto a Enrique Angelelli y Eladio Pedro Bordagaray. Allí fue ordenado sacerdote, a los 28 años, el 8 de diciembre de 1954. Como profesor, sus clases de teología eran muy seguidas y animaba a los seminaristas y a los sacerdotes jóvenes a tener claridad en los principios de la vida espiritual. El papa Pablo VI lo designó en 1977 obispo auxiliar de Córdoba y seis años después fue promovido a arzobispo de Paraná, donde consolidó su liderazgo, aunque enfrentó dificultades. En la diócesis entrerriana renovó el seminario local, que se encontraba dominado por profesores y sectores eclesiásticos que sintonizaban con el pensamiento tradicionalista, heredado de la gestión de Tortolo. Molestos con el nuevo arzobispo, 12 sacerdotes y 30 seminaristas emigraron a la diócesis mendocina de San Rafael. Encarriló la conducción del seminario y ejerció un singular liderazgo en el clero. De su mente lúcida surgieron varios documentos del Episcopado, a partir de los años 90. Fue un animador permanente de la pastoral universitaria y de la presencia de la Iglesia en el mundo de la cultura. Participó en varios sínodos de obispos y en las asambleas generales del episcopado latinoamericano realizadas en Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2008). Al concluir los dos períodos al frente de la Conferencia Episcopal, se retiró del arzobispado de Paraná en abril de 2003, cuando ya superaba los 75 años. Retirado de la actividad pastoral, aunque no de la cátedra y el pensamiento, pasó a residir en el monasterio benedictino Nuestra Señora del Paraná y fue un hombre de referencia y obligada consulta entre los obispos. En los últimos años debió enfrentar acusaciones por presunto encubrimiento de la Iglesia de Paraná a raíz del caso del sacerdote Justo José Ilarraz, que fue condenado por abusos contra menores. Análisis / Mariano De Vedia

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