Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Cinco policías se quitaron la vida en seis meses y encendieron las alarmas institucionales

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 26/07/2025 20:55

    Cinco policías se quitaron la vida en Entre Ríos en el primer semestre de 2025. Los últimos tres, que se dieron en un muy corto período de tiempo, activaron una serie de reacciones dentro y fuera de la institución. En ese contexto, dentro de la estructura policial, reforzaron la implementación del programa “Cuidando los nuestros”: una iniciativa que ya se venía desarrollando, pero que este año recibió un marco legal, que incluye talleres reflexivos sobre estrés institucional en todas las departamentales, turnos con psicólogos policiales en cada localidad (también en Gualeguaychú) y un sistema de derivaciones más ágil para intervenir en situaciones críticas. Según explicó a Ahora ElDía su coordinadora general, la psicóloga y comisario principal Paula Martínez, estas medidas buscan fomentar una cultura interna donde pedir ayuda no se perciba como un signo de debilidad. El aumento de consultas registrado en los últimos meses activó una mayor atención por parte de jefes y compañeros, y fortaleció la red de asistencia. Una de las estrategias más recientes es la promoción del llamado “debriefing”, una técnica que se aplica específicamente luego de situaciones traumáticas. “Después de un accidente grave, una muerte o un suicidio, se reúnen los efectivos que estuvieron en la escena y se los invita a hablar de cómo se sintieron, qué les quedó. Es necesario hacer lugar a eso”, explicó Martínez, quien además de integrar la fuerza, representa a Entre Ríos en la Asociación Argentina de Salud Mental dentro del capítulo de suicidio y es referente de la Asociación Civil Escenarios Saludables. Con una trayectoria de años recorriendo la provincia para dar talleres, su enfoque es claro: visibilizar los factores de estrés que atraviesan a quienes ejercen la función policial, sin simplificar ni patologizar su trabajo. “Somos personas antes que policías”, repitió como principio rector. Desde esa mirada, planteó: “El ejercicio de la función implica una carga emocional y psicológica que se suma a los problemas de la vida cotidiana que cualquiera puede atravesar: una separación, una pérdida, dificultades económicas o vínculos familiares complejos”. Lo que sí distingue a los policías es el entorno particular en el que esos conflictos pueden agravarse. Entre los factores habituales, se encuentra la exposición permanente al riesgo. El uniforme los convierte en blanco y muchos han sido agredidos, o incluso asesinados, en operativos de rutina. La tensión también se cuela en los tiempos de espera: un agente puede estar cumpliendo una guardia aparentemente tranquila y, de pronto, recibir una alerta que lo obliga a salir de inmediato a una situación crítica. Ese cambio abrupto, de la calma a la urgencia, exige una respuesta emocional contenida, muchas veces silenciada. “El policía suele revolear las emociones para poder actuar, pero si después no las recupera, si no se conecta con lo que sintió, ese costo aparece en la salud física o mental”, advirtió. Entre los cuadros más frecuentes se encuentran los trastornos del sueño, la irritabilidad constante, los problemas gástricos y el agotamiento emocional. Todo esto se potencia cuando las jornadas son extensas, los recargos inesperados abundan y los salarios no alcanzan. A esto se suma, en muchos casos, la presión desde las jerarquías y el señalamiento público: “Uno de los grandes obstáculos para pedir ayuda es el mandato de mostrarse siempre firmes. He escuchado gente que me lo ha dicho: ‘¿Cómo yo, que soy jefe, voy a mostrarme débil? Parte del trabajo que venimos realizando en los talleres es justamente desmontar esa idea. Siempre les digo que es todo lo contrario. Como superior, si decís que pedís ayuda cuando estás mal, le vas a mostrar lo valiente que sos, que podés hablar de lo que te pasa”, aseguró Martínez. En algunos barrios, además, la figura del policía no despierta respeto, sino rechazo. “Entramos porque nos llaman y los otros nos agreden. Nos tiran piedras, nos insultan”, reconoció. Antes de cerrar, Martínez dejó un mensaje que repite en cada charla: “Esto que les pasa ahora no va a suceder siempre. El dolor es pasajero y el suicidio es una decisión permanente para un problema momentáneo. Por eso, tienen que hablar con alguien. La vida compartida siempre es más liviana. De eso se trata: no atravesar solos lo que nos está haciendo mal”.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por