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Concordia » Hora Digital
Fecha: 08/08/2025 12:23
Juan María Traverso, conocido como “El Flaco”, había tenido una destacada clasificación para el Turismo Carretera en Olavarría, al mando de su Torino. A pesar de mostrarse entusiasmado e incluso haber renovado con sus patrocinadores hasta 2006, la mañana del domingo cambió todo. Al llegar al autódromo bonaerense y ponerse el buzo antiflama, tomó una decisión drástica: ponerle fin a su carrera. El máximo ídolo del automovilismo argentino, con 16 títulos nacionales y 35 temporadas en su haber, el más ganador del país, sorprendió al anunciar, el 8 de agosto de 2005 y visiblemente emocionado, que no volvería a competir. Marcaba así el cierre de una etapa gloriosa. A sus 54 años, el oriundo de Ramallo venía mostrando un nivel competitivo con el Torino del equipo de Alejandro Urtubey, incluso con dos victorias en 2004 (Salta y Olavarría). Había tenido cruces notables con Marcos Di Palma y Gabriel Ponce de León, destacándose aquella recordada puteada tras un choque en Río Cuarto. En 2005, el rumor de su posible retiro ya circulaba. Precisamente en la décima fecha en Olavarría, la cuna de los inolvidables Gringos Emiliozzi, “El Flaco” decidió no correr la serie. Tras conversar con su círculo íntimo, se sacó el buzo antiflama, se cambió y se marchó en su Jaguar rumbo a su casa en Buenos Aires. Consultado por la prensa antes de irse sobre si no tenía ganas de correr, respondió un rotundo “Sí”. Aclaró que el auto había pasado las verificaciones y estaba en perfectas condiciones, negando cualquier conflicto. Su amigo Edgardo Lavari, en Campeones, insinuó entonces: “Hay algo en su cabeza que le impide querer correr”. Infobae dialogó con Miguel Ángel Guerra, ex piloto argentino de Fórmula 1 y multicampeón de monopostos y TC 2000. El también porteño, amigo de Traverso, estuvo presente ese día en Olavarría. “Fui testigo de lo ocurrido porque era director deportivo de su equipo. Al amanecer en Olavarría, el box estaba cerrado y no sabíamos qué pasaba. Fui a la grilla, vi su puesto vacío y la carrera a punto de empezar. Me acerqué a su motorhome y ese día hablamos muy poco. El lunes nos reunimos en Don Torcuato, en el taller de Urtubey. Allí se realizó un encuentro donde también estuvo Oscar Aventín, por entonces presidente de la ACTC. Ese día, tras la reunión, dio una conferencia de prensa y anunció que no corría más, así, de una”. Respecto a las razones que impulsaron a “El Flaco” a tomar tal determinación, Guerra relató: “Es como si se hubiera cansado de repente o ya lo venía pensando. Creo que fue algo muy personal que él venía elaborando, algo que solo él conocía dada su forma de ser. Sin dudas, lo analizó profundamente. Lo venía cocinando a fuego lento y, evidentemente, en ese instante dijo ‘listo, se acabó’”. Ese lunes 8 de agosto de 2005, a las cinco de la tarde, Traverso se sentó junto al “Puma” Aventín y Urtubey. Se dirigió a los medios presentes con total honestidad, demostrando su habitual espontaneidad y autenticidad. Sin embargo, a medida que avanzaban sus palabras, la emoción lo embargaba y sus ojos hablaban por sí solos, al punto de casi quebrarse. “No existe ningún problema con personas ni categorías”, aclaró. “Si bien la idea me daba vueltas en la cabeza, yo mismo la descartaba y seguía adelante. De hecho, había cerrado acuerdos con mis auspiciantes hasta finales del año próximo. Esto demuestra que estaba convencido de poder continuar, de tener la misma fuerza de siempre”, detalló. Pero el día de la carrera, todo dio un giro. “El domingo me pasó lo que siempre supe que sucedería, algo que ya había presenciado en otros pilotos, en diferentes épocas y categorías: que yo dejaría de correr el día que me faltara la motivación para subirme al auto. Que no lo sabría de antemano, sino en el momento exacto. Vi corredores que, buzo puesto, se dirigían al coche y a los cinco minutos decían ‘hasta acá llegué’. Creía que esa sería mi forma de terminar, y así fue el domingo”, confesó. Asimismo, detalló el minuto a minuto de aquella mañana en Olavarría: “Llegué temprano al autódromo. Dormí una hora. Me levanté a las 8.15, a las 8.30 me puse el buzo y en ese instante dije ‘hasta acá llegué’. Volví a vestirme con mi ropa. El ‘Toto’ Echegaray (ex piloto y su compañero en el Berta Sport de TC 2000) estaba tomando mate y le digo ‘no corro más’. Él me preguntó, ‘¿estás enojado por algo?’ ‘No, hasta acá llegué’, le respondí. Y me contestó ‘te felicito, me parece bárbaro’. Y siguió con su mate. Todo así de natural. Fui a hablar con Alejandro (Urtubey) y todo bien. Esto no fue por desgaste, ni por algún problema; simplemente, en diez segundos hice un balance de 35 años sobre los autos. Sencillamente dije ‘basta, ya está’.” Agradeció a los presentes y a quienes lo habían acompañado, entre ellos el mismo Guerra. “Tuve mis diferencias con Alejandro, con Oscar (Aventín) y con Guerra. Con Ángel encaramos cuatro proyectos juntos y nos peleamos cuarenta veces, pero siempre seguimos adelante. Ahora están aquí como amigos, como personas que me acompañaron en épocas extensas y espectaculares, compitiendo conmigo y luego dirigiendo el automovilismo. Hoy me pongo a disposición de ambos para seguir trabajando en el ámbito motor”. “Me bajé del auto de carrera con total tranquilidad, convencido de que ya no me entusiasma manejarlos. Suena raro, pero la verdad es que me saqué las ganas hasta el último momento. Corrí dos vueltas en una serie en Balcarce dándolo todo, manejando como hace treinta años. El sábado clasifiqué con toda la ilusión de estar adelante, aunque un neumático me jugó una mala pasada y terminé décimo. Entiendo que la única forma de subirse a un auto es así. Y el domingo, al levantarme, dije ‘no puedo más’. Salir a cumplir con mi equipo, con la gente, con el público, sería engañarlos al no manejar como sé que debo hacerlo. La mejor manera de no defraudar a nadie era decir ‘hasta acá llegué’. Hice todo lo que pude. Di todo lo que tenía. Lo hice de la mejor forma. Me equivoqué muchísimas veces, pero cumplí una etapa sobre los autos de carrera y la agoté, la exprimí por completo. Le agradezco al automovilismo porque me dio cien veces más de lo que yo le entregué”. En diciembre de 2018, en una entrevista con Infobae, Traverso, desde el predio de su ‘galpón’ en Ramallo donde exhibe su museo, reconoció que en el automovilismo no le quedó ninguna cuenta pendiente. “Cuando corría lo entregaba todo y al ver el cartel de la última vuelta, empezaba a putear. Hoy, un piloto no disfruta al volante y desea que la carrera termine lo antes posible. Incluso corrí de más; quizás los últimos dos años los padecí un poco porque sabía que me quedaba poco. Solo seguí un tiempo extra para asegurarme de que ya no tenía nada más para dar”. Y al ser consultado sobre qué se siente ser uno de los mejores pilotos argentinos de la historia, contestó: “Está bueno y soy consciente de ello porque la gente me lo hace sentir. Lo disfruto y lo comparto aquí. Pero nunca me valí de nada. Tampoco me sentí superior a ningún colega; eso es un grave error”. Ahora bien, ¿cómo se prepara un piloto para el retiro y cómo lo vive después? Guerra asegura que él se fue “preparando. Gracias a Dios, siempre pude proyectar mi futuro y pensar lo mismo cuando me fui a Europa o por la edad que tenía. Si me iba mal al regresar, podía volver y que no me pasara como dice el dicho: ‘el que se fue a Sevilla perdió su silla’. Siempre intenté organizar el porvenir y mi retiro fue algo meditado, planificado según lo que yo quería hacer”. El ex piloto porteño sostiene que “el haber organizado mi vida hizo que, al dejar de correr, supiera qué iba a hacer, y eso me dio mucha más claridad. Por eso seguí y no me afectó en absoluto, porque enseguida continué ligado al automovilismo, ya sea con la dirección deportiva o dirigiendo el Top Race por muchos años. Fue como un cronograma mental que me armé para que no me golpeara el hecho de que, de un día para el otro, dejas de ser corredor y extrañas un montón de cosas, como las que siento ahora al hablar con vos. Cuesta cuando el teléfono deja de sonar”. “El Flaco” Traverso acumuló un impresionante palmarés: seis veces campeón de Turismo Carretera (1977, 1978 y 1999 con Ford; 1995, 1996 y 1997 con Chevrolet), con 46 victorias en finales, 60 en series, 20 pole positions y 86 podios. En el TC 2000, obtuvo siete títulos (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993, todos con Renault Fuego, y 1995 con Peugeot 405), sumando 68 triunfos, 73 poles y 58 récords de vuelta, lo que lo posiciona como el piloto con las mejores estadísticas de la categoría. A esto se le agregaron tres campeonatos en el Top Race (1998 con Mercedes-Benz 280; 1999 con Peugeot 405 y 2003 con BMW 320i). Su trayectoria también incluyó participaciones en el Club Argentino de Pilotos (CAP), rally, la antesala de la Fórmula 1 con la Fórmula 2 Europea, Fórmula 2 Nacional, F-2 Codasur y Turismo Italiano. Además, fue distinguido con el Olimpia de Plata en 1991, 1995 y 1999. Más allá de las cifras, “El Flaco” de Ramallo se consagró como ídolo por sus épicos duelos con Luis Rubén Di Palma, en una época donde los pilotos no se quejaban por los roces en pista. O por ser artífice de proezas y maniobras al volante impensables para cualquier otro mortal. Desde ganar una carrera con el auto en llamas, remontar una posición sobre el final con una rueda pinchada, cruzar la meta en tres ruedas, vencer en la montaña con un humilde Fiat Duna frente a los mejores del país, hasta imponerse en su clase en el Rally de la República Argentina, en una fecha válida por el Rally Mundial. Además, su carisma y personalidad inigualable lo convirtieron en autor de frases icónicas que quedaron grabadas en la historia. Incluso, chicos que no lo vieron correr le pedían selfies, y jóvenes promesas del automovilismo, como Franco Colapinto, lo tienen como un referente. Por todo esto, a un año de su partida y a dos décadas de su retiro, Juan María Traverso es y seguirá siendo inmune al olvido.
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