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» Diario Cordoba
Fecha: 25/07/2025 09:22
Diez años de la presencia del Rugulopteryx okamurae en el Estrecho de Gibraltar y algunos municipios del litoral malagueño más oriental. Justo en estas fechas se cumple toda una década de la incidencia de las temidas algas asiáticas en un territorio especialmente sensible, por la importancia del turismo de sol y playa, así como de la pesca artesanal. Desde el año 2015, en el que nadie podía presagiar el alcance de esta especie invasora, dentro de las aguas del Mediterráneo andaluz, el pasado 2024 marcó un verdadero punto de inflexión. Recordemos que con los temporales invernales se cumularon miles de toneladas en las playas malagueñas, desde Manilva hasta Nerja. Fue especialmente llamativa la manera en la que entre abril y mayo se trabajó en cinco de los términos costasoleños más occidentales. En ese momento, la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Occidental coordinó las labores por las que se retiraron de las playas de cinco términos municipales más de 4.200 toneladas de algas. Además, los ayuntamientos y la propia Administración supramunicipal tuvieron que hacer frente a casi 390.000 euros como gasto inesperado. Llegó a pedirse auxilio al Gobierno central y las autoridades europeas, como también hicieron las principales patronales pesqueras, al margen de los propios responsables públicos del litoral malagueño. Alerta de los pescadores Este pasado invierno volvieron a contemplarse escenarios muy complicados, como los propios armadores malagueños denunciaban. El aumento de las capturas de boquerones, gambas o sardinas no oculta una realidad difícil para quienes sufren de primera mano la incidencia de esta variedad vegetal catalogada como invasora en los ecosistemas marinos del Mediterráneo, donde la alteraciones son a estas alturas más que evidentes. Son muchos los pescadores que alertan de la dificultad para faenar que entraña toparse con el alga asiática en lugares donde hasta hace pocos años era difícil de encontrar. A juicio de los científicos, la solución a corto plazo es muy complicada. La alta capacidad para extenderse, en base a sus ciclos vitales, sólo podría encontrar una compensación en caso de poder rentabilizarse su retirada de los fondos. Sí se ha planteado desde el ámbito universitario la opción de poder encontrar uso en el campo de la industria agroalimentaria, así como en cosmética, para los residuos que periódicamente son retirados de las playas por los consistorios y otras administraciones. Al hacer memoria sobre esta última década de lucha contra esta variedad marina, el profesor de la Universidad de Málaga y a su vez director de la cátedra Ciencias del Litoral de la Costa del Sol, Francisco Franco, ya explicó que la llegada de esta especie invasora se produjo «probablemente como polizón de algún carguero». Este experto señala que al llegar al Estrecho de Gibraltar pudo hallar «un ecosistema bastante debilitado» y han aprovechado para arrasarlo, haciendo una invasión extremadamente intensa». En plena pandemia se elevó la voz de alarma ante el fuerte impacto ambiental, económico y pesquero que empezó a generar no sólo en las costas gaditanas, donde mayor fue su incidencia inicial, sino también en Manilva, Casares, Estepona, Marbella, Mijas y otras áreas del litoral malagueño, como Benalmádena, Torremolinos o Fuengirola. La doctora en Química y directora del área de Análisis Químico de Materiales en el Grupo de Investigación Nanobiopol de la Universidad de Alicante, María del Carmen Garrigós, dio el pasado año algunas pistas sobre los posibles usos de estas algas: «Tiene compuestos que podrían ejercer de antioxidantes y de agentes antimicrobianos. Y posee unos ácidos grasos, con una composición muy característica que se pueden utilizar para fabricar materiales de cambio de fase». Y mientras llegan esos posibles usos, la opción de financiar con los mismos las tareas de recogida de manera mecánica, la Federación Nacional de Pesca Artesanal insistía hace pocas semanas en esa situación crítica que padece la flota pesquera artesanal en las provincias andaluzas con mayor incidencia en la presencia de algas asiáticas. Recordó esta patronal que siete años acumula de petición desesperada de soluciones, ante las administraciones directamente implicadas. Málaga es con Cádiz y algunas de las provincias bañadas por el Cantábrico uno de los territorios que mayor biodiversidad marina ha perdido. Y de la salud óptima de los caladeros de esta parte del Mediterráneo depende de manera muy directa el futuro de centenares de familias dedicadas a este sector en la provincia. Suscríbete para seguir leyendo
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