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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 18/07/2025 02:57
Ellas by GWM - Teresa Calandra Teresa Calandra inició su carrera profesional gracias al impulso de su amiga Teté Coustarot, quien la conectó con el estilista Roberto Giordano. Durante la década del ochenta, se consolidó como modelo de pasarela, desfilando para prestigiosos diseñadores nacionales como Giorgio Armani, Elsa Serrano y Gino Bogani; y forjó vínculos con destacadas figuras internacionales como Giorgio Armani. Tras su éxito en las pasarelas, amplió su trayectoria al mundo de la televisión y la actuación. Participó en telenovelas y series como Perla Negra, Un cortado, historias de café, Los simuladores y Champs 12. En cuanto a la conducción, encabezó programas como Con Teresa, Entre amigas y Bienvenidas, además de participar como panelista en formatos variados. Con los años, Calandra se convirtió en empresaria de la moda. Abrió un local con una cuidada selección de prendas italianas y hasta lanzó su propia línea de anteojos, fabricados en Italia y distribuidos en todo el país. Luego de la pandemia, se volcó a las redes sociales donde comparte contenido de moda, viajes y lifestyle. En Instagram cuenta con una comunidad de más de 250 mil seguidores. En el ámbito personal, se casó a los 18 años con el futbolista Juan Alberto Taverna, años más después con Alejandro Balut, padre de sus hijos Hassen y Diego; y desde hace más de cuatro décadas comparte su vida con Gonzalo Bergada. Teresa Calandra: "Yo no busqué la moda, la moda me encontró a mí". (Diego Barbatto) Luli: — ¿Qué representan para vos las redes sociales, especialmente al ver tantas mujeres que te siguen y acompañan en estas nuevas plataformas? Teresa: — Yo hacía programas en los famosos magazine de los ‘90 en América, en ATC, en Canal 13 y, en paralelo, tenía un programa de televisión en cable, donde compraba el espacio, durante 27 años. Cuando vino la pandemia y terminó, dije: “No voy a volver a comprar un espacio, voy a empezar a hacer lo que mostraba en mis programas de cable en una plataforma como Instagram, en una red social”. Y me dio muy buen resultado porque seguí mostrando lo que fue mi trabajo durante tanto tiempo… Luli: — ¿Qué descubriste sobre tu público al trasladarte de la tele a Instagram? Teresa: — Esa plataforma te da la posibilidad de saber qué tipo de público te sigue, que yo sabía que era ABC1, cuando estaba en cable. Pero acá tenés una respuesta inmediata. Y sabés si tienen 30, 40, 50 o 60 años, cuántos hombres, de qué provincias, si hay más de Capital o del interior del país. Y ahí me sorprendí porque me di cuenta que muchas seguían mi programa, que lo conocían desde los magazine hasta ahora. Otras son las hijas de las que veían mi programa y otras son compañeras de mi nieta. Tengo una nieta de 19 y me dice: “Mis amigas te siguen”. Y me hace mucha gracia. Me siguen hombres también. Pero yo uso Instagram como forma de comunicación, como si fuese un programa de televisión. Trayectoria profesional y comienzos en la moda Luli: — Si tuvieses que presentarte para las nuevas seguidoras, ¿cómo describirías quién es Teresa Calandra y en qué etapa de tu vida estás ahora? Teresa: — Una es Teresa Calandra y otra es Teresita. Todos tenemos nuestro niño interior al que tenemos que revalorizar y tratar de rescatar. A veces esta profesión, a la que yo le estoy sumamente agradecida porque me dio la posibilidad de conocer gente, lugares, criar a mis hijos, educarlos, etcétera; no te ayuda a tener los pies sobre la tierra porque vivís experiencias tan inalcanzables para tantas personas que, de pronto, es importante que tus amigas te bajen a la parte terrenal y te digan: “Bueno, pero la realidad es esto”. Luli: — ¿Te ha pasado a lo largo de tu carrera? Teresa: — Sí, me ha pasado porque imagínate que yo cubro la Semana de la Moda de Milán desde el año 1997. ¿Había redes? No. Pero yo de pronto me encontraba haciéndole notas a todos los principales diseñadores de moda. Estuve en lugares increíbles con actores de cine que yo decía: “¡No puedo creer que yo estoy acá!”. Y de pronto tenía que llegar a mi vida cotidiana, bajar a la realidad y decir: “Esto es parte de un show. Es muy lindo y me gusta compartirlo, pero mi realidad y mi vida es otra”. Luli: — ¿En algún momento sentiste que se te voló un poco la cabeza? Teresa: — No, no porque siempre fui bastante terrenal. Pero yo me emocionaba y era cholula cuando veía a tantos actores alrededor mío y gente que me parecía increíble. Para mí es una forma de trabajo que me encanta y lo disfruto mucho. Luli: — Estuviste muchos años metida de lleno dentro del mundo de la moda y pienso en la exigencia que tuvo estar siempre impecable. ¿En algún momento dijiste: “Qué agostador es todo esto”? Teresa: — Sí lo sentí y yo no busqué la moda, la moda me encontró a mí. Yo era muy joven, vivía en La Plata y me empezaron a llamar de distintas boutiques y hacía el trabajo de forma amateur. Cuando vine con mamá a Buenos Aires, a las famosas tiendas Harrods, se hacían desfiles de moda divinos. Teté Coustarot y Sofia Neiman, que eran amigas mías, Teté había estudiado en La Plata, la conozco de toda la vida, era amiga de mis primos, me dice: “Vos tenés que trabajar en forma profesional, tenés que ser mannequin”. Ella me llevó a Giordano y ahí mi carrera despegó en forma profesional. Nos mudamos con el padre de mis hijos y con mis chicos, que tenían seis y cuatro años. La forma de trabajar y hacer desfiles en el interior es hacer muchas revistas de moda. Entonces, la gente del interior decía: “Hay una chica nueva, me gustaría contratarla”. Pero cuando llegué a Buenos Aires tengo que decir que yo trabajé con los titanes. Me tocó jugar en Primera, como convocada en la Selección con todas las más grandes mannequin de este país. No necesitabas decir apellidos. Cada una de ellas me enseñó a maquillarme, a pararme más derecha y yo fui muy bien recibida, no sentí competencia. Luli: — ¿Sentís que eso cambió con los años? Teresa: — Sí, porque la mujer es competitiva. En todos los ámbitos hay competencia, no solamente en la moda. Pero ese era un grupo muy chico y yo era nueva. Yo nunca competí con nadie porque yo soy cero competitiva. Entonces, al ser transparente, ellas me vieron, yo me abrí y agradecí. Hasta el día de hoy les agradezco porque me abrieron muchísimas puertas. Es importante porque en ese momento no había agencias de modelos que te representaran… Luli: — No había redes, nada. Era el famoso boca en boca… Teresa: — El boca en boca y tu book con fotos para presentarte y hacer casting. Tuve más “no” que “sí” en mi carrera. Contrariamente a lo que por ahí la gente pensaba, pero yo siempre traté de ver la mitad del vaso lleno. Y volviendo al tema de la imagen, pesa y mucho sostenerla en el tiempo. Me acuerdo que una de mis compañeras me dijo: “Ahora son mannequin de prêt-à-porter y de alta costura, siempre que salgas a la calle tenés que salir impecable y estar bien”. Yo me he maquillado toda mi vida, he salido impecable siempre porque ya lo tengo como automatizado. Luli: — Pero, ¿no es agotador? Teresa: — Sí, es agotador. En pandemia yo me maquillaba todos los días, pero me maquillaba para mí, porque me gusta verme bien, soy coqueta. Me acuerdo que mi marido me decía: “¿Por qué no descansas la piel, si no te ve nadie?” Y yo le respondía: “Me veo yo”. "La mayoría de las mujeres no aceptamos el paso del tiempo", reconoció Teresa. (Diego Barbatto) Autoexigencia, procedimientos estéticos y aceptación del paso del tiempo Luli: — Me parece importante esto que decís porque parece que las mujeres siempre tenemos que estar impecables para la mirada del otro. Pero vos decís que lo hacés para vos misma. ¿Sentís que hay una autovaloración y una búsqueda de alejarnos de la mirada ajena? Teresa: — Y es difícil, porque las mujeres, no sé qué les pasa. Esto es algo que lo estoy notando en chicas muy jóvenes: el miedo al envejecimiento. Dicen: “No me gusta mi nariz, no me gusta mi boca, entonces me la agrando o me voy a hacer botox…” Y tienen 20 años o 30 años. Yo me acuerdo que me hice botox cuando cumplí 50. Luli: — ¿La primera vez que te pusiste botox? Teresa: — Sí, cumplí 50 y dije: “Me voy a poner un poco de botox en la frente”. Un monstruo. Miro las fotos y era monstruo. Lo que es más grave es que yo me veía divina y mucho más grave es que todo el mundo me decía: “¡Qué divina estás!”. Y yo miro las fotos y digo: “¡No es mi cara!”. Luli: — ¿En qué momento hiciste ese clic y te diste cuenta que ese “me veo divina” no era tan así? Teresa: — Cuando yo hacía mi programa de cable, me acuerdo que el camarógrafo y el productor me dijeron: “Tere, tenés una mirada rara. No es la tuya”. Entonces yo fui al monitor y dije: “Tenés razón”. Tendré la frente sin una sola arruga, pero no es mi mirada. A partir de ese momento, juré nunca más hacerme botox. Luli: — Decidiste conservar tu expresión por sobre todo... Teresa: — Hay mujeres que les queda lindo, que se hacen unos toquecitos en la frente y no les cambia la expresión. A mí me cambiaba la mirada. No era mi mirada. Yo me miro con mis 50 años, que estaba con un vestido despampanante. Está mal que lo diga yo, pero era un avión a chorro (risas). Tenía veintiún años menos y la verdad que estaba bárbara. Pero me miro la cara y digo: “¿Por qué me toqué la frente?” Tal vez no te vas a dar cuenta si lo ves, pero yo sí lo noto y me molesta muchísimo. Así que dije: “No me lo hago nunca más”. Luli: — ¿Nunca más te hiciste ningún tratamiento estético? Teresa: — Sí, me hice cirugía. La primera vez que me operé los ojos tenía 40 o 41 años porque hacía los magazine en vivo y no me veía bien en los monitores. Después, en los años 90 y pico, me hice lifting… Luli: — Sos más de cuchillo (risas). Teresa: — Sí, yo creo en la cirugía. Pero no en los rellenos. Que te pongan pómulos, mandíbula, que te estiren toda la cara, no. Parecen aliens. No reconozco a las personas. A veces se me acercan a saludarme y yo pienso: quién es, quién es... Luli: — ¡¿Y no la reconocés por cómo está?! Teresa: — Cuando me dicen: “Soy fulana”. Yo digo si esta mujer era divina, ¿por qué se transformó así? Pero bueno si a ella la hace feliz… Ahora hay mucha aparatología en el mercado y podés hacerte hidratación con máquinas, frío, calor… Yo soy medio vaga para esas cosas, pero hay alternativas. Luli: — Al principio de la charla mencionaste la dinámica de las redes y me quedó resonando esto de la imagen de personas que, por tantos retoques, ya no se las reconoce. ¿Cuánto creés que influyen las redes en esa autoexigencia? Teresa: — La mayoría de las mujeres no aceptamos el paso del tiempo. En mi caso, yo no le tengo miedo a la muerte porque estuve ahí y sentí calma. Le tengo miedo al deterioro, a ser una carga para mis hijos. Me encanta cumplir años mientras mi edad biológica y el físico me acompañen. Ahora, si tengo que empezar a depender de terceros, eso me asusta. No la muerte. Me asusta tener que depender de terceros. Vida en pareja, sexualidad y claves del vínculo a largo plazo Luli: — Estás con tu marido, con Gonzalo, hace 38 años. ¿Cómo se sostiene la pasión después de tanto tiempo? Teresa: — Llevamos muchos años y yo siempre estuve muy enamorada de él, tuve mucha química y siempre lo admiré. Por supuesto, cuando convivís tanto tiempo y tenés los problemas de todos los días, hay días que estás bárbara y hay días que te pasó de todo y la verdad es que le das un beso y a dormir porque mañana seguimos la charla. Eso es natural. Lo que no podría es estar al lado de un hombre si no lo admiro, si no lo respeto, si no estoy enamorada y si no tengo piel. A esta edad podría estar sola, no me quedo por comodidad o por miedo. No soy así. Salir de una zona de confort es difícil y hay gente que prefiere quedarse en la zona de confort. Yo no me quedo por cariño. Y sí, tengo momentos de sexo muy buenos con Gonzalo, después de 38 años, la verdad que sí. Luli: — ¿El sexo a los 70 está bueno? Teresa: — Sí. Si no los tuviera, capaz que se nos hubiese… A veces nos reímos y decimos: “Después de tanto tiempo que nos pase esta situación” (risas). A mí me da un poco de pudor porque por ahí están viendo mis hijos… Luli: — Pero es espectacular que sigas buscando la felicidad, la pasión y el sexo, porque es algo que no hay que resignar. Teresa: — Y no les tiene que dar vergüenza hablar de sexo. "Me he maquillado toda mi vida, he salido impecable siempre porque ya lo tengo automatizado", explicó Teresa en diálogo con Luli. (Diego Barbatto) Madre, abuela y valores de familia Luli: — ¿En qué te transformó ser abuela? Teresa: — Ser abuela es un amor diferente. Yo tengo locura con mis dos hijos varones. Son mi vida y es lo más importante de mi vida. Pero los nietos son la prolongación. Luli: — Sos muy presente con tus hijos, de acompañarlos… Teresa: — Sí y ellos conmigo. No sé a quién salieron tan buenas personas, tan generosos, tan solidarios. La verdad es que Dios me bendijo con estos chicos que son mi versión mejorada. Ojalá yo fuera como ellos. Mis nietos, es mi descendencia y no soy una abuela malcriadora. No soy de malcriar, pero me divierte estar con ellos y con mis nueras, cuando me dicen: “Viajo, ¿podés cuidarlos?” Yo estoy ahí. Luli: — ¿Sentís que sos mejor abuela que mamá? Teresa: — No, creo que no. Pero habría que preguntales a ellos (risas). Ellos me admiran porque yo trabajé, porque siempre tuve proyectos y me mantuve activa. Y ellos admiran a las mujeres que trabajan, que son independientes. Yo les enseñé a que no las celen, que no sean celosos porque es horrible tener un hombre celoso en tu vida, les aconsejé siempre que les den aire, que las dejen crecer, que las dejen ser, porque eso va a hacer que tengan una relación mejor. En eso sí fui muy insistente: “No las celen, no las molesten, háganlas sentir mujeres importantes e independientes porque eso las va a hacer sentir bien como mujer”. Y también les digo a ellas: “No los celen, no celen a hombre que tienen al lado”. Es una construcción de ambos lados.
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