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» Amanecer
Fecha: 31/07/2025 18:30
El Tribunal de Enjuiciamiento de Vera dictó una sentencia histórica por el brutal asesinato ocurrido en 2022 en Calchaquí. Este jueves 31 de julio de 2025 al mediodía, el Tribunal de Enjuiciamiento de Vera —integrado por los jueces Natalia Palud (presidenta), Claudia Bressán y Martín Gauna Chapero— dictó el veredicto en la causa por el femicidio de Noemí “Mimí” Burella, ocurrido el 18 de agosto de 2022 en su domicilio de Calchaquí. La víctima tenía 61 años y llevaba una vida plena y activa. Ulises Germán Troncoso fue condenado a prisión perpetua como autor penalmente responsable de homicidio calificado (doblemente agravado) por haber sido cometido para ocultar, consumar y procurar la impunidad de otro delito, y por mediar violencia de género, en concurso ideal con abuso sexual con acceso carnal. El tribunal consideró que se trató de un femicidio, aunque desestimó la agravante de alevosía por falta de pruebas suficientes. Por su parte, Jorge Luis Ramón Zanel fue condenado a cuatro años y seis meses de prisión efectiva por encubrimiento agravado, dada la especial gravedad del hecho encubierto. También en su caso se rechazó la agravante de ánimo de lucro por insuficiencia probatoria. La Fiscalía, representada por Nicolás Maglier y Valentín Hereñú, junto a las abogadas querellantes Carolina Walker y Agustina Taboada, en representación de la única hija de la víctima, sostuvieron que se trató de un «femicidio aberrante», línea que fue respaldada por el fallo unánime del tribunal. Los defensores de los acusados, Matías Daruich, Sixto González y Agustín Bergel, solicitaron la absolución de sus defendidos alegando falta de pruebas directas, contradicciones en los testimonios y vínculos de amistad que justificarían el silencio del encubridor. Un juicio cargado de emoción El juicio oral y público comenzó el 22 de julio y concluyó el martes 29 con los alegatos finales. Fue una instancia marcada por testimonios desgarradores, entre ellos el de Rosana Burella, hija de la víctima, quien pidió justicia en nombre de su madre y de todas las mujeres vulnerables frente a la violencia. Entre lágrimas, Rosana describió con crudeza la escena en la que encontró a su madre: “Tirada como un perro toda la noche, muerta. No era una película. Estaba en un charco de sangre, asesinada, con el rostro tapado y las calzas bajas. Había sido violada. Su cuerpo descartado como basura en el piso del comedor”. “En ese segundo mi vida, la de mi familia y de todos los que la rodeábamos cambió para siempre. Me partieron en mil pedazos”, expresó entre sollozos. Concluyó su testimonio apelando a la conciencia de los jueces: “Que Dios ilumine el corazón de quienes tienen la responsabilidad de evitar que otra hija clame justicia por su madre”. El veredicto representa una respuesta contundente de la Justicia frente a un hecho de violencia extrema, y marca un paso importante en la lucha contra los femicidios y la impunidad.
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