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  • El divertido ida y vuelta entre Griselda Siciliani y Luciano Castro: “¿Por qué te cuesta tanto?”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/07/2025 12:44

    Griselda Siciliani y Luciano Castro hablaron de los rumores de casamiento (Desayuno Americano. América) En el hall iluminado del Teatro Astros, los aplausos de la función aún vibraban en el aire cuando Luciano Castro y Griselda Siciliani cruzaron la puerta de salida, abrazados, con esa naturalidad de quien no tiene nada que ocultar. La pareja fue el centro de todas las miradas en la segunda función de la puesta porteña de La Llamada, el musical que triunfó en los escenarios europeos bajo la batuta de los dramaturgos españoles conocidos como Los Javis, y que ahora apuesta a desafiar, desde Buenos Aires, los límites entre comedia, música y reflexión sobre la libertad individual. No hubo escenografía que pudiera distraer a los espectadores de la escena más buscada de la noche: la de estos dos actores, relajados y cómplices, sonrientes ante los saludos y guiños de quienes se acercaban a saludarlos. En esa pasarela improvisada del foyer, la intimidad se tejía incluso frente a los destellos de los flashes. La romántica salida de Luciano Castro y Griselda Siciliani al teatro Afuera, los esperaba un enjambre de reporteros, ansiosos por arrancarles una respuesta sobre la vida compartida tras telón. Fue Griselda Siciliani quien tomó la delantera, apenas le acercaron el micrófono, y soltó una frase que flotó por encima del bullicio: “Estamos genial, re enamorados”. Bastó esa declaración para que las preguntas se multiplicaran, especialmente las que buscaban definir -o condicionar- el vínculo de la pareja bajo la palabra “casamiento”. La actriz, con una mezcla de franqueza y evasiva, ofreció otro guiño: “Estamos re bien”, zanjó, al desterrar cualquier necesidad de aclaración. Sostuvo, además, una premisa innegociable: “Todas las relaciones tienen que ser en libertad”, aunque, con una sonrisa de autocrítica, reconoció que quizás tiene algún lado tóxico. “No sé si en los vínculos, pero un lado tóxico debo tener”, admitió, al dejar entrever esa humana cuota de imperfección que a veces se busca silenciar frente a las cámaras. La escena cambió de pulso cuando Luciano Castro se sumó a la conversación. No fue un periodista quien lo abordó, sino la propia Griselda, quien, sin dar tiempo a las preguntas ajenas, lo invitó a responder sobre su habitual reticencia ante los medios: “¿Por qué te cuesta tanto pararte frente a los micrófonos?“, le dijo ella, con tono de complicidad. La pareja se mostró cómplice y no dudó en referirse a su relación Él, encogiéndose levemente de hombros, buscó en la honestidad la vía de escape: “Debería tener a esta altura mucha más cintura y ser más elegante, más canchero, pero a veces me pongo nervioso y me pongo tosco, y no sé qué decir. Soy casi bueno, pero es esa incomodidad que me supera, es sólo eso, amor”, respondió, mirándola con ternura mansa. La conversación se volvió entonces una suerte de entrevista cruzada, con Griselda jugando por momentos el rol de periodista improvisada y Luciano abriéndose desde la vulnerabilidad antes que desde el personaje público. Ninguno rehuía el tema central: la convivencia, el amor, el deseo -o no- de formalizar con papeles. “No me molesta nada con Griselda, no me molesta que me pregunten por el casamiento o la convivencia, soy yo que a veces tengo un mal día”, admitió Castro, bajando el volumen a cualquier rumor. Y deslizó una verdad con la que ambos parecían cómodos: “No hay debate, es algo que yo quiero y ella no, así que no va a pasar nunca”. Ahí, en esa diferencia sin conflicto, quedó dibujado el retrato de un vínculo que desafía las fórmulas. "No me molesta que me pregunten por el casamiento o la convivencia, soy yo que a veces tengo un mal día”, reconoció Luciano Castro Siciliani, entretanto, dejó una última reflexión, bajando las expectativas ajenas: “No nos queremos casar”. Hubo, según recordó Castro, algún fugaz amague de propuesta matrimonial: “Me dijo que sí, y después me dijo que no, que era un chiste, y que si no había que firmar nada, sí”. Pero las risas compartidas evidenciaron lo esencial: en su historia, las etiquetas molestan más que resuelven. En una noche donde los focos estaban puestos en el musical que explora la identidad y la libertad personal, Castro y Siciliani salieron a escena fuera del guion, desarmando estereotipos sobre las parejas célebres. Su declaración de amor resultó, a la vez, una declaración de principios: el amor, para ellos, se juega en el terreno de la complicidad, la risa, la elección diaria, no en la firma de un papel. Y en el Teatro Astros, bajo la mirada de propios y extraños, eligieron una vez más caminar juntos, sin otro guion que el suyo.

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