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  • TalCual Chajarí – Política exterior y comercio para unos pocos Por Melina Arnau (*)

    Chajari » Tal Cual Chajari

    Fecha: 27/07/2025 11:50

    Uno de los principales temas de la semana fue la desvergonzada presentación del nuevo embajador de Estados Unidos en la Argentina, Peter Lamelas, que habló ante los senadores de su país respecto del rol que vendrá a ocupar aquí. El hilo que conduce a la dirigencia política argentina y las riquezas que se van en el fluir del río Paraná. “En los detalles del discurso está el cliché de la ideología”, decía un gran amigo hace algún tiempo y la coyuntura no para de darle la razón. Esta semana hemos escuchado una y otra vez las declaraciones desvergonzadas del nuevo embajador de Estados Unidos en la Argentina, Peter Lamelas, que expresó sus objetivos y desafíos ante los senadores norteamericanos. Evitar que las provincias realicen negocios con China y Rusia -países que, según su lógica, «son proclives a la corrupción»-, «ayudar al gobierno de Milei en todos sus esfuerzos», incluso en las elecciones de medio término que se aproximan, y asegurarse de que Cristina Fernández de Kirchner continúe presa «con la justicia que merece», fueron algunas de las principales ideas que esgrimió sin ruborizarse el flamante funcionario elegido por Donald Trump para venir a pasar sus días en la Argentina. A esta altura de los acontecimientos no es noticia el nivel de injerencia que pretenden los Estados Unidos sobre nuestro país y de alguna manera lo han conseguido, sobre todo en nuestra historia reciente. En este portal nos encargamos hace mucho tiempo de exponer todas y cada una de las declaraciones de funcionarios yanquis que han pisado nuestra tierra y que de manera obscena y desembozada han explicitado por qué este territorio es tan importante en el marco de su estrategia para intentar remontar su imperio en decadencia. En función de esta vocación, no sorprende que Lamelas haya dicho lo que dijo. Con total honestidad, tampoco llama la atención el accionar político del gobierno nacional que, lejos de defender algún interés local, busca plegarse a como dé lugar a lo que dicta el país del norte. Desde el acuerdo con el FMI, pasando por las visitas recurrentes de funcionarios extranjeros; los viajes habituales de Javier Milei y sus ministros a ponerle la firma a vaya a saber cuántas entregas de soberanía de nuestro país; los discursos y las concesiones en encuentros con empresarios y representantes de multinacionales que operan en la Argentina; y así podría seguir enumerando las señales un gobierno que, sin ponerse colorado, demuestra su cipayismo a cada paso que da. Cabe recordar que el antecesor de Lamelas, Marc Stanley, también se había propuesto recorrer los territorios provinciales, fiel al “compromiso de explorar, escuchar diversas voces y perspectivas, y tener un mejor conocimiento de la variedad cultural que ayude a seguir fortaleciendo los vínculos entre ambos países.” Y así lo hizo: cumplió con creces su objetivo. Cada visita fue motivo de publicaciones en redes sociales donde se tachaba el mapa y además se mostraba la cordial recepción y hospitalidad de los anfitriones, sea cual fuere su partido político. La letra chica y los pormenores de estos encuentros no aparecen por ningún lado. Y ahí es donde también se ve nítidamente el hilo conductor que atraviesa a la política en su conjunto. Con ideas como: “introducirnos al mundo”, “impulsar inversiones”, “pregonar la creación de empleos genuinos por parte del sector privado” repetidas hasta el cansancio, lo que emerge es un consenso explícito respecto de la subordinación que debe mantenerse en torno a los Estados Unidos en detrimento de lo nuestro. En cada rincón de la Argentina, existe una dirigencia vaciada ideológicamente, dispuesta a ser la mejor representante de estos intereses, con el fin de posicionarse electoralmente y, en el mejor de los casos, asegurar cuatro años de un buen salario y algún que otro negocio rentable. Un comercio para pocos: lo que se lleva el río Con la premisa de investigar y dar a conocer acciones que permitan pensar localmente algunas soluciones para los problemas que atraviesa la Argentina, solo bastaron algunos pocos clicks para encontrar todo lo contrario: el próximo 5 de agosto, la multinacional agroexportadora Louis Dreyfus Company (LDC) inaugurará en Santa Elena, provincia de Entre Ríos, una terminal de operaciones. Se trata de un predio a la vera del río Paraná donde tendrá la capacidad estática de almacenar 22.000 toneladas de granos y 55.000 toneladas en silobolsas; además de un puerto propio para enviar sus barcazas cargadas hacia los puertos de la compañía que operan en Timbúes y General Lagos, provincia de Santa Fe. “Luego de la compra de un acopio en Gobernador Mansilla en 2024, esta adquisición de un segundo elevador en Entre Ríos refuerza el posicionamiento de LDC como un actor clave en la provincia y respalda nuestros planes estratégicos de crecimiento para continuar con el desarrollo de nuestras actividades de comercialización de cereales y oleaginosas, tanto en la región como a nivel global” dice la comunicación de la empresa en su sitio web. Un dato para tener mayor dimensión de los actores e intereses en juego: en Argentina, según la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios de la Nación, en el año 2024 se exportaron 50,7 millones de toneladas de granos sin procesar; 29,7 millones de toneladas de subproductos y 7,2 millones de toneladas de aceite. En el rubro granos, solo cinco empresas explican más del 50% de esas exportaciones, en orden según el ranking, estas empresas son: Cargill (EEUU), ADM (EEUU), Cofco (China), Dreyfus (Francia) y Bunge (EEUU). En línea con esto, el intendente de la ciudad de Santa Elena, Daniel Rossi -un histórico dirigente del peronismo entrerriano- saludó la iniciativa por el dinamismo que una inversión de estas características le imprimirá a la región. Siguiendo este razonamiento, se supo que la nueva planta de la multinacional dejará un saldo de 10 empleos en la ciudad, que aumentarán a 15 en los picos de cosecha. Parece un chiste, pero no lo es. Y como todo tiene que ver con todo, la frutilla del postre fue la reunión que se llevó a cabo esta semana en la capital entrerriana, donde funcionarios nacionales, provinciales y empresarios continuaron las discusiones respecto de la reprivatización de la red troncal navegable Paraná-Paraguay, o mal llamada hidrovía, que es la ruta fluvial donde operan los puertos de estas multinacionales. El camino por el que cruza más del 80% de las exportaciones del país y por donde se fugan las riquezas de nuestro suelo. “En estas causas encontramos la respuesta a la oposición entre cosecha récord y pobreza récord” afirma Luciano Orellano en su libro “Argentina sangra por las barrancas del río Paraná”. Y sigue: “La riqueza pasa a raudales por las puertas de viviendas precarias y asentamientos irregulares en ese fluir sin pausa de camiones y trenes para derramarse en los barcos que se la llevan para afuera, dejándonos la miseria y el hambre”. No hay dudas: en tanto el comercio exterior de nuestro país siga monopolizado, concentrado y extranjerizado, seremos incapaces de pensar en clave de soberanía. Mucho menos de aunar esfuerzos para planificar un modelo de país con desarrollo, trabajo, educación y equidad. Un lugar donde, fundamentalmente, se deje de vivir para la mierda. Tal vez, algún día sea posible. (*) Lic.en Comunicación Social (UBA) – Militante de la Comunicación Popular

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