13/07/2025 05:07
13/07/2025 05:07
13/07/2025 05:05
13/07/2025 05:03
13/07/2025 05:02
13/07/2025 05:01
13/07/2025 05:01
13/07/2025 05:01
13/07/2025 05:01
13/07/2025 05:01
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/07/2025 22:36
La genética determina la duración del llanto en los bebés, según un estudio sueco con gemelos La frecuencia y duración del llanto en los bebés, una de las mayores inquietudes de madres y padres durante los primeros meses de vida, está determinada en gran medida por la genética, mientras que el sueño y la capacidad de calmarse dependen más del ambiente familiar. Así lo revela un reciente estudio sueco con gemelos, liderado por Charlotte Viktorsson de la Universidad de Uppsala y el Karolinska Institutet, cuyos resultados fueron publicados en la revista JCPP Advances. Este trabajo pionero arroja luz sobre el peso relativo de la herencia y el entorno en los comportamientos más desafiantes de la primera infancia, y ofrece un mensaje de alivio para muchas familias. El llanto y el sueño infantil han sido tradicionalmente motivo de preocupación y debate en la crianza. Problemas como el insomnio o el llanto excesivo pueden afectar tanto el desarrollo cerebral del bebé como la salud mental de los padres. Sin embargo, hasta ahora existía poca evidencia sobre cuánto dependen estos comportamientos de los genes y cuánto del ambiente en el que crecen los niños. El estudio sueco, basado en una muestra nacional de casi 1.000 gemelos, es el primero en analizar estos factores en bebés tan pequeños y con tal nivel de detalle. El ambiente familiar influye más en el sueño y la capacidad de calmarse de los bebés (Imagen Ilustrativa Infobae) Un estudio con gemelos para descifrar la influencia de la genética y el ambiente El equipo de Viktorsson reclutó a 998 gemelos suecos, a quienes se siguió a los dos y cinco meses de edad. Los padres completaron cuestionarios detallados sobre el número de despertares nocturnos, el tiempo que tardaban los bebés en calmarse y la duración del llanto en distintos momentos del día. La comparación entre gemelos idénticos (monocigóticos), que comparten el 100% de sus genes, y gemelos fraternos (dicigóticos), que comparten aproximadamente la mitad, permitió a los investigadores estimar el peso de la genética frente al ambiente compartido. Los hallazgos del estudio muestran un panorama complejo y dinámico, en el que la influencia de la genética y el ambiente varía según el comportamiento y la edad del bebé. El estudio revela que la influencia de la genética y el ambiente varía según la edad y el comportamiento del bebé En cuanto a la duración del llanto, la genética desempeña un papel fundamental desde los primeros meses. A los dos meses, los genes explican aproximadamente el 50% de la variabilidad en cuánto tiempo llora un bebé. Esta influencia aumenta con la edad: a los cinco meses, la genética llega a explicar hasta el 70% de las diferencias entre bebés en la duración del llanto. Por otro lado, el número de despertares nocturnos depende sobre todo del ambiente familiar, tanto a los dos como a los cinco meses. Hasta un 90% de la variabilidad en cuántas veces se despierta un bebé por la noche puede explicarse por factores compartidos en el hogar, como las rutinas, la alimentación o el entorno físico. El estudio señala que la genética tiene un papel mucho menor en este aspecto. En lo que respecta a la capacidad de calmarse o “settleability”, el ambiente es el factor más influyente a los dos meses de edad. Sin embargo, a los cinco meses, la genética comienza a ganar terreno y explica más de la mitad de las diferencias entre bebés en este comportamiento. “La rapidez con la que el bebé se adapta se debe principalmente al entorno a los 2 meses de edad, pero a los 5 meses, su genética ya es importante. Esto refleja el rápido desarrollo que se produce en los bebés y podría indicar que los esfuerzos de los padres para que su hijo se adapte pueden tener el mayor impacto en los primeros meses”, explicó Viktorsson. Los padres pueden sentirse aliviados al saber que el llanto excesivo tiene una base hereditaria (Imagen Ilustrativa Infobae) El estudio también destaca que la mayoría de los factores genéticos y ambientales son específicos de cada edad, lo que sugiere que los primeros meses de vida constituyen un periodo de gran plasticidad y cambio en el desarrollo cerebral y en la interacción con el entorno. Implicaciones para las familias: menos culpa, más herramientas Los resultados del estudio sueco pueden ofrecer alivio a muchos padres que se enfrentan a bebés que duermen mal o lloran mucho. “Para los padres, puede ser un consuelo saber que el llanto de su hijo se explica en gran medida por la genética, y que ellos mismos tienen opciones limitadas para influir en cuánto llora su hijo”, expresó Viktorsson. Saber que parte de estas dificultades tiene una base hereditaria puede reducir la culpa y la ansiedad, y orientar mejor el apoyo profesional. Al mismo tiempo, el fuerte peso del ambiente en el sueño nocturno subraya la importancia de las rutinas, el entorno y las prácticas de crianza como herramientas clave para mejorar el descanso de los bebés. “Comprender la etiología detrás de estos comportamientos puede informar futuras prácticas y guías para padres”, escribieron los autores en la publicación original. Las rutinas y el entorno familiar son clave para mejorar el sueño infantil, según la investigación (Imagen Ilustrativa Infobae) El estudio se basa en informes de los padres, lo que puede introducir cierta subjetividad en la medición de los comportamientos. Además, aunque los gemelos ofrecen una oportunidad única para separar los efectos de los genes y el ambiente, sus experiencias pueden diferir de las de los hijos únicos. No obstante, los autores compararon sus datos con los de bebés no gemelos y no hallaron grandes diferencias en los patrones de llanto y calma. El equipo de Viktorsson concluyó que estos hallazgos subrayan la necesidad de tener en cuenta tanto las predisposiciones genéticas como los factores ambientales en las prácticas de cuidado infantil y en la orientación a los padres. A medida que la ciencia avanza, la posibilidad de adaptar el apoyo a las familias según las necesidades y características de cada bebé se vuelve más real. Por ahora, el mensaje es claro: ni todo es culpa de los genes, ni todo depende del ambiente. El sueño y el llanto de los bebés resultan de una compleja interacción entre herencia y entorno, que evoluciona rápidamente en los primeros meses de vida.
Ver noticia original