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  • Maestros que viajan 25 mil km al año para dar clases en Almanza

    Usuhahia » Diario Prensa

    Fecha: 17/07/2025 13:14

    Realidad educativa en el colegio rural “44 Héroes del ARA San Juan”. En el pequeño pueblo late, muy viva, una escuelita que se sostiene gracias al compromiso de docentes que desafían las distancias. De lunes a viernes, emprenden un viaje desde Ushuaia, de 140 kilómetros de ida y vuelta, sin importar las condiciones climáticas. A lo largo del año escolar, el cálculo se traduce en un recorrido acumulado de 25.200 kilómetros, una cifra que refleja no solo la lejanía geográfica, sino también la dedicación de quienes creen que la educación no tiene fronteras, y del Gobierno provincial, que asigna transporte e insumos para el normal desempeño de la actividad educativa diariamente. La labor va más allá de las aulas: es un acto de resistencia, solidaridad y amor por la enseñanza en uno de los rincones más aislados del país. Diario Prensa Libre entrevistó a Walquiria Olmedo, maestra y directiva de la Escuela Rural N° 49 de Puerto Almanza “44 Héroes del Submarino ARA San Juan”, quien reveló las complejidades de la educación en contextos alejados de los centros urbanos. Con alumnos de diferentes niveles en un mismo aula, infraestructura limitada y desafíos administrativos, la institución enfrenta una realidad que exige adaptación constante. La “seño” Olmedo describe la dinámica de enseñanza en la escuela, donde conviven estudiantes de distintos grados: «Tenemos integrados a los alumnos de primaria: dos de segundo grado, uno de tercero, uno de cuarto y dos más de sexto. Todos comparten el mismo espacio, pero cada uno requiere atención especializada». La maestra destaca que, mientras algunos niños necesitan apoyo constante, otros, como el alumno de sexto grado, son más independientes: «A él le explicás una vez y ya comprende. Trabajamos con pizarras divididas para personalizar las clases». La higiene del lugar también recae en los docentes: «Al mediodía barremos rápido para continuar con las clases. Necesitamos más recursos humanos y mejor coordinación. Necesitamos personal de limpieza y cocina por separado» reclama esperanzada Walquiria. La llegada de profesionales externos, como equipos de gabinete, se dificulta por la falta de espacio. «Un día lunes tenemos 15 personas amontonadas en la cocina», comenta. A esto se suma la carencia de viviendas para docentes: «Hubo un proyecto de construir departamentos, pero nunca se concretó». La escuela tampoco cuenta con presupuesto para proyectos como huertas escolares, a pesar de que los docentes han asistido a capacitaciones. «Presentamos iniciativas, pero todavía no hay respuestas concretas», se lamenta la entrevistada. La institución debe responder a tres niveles educativos (inicial, primario y secundario) con normativas diferentes, lo que genera sobrecarga administrativa. «A veces corto clases para resolver problemas de agua o trámites urgentes», continúa diciendo Walquiria. El ausentismo es otro problema, especialmente los lunes, cuando muchas familias trabajan en gastronomía y no envían a sus hijos. «No exigimos certificados como en la ciudad; confiamos en el diálogo con los padres», aclara. La matrícula fluctúa por temporadas, con alumnos que llegan de otras provincias o regresan a sus lugares de origen. «Hemos recibido niños en marzo, mayo e incluso ayer. Cada uno viene con un nivel distinto, y debemos evaluarlos para adaptar los contenidos», señala. Aunque la escuela tiene orientación en ciencias sociales, recibe estudiantes de modalidades técnicas, lo que exige flexibilidad curricular. «Si un chico de quinto no domina los contenidos de tercero, trabajamos en trayectorias personalizadas», explica. Sobre la repitencia, la directora aclara que las decisiones se toman «en consenso con las familias y basadas en la trayectoria escolar». Sin embargo, destaca que «si un padre se opone, el niño no repite». La prioridad es garantizar el acceso al conocimiento, incluso con herramientas alternativas. Pese a los desafíos, los docentes mantienen el compromiso. «Sabemos que falta mucho, pero estamos trabajando para que esta escuela funcione», concluye. En síntesis, la labor de Olmedo y sus colegas refleja una educación que va más allá de lo académico: implica gestionar recursos, suplir carencias y, sobre todo, sostener un espacio donde todos los niños, pese a las adversidades, tengan oportunidades. Escribe: Angel “Lito” Lavia. Puerto Almanza.

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