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» Misionesopina
Fecha: 04/08/2025 04:32
Un relevamiento de Misiones Opina constató que las marcas de yerbas correntinas están, en promedio, entre un 10% y un 15% más caras que las misioneras en las tres más grandes cadenas de supermercados de Buenos Aires, que son las formadoras de precios. Lejos de ser un simple dato de consumo, la observación encierra una verdad incómoda: el precio final no refleja únicamente calidad o marketing, sino el modelo de producción que hay detrás. Una yerba más cara en Buenos Aires no necesariamente es mejor: puede ser más conocida o tener mejor estrategia de marketing, pero a la vez podría provenir de un modelo más concentrado y menos representativo del trabajo colectivo que sostiene a la industria en Misiones. El relevamiento se realizó el sábado 2 de agosto de 2025 y los datos pueden corroborarse en las páginas web de cada una de las cadenas. Precios superiores Como se observa en el cuadro comparativo, salvo Rosamonte —que se consigue solo en el Coto, arriba de 4.500 pesos el kilo y 2.413 el medio kilo— y el caso excepcional de Amanda en el supermercado Vea (que por alguna razón está 20% más que en los otros dos), tres de las cuatro yerbas más importantes de Corrientes superan entre un 10% y un 15% el precio de las marcas misioneras. Taragüi, Mañanita y Unión promedian los 4.600 pesos el kilo y 2.250 el medio kilo. Mientras que las misioneras Romance, Don Omar, Piporé y Amanda se ubican por debajo de los 4.000 pesos el kilo y en torno a los 2.100 pesos el medio kilo. En promedio, hay entre un 10% y un 15% de diferencia de precios en general, favoreciendo a las marcas de origen correntino. Posibles causas Las marcas correntinas siempre tuvieron mejor posicionamiento que las misioneras. Instalarse en las góndolas de Buenos Aires es cuestión de marketing, lo que puede ser uno de los motivos que las ubican con un precio superior. Ni hablar del poder de lobby que tienen para negociar con los grandes supermercados. Solo dos molinos —Las Marías y la Cooperativa Liebig— concentran el 40% de las ventas totales de paquetes, a través de varias marcas, con lo cual tienen capacidad de fijar precios, negociar con las cadenas de supermercados y ejercer un poder de lobby político y económico inimaginable. Precio en un supermercado chino a pocas cuadras de Casa de Gobierno, en CABA Dos esquemas, dos provincias, dos filosofías La comparación entre Misiones y Corrientes en materia yerbatera ya no es sólo estadística: es política, económica y cultural. En Corrientes, la actividad está fuertemente concentrada en dos grandes establecimientos industriales, que operan bajo un esquema de latifundio, integración vertical y cosecha mecanizada. Prácticamente no hay pequeños productores ni tareferos, porque el modelo no los necesita. Si los hay, son muy pocos. En cambio, en Misiones, la yerba mate es otra cosa: identidad, arraigo, tejido social y entramado económico regional. Aquí conviven miles de pequeños y medianos productores, más de 80 molinos, cientos de cooperativas, secaderos familiares, trabajadores de la cosecha y empresas grandes y chicas que conforman una de las cadenas productivas más amplias y heterogéneas del país. La yerba no es sólo un producto: son colonias, pueblos y picadas que la producen. Pero además, el costo social de cada modelo de producción es muy diferente, y alto en términos económicos para el Estado misionero, que debe asistir económicamente a los trabajadores de la yerba mate (tareferos) durante los períodos en que no hay actividad; situación que Corrientes no padece. Significa miles de millones de pesos cada año. La paradoja del precio y el reparto Mientras los paquetes correntinos exhiben precios más altos en Capital Federal, el valor que percibe el productor misionero por su hoja verde cayó en picada desde la desregulación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). El golpe más duro lo recibió el eslabón más débil de la cadena: el que trabaja la tierra. Lo curioso —y doloroso— es que la baja de precios al productor apenas se reflejó en las góndolas. El consumidor apenas sintió alivio en su bolsillo, pero el industrial multiplicó sus márgenes. En la ecuación de la yerba mate, el gran ganador fue el más fuerte: las grandes empresas, que aprovechan el derrumbe del precio de la materia prima y mantienen casi iguales los precios al público. Misioneras, con paquete ajeno a su origen Hay otro dato que no debe pasarse por alto. Las grandes marcas correntinas, pese a su maquinaria y su volumen de ventas, no tienen capacidad para autoabastecerse. Compran grandes cantidades de hoja verde o canchada en Misiones, la procesan e industrializan en sus plantas, y luego salen al mercado con etiquetas ajenas al territorio de origen. De hecho, Misiones produce más del 85% de la hoja verde de todo el país, y en el primer semestre de 2025, 86 establecimientos misioneros envasaron y comercializaron casi 58 millones de kilos, frente a los 47 millones comercializados por apenas 6 establecimientos correntinos. Los números son concluyentes: el liderazgo estructural sigue siendo misionero, aunque dos industrias de la vecina provincia lideran el mercado en cuanto a ventas de paquetes. El valor social de un modelo federalizado El modelo productivo misionero, aunque golpeado, sigue apostando por la distribución del ingreso, la sostenibilidad territorial y el empleo local. Cada paquete que sale de una cooperativa o una pyme es el resultado del trabajo de varias manos: la del tarefero, la del productor, la del molinero, la del empaquetador, la del distribuidor. Esa diversidad, lejos de ser un obstáculo, es una fortaleza que permite sostener pueblos enteros, garantizar competencia en las góndolas y ofrecer al consumidor yerbas con historia, con paisaje, con trazabilidad, con identidad. Algo que quedó demostrado en la reciente feria “Caminos y Sabores”, donde muchas pequeñas y medianas marcas pudieron mostrarse al país gracias a la oportunidad que abre el INYM con esa participación. Llamado de atención A diferencia de otras provincias, Misiones exime del pago de Ingresos Brutos a la producción primaria de yerba mate. Es una forma concreta de respaldar a quienes cultivan la tierra y sostienen con su esfuerzo la cadena agroindustrial más emblemática de la región. Pero nada alcanza si el precio de la hoja verde sigue desplomándose y si el control del mercado queda en pocas manos. La comparación de precios en supermercados porteños no es sólo un dato: es un llamado de atención sobre quién se queda con la renta del producto más misionero de todos
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