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» Elterritorio
Fecha: 09/08/2025 00:36
Los restos de Diego fueron hallados en el jardín de una casa donde vivía un excompañero y años después fue residencia del músico Gustavo Cerati. La familia vivió décadas de silencio e incertidumbre. viernes 08 de agosto de 2025 | 17:30hs. Javier Fernández Lima, hermano de Diego, el adolescente desaparecido en 1984 y recientemente hallado asesinado en el barrio porteño de Coghlan, expresó con profunda conmoción el sentimiento que atraviesa a su familia desde que la Justicia confirmó la identidad de los restos encontrados. “Fueron muchos años de tristeza y de dolor”, dijo, y remarcó: “No me entra en la cabeza lo que pasó”. El hallazgo ocurrió el 20 de mayo, durante una obra en el jardín de una casa ubicada sobre la avenida Congreso 3742, en Coghlan, lindante a la vivienda donde vivió el músico Gustavo Cerati. Una noticia publicada por los medios, que vinculaba el lugar con el exlíder de Soda Stereo, fue el disparador que llevó a la familia Fernández Lima a sospechar. “Todo surgió por el ‘Gracias totales’, por Cerati. Mi sobrino y mi cuñado vieron la noticia de que habían encontrado huesos en esa casa y empezaron a atar cabos. Llamaron a la fiscalía y dijeron que había posibilidades de que se tratara de Diego”, relató Javier en diálogo con la agencia Noticias Argentinas. A partir de ese contacto, el fiscal de la causa confirmó que había una coincidencia con la fecha de desaparición del joven. Poco después, una muestra genética de su madre -hoy de 87 años- permitió establecer de forma certera la identidad de los restos. “Fueron años muy duros” Diego tenía 16 años cuando desapareció. Fue visto por última vez el 26 de julio de 1984, luego de volver del colegio y almorzar en su casa. Le dijo a su madre que se iba a encontrar con un amigo, pidió dinero para el colectivo y se fue. Un conocido lo cruzó poco después en la esquina de Rómulo Naón y Monroe, en Villa Urquiza. Esa fue la última vez que lo vieron con vida. “Era una época difícil. Salíamos de la dictadura y a mis papás no les quisieron tomar la denuncia de entrada. Les dijeron que esperaran, que seguro se había ido con una novia. Pero Diego no apareció más”, contó Javier. Durante años, su padre —fallecido en un accidente en 1991— no dejó de buscarlo. “Llegó a viajar hasta Salta por una llamada anónima. Hizo lo que pudo, pero en esa época no había redes ni WhatsApp. Era todo más complicado”, recordó. El hallazgo que reabrió todo La fosa estaba en el jardín de una casa que, desde los años 70, pertenece a una misma familia. Allí, obreros que trabajaban en una obra descubrieron los restos junto con una serie de objetos: un reloj Casio con calculadora (fabricado en 1982), una moneda japonesa, un llavero, una ficha de casino, la hebilla de un cinturón, una suela de mocasín talle 41 y una corbata colegial. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) determinó que Diego fue asesinado de una puñalada en el tórax, que dejó una marca en la cuarta costilla derecha. También comprobaron que el cuerpo fue parcialmente desmembrado con un objeto similar a un serrucho, aunque el intento no se completó. Finalmente, el cuerpo fue enterrado a unos 60 centímetros de profundidad. Los objetos encontrados. Javier aseguró que en la casa aún vive la madre de un excompañero de colegio de Diego, que figura entre los investigados. “No sé si también está el sospechoso. Me enteré de esto por un periodista y después lo confirmó el fiscal”, indicó. “Son millones de preguntas” Con el caso nuevamente en la agenda judicial, la familia intenta procesar lo que ocurrió. “Después de 41 años, todavía es muy difícil caer en la realidad. Son millones de preguntas que tenemos. No se justifica con nada lo que pasó”, dijo Javier, con la voz entrecortada. Y cerró: “La vida nos cambió para siempre. Hoy, al menos, sabemos dónde está Diego. Pero el dolor no se va más”.
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