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  • La concejal que hizo apología del Falcon verde dice que es "libertad de expresión" – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 30/07/2025 04:34

    Un nuevo escándalo sacudió la escena política de Misiones luego de que Patricia Buckmayer, concejal electa de Montecarlo por La Libertad Avanza, publicara en sus redes sociales una imagen de un Ford Falcon verde —símbolo del accionar represivo durante la dictadura cívico-militar— acompañada de un mensaje burlón: “Nahhh y encima verdeee!!! Ford Falcon, con un baúl mejorado apto para acarrear zurditos llorando ”. Años atrás, era una ferviente militante del gremio UDPM y gracias a eso llegó al cargo de vicedirectora de escuela y maestra de 5to grado. La publicación, que luego fue eliminada pero cuyas capturas se viralizaron rápidamente, provocó un inmediato y amplio repudio institucional, social y político. En un país donde aún se busca justicia por los crímenes de lesa humanidad y donde el consenso de “Nunca Más” sigue siendo un pilar democrático, la banalización del terrorismo de Estado no es un hecho menor ni un simple exabrupto. Es un agravio directo a las víctimas de la dictadura y a toda la sociedad. Entre los primeros en condenar el mensaje estuvo Roque Gervasoni, presidente del Instituto de Macroeconomía de Misiones (IMaC), quien advirtió: “Esta mujer Patricia Buckmayer es concejal electa en Montecarlo y es docente de niños de 5to grado en Misiones. Creo, pienso, opino que como mínimo no debería acceder a su banca, o si lo hiciera, pedir la expulsión del honorable cuerpo”. En su publicación, Gervasoni fue aún más lejos, señalando que “sabemos que algunos municipios tienen una fuerte impronta neonazi. Es a las claras cómo piensa esta señora. Las semillas del odio se siembran día a día, y esta señora está en un lugar privilegiado para hacerlo”. El Concejo Deliberante de Montecarlo, en una sesión posterior, expresó su repudio institucional al accionar de Buckmayer, sumándose así a las voces que reclaman que no asuma su banca por hacer apología del terrorismo de Estado. También hubo manifestaciones de rechazo desde organismos de derechos humanos y la comunidad educativa, preocupados por el doble rol que la concejal electa desempeña como representante política y como maestra de niños de primaria. Lejos de retractarse, Buckmayer se defendió públicamente en sus redes sociales. En un extenso descargo, acusó al gobierno municipal y provincial de intentar “callarla” y denunció ser víctima de persecución política. “Así pretenden sacarme del medio el municipio. Así quieren callarme, así se manejan. ¿Quiénes son los terroristas acá? Ah sí sí, los dirigentes de La Cámpora, los guerrilleros de la época, montoneros que atentaban contra la libertad y aún lo siguen haciendo, con piquetes y cortes de ruta. ¿Eso acaso no es terrorismo?”, escribió. La concejal electa también invocó a figuras del oficialismo nacional como Patricia Bullrich y Karina Milei, y se definió como “una ciudadana harta de la corrupción”, que “nunca hizo política” y que solo levantó la bandera de La Libertad Avanza tras escuchar al presidente Javier Milei. “Nuestro presidente nos dijo: ‘Para que el mal triunfe solo se necesita que la gente buena no haga nada’ (...). Desde ese día lo entendí todo”, expresó. Buckmayer aseguró que su publicación fue un ejercicio de libertad de expresión, pero al mismo tiempo reforzó su mensaje con términos como “gobierno de facto” y “ley mordaza”, acusando a las autoridades de intentar censurarla por expresar sus opiniones. Su postura no hizo más que profundizar la indignación entre quienes consideran que sus dichos no constituyen un mero acto de libertad de expresión, sino una reivindicación implícita de prácticas aberrantes del pasado. El Ford Falcon verde no es un símbolo neutro. En la memoria colectiva argentina está asociado a los secuestros, las desapariciones forzadas y el horror del terrorismo de Estado. Referenciarlo con humor o con expresiones violentas contra “zurditos llorando” no es solo una provocación: es una afrenta a la democracia construida con dolor y memoria. Este nuevo episodio pone en evidencia el avance de discursos negacionistas y autoritarios, que apelan a la provocación y el odio como forma de hacer política. En Montecarlo y en Misiones, sin embargo, la reacción social ha sido contundente. La defensa de la democracia y los derechos humanos sigue siendo un valor innegociable para amplios sectores de la ciudadanía. Mientras tanto, crecen las voces que reclaman que Patricia Buckmayer no asuma su banca o, al menos, que rinda cuentas ante las instituciones por su conducta. El debate ya no es solo sobre lo que se puede o no decir, sino sobre los límites éticos de la representación política en un Estado democrático de derecho.

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