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» Diario Cordoba
Fecha: 15/07/2025 09:30
A pesar de su dificultad lectora, no habla mal de nosotros que Góngora sea santo y seña de esta ciudad. Ya se huele el 27 y toca orear las glorias de nuestro príncipe de las letras, eliminando esa pátina de prejuicios que asocia lo gongorino con un barroquismo huero, dando una patada hacia adelante a la ignorancia. En esa exquisita tarea de picar piedra contra los tópicos, cabe destacar la labor de la cátedra Luis de Góngora, dirigida por mi querido y admirado Joaquín Roses. Precisamente, Roses es el responsable de la edición de ‘El infinito en pie’, un precioso homenaje al autor de las ‘Soledades’, donde ocho especialistas de la obra de Góngora comentan otros tantos de sus poemas. Gracias a este libro, he podido saborear la exquisita mordacidad y esa chanza escatológica de Góngora, condensada en el soneto ‘Pisó las calles de Madrid el fiero’, una bomba de efectos retardados contra los que en la Villa y Corte pusieron a los pies de los caballos al ‘Polifemo’ de don Luis, apuntando -cual Mazinger Z del siglo de oro- a la línea de flotación de los seguidores de Lope de Vega. Pero la actualidad impera, y me detengo en la letrilla comentada en ese libro por la profesora Amelia de Paz. Se trata de ‘Mañana sa Corpus Christa’, un villancico barroco culto en el que, en dialecto guineo, se recrean las expectativas de dos esclavas negras -Juana y Clara- ante la fiesta grande del Corpus: «Mañana sa Corpus Christa/ mana Crara/ alcoholemo la cara/ e lavémono la vista». Negras en la España de principios del XVII. ¿Cómo casa ese sarpullido con los que en un insolente descaro iconográfico se han apropiado de la cruz de Borgoña? Por no hablar de la hija negra que adoptó la goyesca duquesa de Alba. Este fin de semana, en Torre Pacheco no se ha declamado a Góngora. Más bien ha sido un vector de afinación y actualización del viejo catecismo de Millán Astray: «Muera la inteligencia». Se azuza la caza del extranjero porque se está mostrando como un pingüe caladero de votos, cuando acaso tenía que ser lo contrario. Así se las ponían a Fernando VII, pues las pifias del sanchismo le están abriendo al PP las grandes praderas de la centralidad. Y sin embargo, son condescendientes con los émulos del papito pelirrojo, que hablan sin remilgos de expulsar a ocho millones de inmigrantes, sin reparar no solo en las costuras básicas de la dignidad de la persona, sino en el agujero negro que le produciría al tejido industrial español prescindir de esa mano de obra. Que Góngora escribiese esos ripios en guineo dice mucho de su autor y de una sociedad cuyas glorias pasadas quieren apropiarse algunas facciones políticas; eludiendo la diversidad racial que pululaba en el reino de los Austrias. Ya conocimos la beldad del Orfeo negro. Por qué no otorgarle a Góngora la preciosa negritud. *Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor
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