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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/07/2025 02:51
Las jornadas se suceden bajo la lógica de la imprevisibilidad de Donald Trump: una declaración, una amenaza o una maniobra inesperada basta para poner en pausa a los mercados y forzar a empresas y gobiernos a recalcular estrategias (Foto: Reuters) El regreso de Donald Trump al centro de la escena política internacional reafirma un estilo que ya resulta inconfundible para los mercados. Nadie puede negar las similitudes con su anterior mandato: nunca hay días tranquilos y monitorear las redes sociales se transforma en una necesidad diaria. Las jornadas se suceden bajo la lógica de la imprevisibilidad: una declaración, una amenaza o una maniobra inesperada basta para poner en pausa a los mercados y forzar a empresas y gobiernos a recalcular estrategias. En este contexto, las últimas semanas ofrecieron nuevos ejemplos del sello que caracteriza su manera de gobernar: elevar primero la tensión, provocar incertidumbre y luego replegarse para negociar desde una posición más beneficiosa. Esta secuencia distintiva volvió a sobresalir en dos planos clave: la relación con la Reserva Federal y la política comercial internacional. En el frente monetario, la pulseada con la Reserva Federal y su titular, Jerome Powell, tuvo episodios de máxima tensión. Trump sugirió la posibilidad de destituir a Powell —una opción técnicamente posible pero no directa, ya que existen limitaciones y requerimientos institucionales que lo dificultan—. Trump sugirió la posibilidad de destituir a Powell -una opción técnicamente posible pero no directa, ya que existen limitaciones y requerimientos institucionales que lo dificultan- En esa ambigüedad, y aprovechando resquicios formales, el presidente Trump incrementó la presión pública y política. Recientemente, el proyecto de remodelación de la sede central de la Fed en Washington, valuado en más de USD 2.500 millones, fue blanco de críticas por supuestos lujos excesivos: la administración ordenó revisar los gastos y Trump aprovechó la ocasión para cargar contra Powell, acusándolo de permitir semejantes erogaciones. Ante esta ofensiva, fue el propio Powell quien solicitó una auditoría del proyecto para bajar la tensión. Sin embargo, el mensaje ya había alcanzado su objetivo: los mercados reaccionaron de inmediato y Trump rápidamente moderó el discurso en redes sociales. El foco nunca parecía ser la remoción efectiva, sino condicionar a Powell y dejar instalada la posibilidad de una intervención. El proyecto de remodelación de la sede central de la Fed en Washington, valuado en más de USD 2.500 millones, fue blanco de críticas por supuestos lujos excesivos. Trump aprovechó la ocasión para cargar contra Powell, acusándolo de permitir semejantes erogaciones (Foto: Reuters) A esto se sumó una nueva insinuación de que Powell podría abandonar su cargo al término de su segundo mandato, dentro de ocho meses. El actual presidente de la Fed podría aspirar a la reelección si Trump lo nomina y el Senado lo confirma; sin embargo, el simple hecho de poner fechas y nombres en juego genera presión e incertidumbre. El nombre de Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional durante la administración Trump, empezó a circular como posible reemplazo. Solo mencionarlo reactivó el debate acerca de la independencia de la Fed, dado su alineamiento con el expresidente, y motivó especulación sobre postulantes alternativos con diferentes posturas monetarias. Así, las expectativas sobre las tasas de interés comenzaron a moverse al ritmo de rumores y filtraciones. La raíz del conflicto es concreta: Donald Trump presiona para bajar las tasas. Considera que los costos de financiamiento son elevados y frenan el crecimiento, y que además encarecen la deuda del Tesoro estadounidense, incrementando el déficit fiscal. Donald Trump presiona para bajar las tasas. Considera que los costos de financiamiento son elevados y frenan el crecimiento, y que además encarecen la deuda del Tesoro Jerome Powell, por su parte, opta por un enfoque prudente, insistiendo en que el impacto de los aranceles aún no se refleja de manera clara en la inflación y que la economía muestra solidez, especialmente en el empleo. Bajo ese diagnóstico, la Fed mantiene una estrategia conservadora y prefiere observar la evolución de los datos antes de actuar. Este “wait and see” exaspera al presidente Trump, que reclama recortes de tasas por hasta dos puntos porcentuales. Por eso la presión mediática y política, pero sin llegar a concretar medidas extremas: el verdadero objetivo parece ser condicionar el accionar de la Fed desde afuera, más que intervenir de manera directa. Hasta ahora, Powell no muestra señales de ceder, y la jugada podría revertirse si el banco central decide reforzar aún más su independencia institucional ante las presiones. En materia de comercio exterior, Trump reproduce la misma lógica. Recientemente amenazó con imponer aranceles del 25% a Japón, aunque finalmente alcanzó un acuerdo por gravámenes del 15% para automóviles y repuestos En materia de comercio exterior, Trump reproduce la misma lógica. Recientemente amenazó con imponer aranceles del 25% a Japón, aunque finalmente alcanzó un acuerdo por gravámenes del 15% para automóviles y repuestos. En contrapartida, la economía asiática debió proponer la creación de un fondo soberano para desarrollar proyectos estratégicos en Estados Unidos por USD 550.000 millones, con la devolución del 90% de las ganancias al país norteamericano. Adicionalmente, se comprometió a realizar compras adicionales a compañías como Boeing, productos agrícolas y de defensa, y a invertir en proyectos de GNL en Alaska. Japón también aceptó adaptar sus vehículos a los estándares de seguridad estadounidenses, favoreciendo la exportación de automóviles norteamericanos. A cambio, consiguió una cláusula de país más favorecido, que garantiza que ningún otro país accederá a mejores aranceles. Desde el Tesoro estadounidense, se resaltó la innovación del esquema de financiamiento propuesto. Desde el Tesoro estadounidense, se resaltó la innovación del esquema de financiamiento propuesto con Japón Con la Unión Europea la dinámica no fue diferente. Aumentó el tono de sus declaraciones, amedrentando con la aplicación de un arancel del 30% si no había avances concretos antes del 1 de agosto. Las conversaciones se interrumpieron, Bruselas preparó represalias y el ambiente se tensó. Sin embargo, en los últimos días las negociaciones retomaron impulso y actualmente se debate la introducción de un arancel promedio del 15%, con tasas superiores para sectores como acero y aluminio en caso de superar ciertos cupos. Los funcionarios europeos se manifiestan optimistas, aunque mantienen la cautela: la última palabra, invariablemente, corresponde a Trump. Lo verdaderamente relevante aparece en el plano político y en el impacto sobre las expectativas de los mercados (Foto: Bloomberg) Más allá de que estos aranceles reducidos sean una buena noticia para el comercio internacional frente al riesgo de una escalada, lo verdaderamente relevante aparece en el plano político y en el impacto sobre las expectativas de los mercados. En el discurso, Trump defendía la necesidad de mayor reciprocidad en los intercambios comerciales y advertía sobre la inminencia de gravámenes generalizados, pero la realidad exhibe un patrón consistente: empezar con una posición extrema, provocar sobresaltos, generar correcciones en los mercados y después moderar la postura para extraer concesiones. Wall Street ya identificó este modus operandi y lo apodó “TACO” (Trump Always Chickens Out: Trump siempre se echa atrás). Wall Street ya identificó este modus operandi y lo apodó “TACO” (Trump Always Chickens Out: Trump siempre se echa atrás) Superficialmente, puede parecer que el expresidente no alcanza sus objetivos iniciales, pero la cuestión de fondo reside en su método: la amenaza inicial, seguido de una distensión negociadora, permite maximizar el margen de concesión de la contraparte sin pagar un costo político elevado. No se trata de una improvisación. En su libro “The Art of the Deal” (1987), escrito junto a Tony Schwartz, Trump conceptualizó esta táctica bajo el nombre de “truthful hyperbole”: partir de una exageración calculada y negociar desde esa posición extrema. Más de cuatro décadas después, el método permanece vigente y se mimetiza con el entorno global actual. No obstante, los mercados reaccionan cada vez con menor dramatismo ante cada movimiento. El temor inicial es menor y, con ello, también lo es el rebote posterior. La volatilidad se redujo significativamente: el índice VIX, que en abril marcaba los 60 puntos, ahora se ubica por debajo de 15, valores similares a los de comienzos de año. , Wall Street celebró los acuerdos recientes con Japón y la Unión Europea con moderación. Ya no entra en pánico cuando las negociaciones se tensionan, ni se desboca ante la distensión (Foto: Bloomberg) En este escenario, Wall Street celebró los acuerdos recientes con Japón y la Unión Europea con moderación. Ya no entra en pánico cuando las negociaciones se tensionan, ni se desboca ante la distensión. Las cotizaciones se mantienen cerca de máximos históricos, corrigiendo lentamente a partir de pequeños avances y retrocesos. Aunque aún es frecuente ver una toma de posición cuando Trump eleva la apuesta y ventas cuando retrocede, las ganancias asociadas a esa táctica decrecen, mientras los riesgos aumentan. La reiteración de esta estrategia diseñó un nuevo equilibrio en el comportamiento inversor: menos miedo, menos euforia y mayor selectividad. Con los activos estadounidenses otra vez en terreno de precios exigentes (“priced to perfection”), apostar exclusivamente a este ciclo de subas y bajas también pierde efectividad. Con los activos estadounidenses otra vez en terreno de precios exigentes, apostar exclusivamente a este ciclo de subas y bajas también pierde efectividad La jugada de Trump, lejos de ser un simple vaivén, se consolida como un mecanismo de presión diplomática y económica, capaz de moldear tanto la política de la Reserva Federal como el flujo del comercio internacional. En definitiva, el “arte de la negociación” trumpista obliga a mercados, gobiernos y bancos centrales a convivir con la incertidumbre estratégica. La volatilidad puede ser menor que años atrás, pero la tensión -y la necesidad de atención constante- sigue vigente. El autor es Analista de PPI (Portfolio Personal Inversiones)
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