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  • Julia, la guardiana del tiempo

    » Elterritorio

    Fecha: 13/07/2025 10:54

    A pesar del avance de los dispositivos electrónicos y cambios de hábitos, los relojes siguen marcando las horas fielmente gracias a la labor de apasionados relojeros, como esta obereña domingo 13 de julio de 2025 | 6:05hs. Julia heredó la profesión familiar y continúa resolviendo. Foto: Luciano Ferreyra Cuando el tiempo se detiene, aparece Julia con sus 74 años sosteniendo un oficio que parece sacado de otra época. Con manos firmes y paciencia infinita, esta relojera obereña conserva la tradición familiar que inició su hermano, ajustando engranajes y dando nueva vida a esos aparatos que simplemente marcan la hora. Ida Julia Sersun aprendió el oficio a los 15 años. Fue su hermano quién estudió por correo y la inició en la profesión de relojero. Así, a los 18 años la joven ya arreglaba los relojes a cuerda que llegaban al local que tenía la familia en calle 9 de julio de la Capital del Monte. “El trabajo cambió muchísimo”, cuenta Julia, con la voz pausada, como quien ha vivido cada transformación del oficio. “Antes eran relojes manuales, automáticos, ahora son todos electrónicos. Todo es distinto. Pero el trabajo sigue”, marcó. El paso de los años y la llegada de la tecnología lejos de hacer desaparecer el oficio, lo cambiaron potenciaron, según define la entrevistada. La demanda es contínua, tiene clientes de diferentes municipios de la provincia y también de la vecina Corrientes llegan hasta el actual local en calle Córdoba. Hoy, quienes se interesan en el oficio, buscar aprender de manera autodidacta, muchas veces, a través de tutoriales en YouTube. En cambio, Sersun tuvo que formarse a pulmón, hasta fabricando piezas, ajustando bujes y con prueba y error. “Antes no existían los repuestos que uno pedía. Tenías que ingeniártelas para preparar las cosas”, recuerda. Sobre relojes, Sersun puede dictar un seminario, además recuerda hitos y reparaciones particulares. Por ejemplo, la del reloj de la Catedral San Antonio, que realizó su hermano. “El reloj es una joya llegada desde Suiza. Mi hermano lo hizo andar y hasta logró que tocaran las campanas”, relata con una mezcla de orgullo y nostalgia. En el local donde se desempeña hasta la actualidad, se trabaja en la reparación de toda clase de relojes, suizos, deportivos, modernos, de cuerda. Nada parece demasiado complicado para sus manos. Ni siquiera el daño que provoca el clima húmedo de Misiones, uno de los mayores enemigos de estos pequeños mecanismos. “La profesión se mantiene, tengo mucho trabajo y los clientes siguen eligiendo relojes que perduran, le cambiás la pila y sigue dando la hora”, destacó. Entre su clientes, herramientas de trabajo, piezas minúsculas y una memoria prodigiosa, Julia continúa su tarea, esa de ajustar el tiempo. Y así Relojería Suiza mantiene el oficio resistiendo vigentes al avance de horas y años. Compartí esta nota:

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