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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/07/2025 04:42
El penal no sancionado a Calderón en la final de Italia 90 A 35 años de la final del Mundial de Italia entre Argentina y Alemania en el Estadio Olímpico de Roma, el recuerdo de aquel 8 de julio de 1990 sigue vivo, no solo por lo que se vio en el campo, sino por lo que no se sancionó y lo que se interpretó mal. La historia oficial dirá que Alemania ganó 1-0 con un penal convertido por Andreas Brehme, tras una falta que Edgardo Codesal sancionó sobre Rudi Völler. Pero hay otra historia, menos difundida, que reclama su espacio con una fuerza cada vez mayor: la infracción no cobrada a Gabriel Calderón dentro del área alemana, a 12 minutos del final, cuando todo seguía 0-0. La jugada olvidada Minuto 78. Argentina resiste con más orgullo que fútbol. Gabriel Calderón recibe el balón dentro del área, encara y es derribado por Lothar Matthäus, quien, en su intento de marcarlo, le arrastra el pie de apoyo de forma imprudente. El delantero cae. El estadio entero contiene la respiración. Pero Codesal no pita. “Choque accidental”, sentencia. Con las imágenes de hoy, la infracción que se observa es evidente: se trata de un contacto físico imprudente que desequilibra al atacante dentro del área. Si el VAR hubiese existido en 1990, sin dudas habría llamado a un OFR (On-Field Review) y, con la repetición clara desde el ángulo correcto, la decisión difícilmente hubiese sido la misma. La posibilidad de que Argentina se pusiera en ventaja desde los doce pasos —con Maradona en cancha— habría cambiado la historia. No sucedió. El propio Calderón, en una entrevista reciente, revivió esa acción: “Vi la jugada desde un ángulo que nunca había visto. ¡Fue penal! Le pido a Codesal, con todo respeto, que por una vez sea honesto y reconozca que se equivocó. Nos quitó la chance de ser campeones del mundo”. La controversia eterna: Sensini–Völler Doce minutos más tarde, Codesal sí intervino. En una jugada dentro del área argentina, Rudi Völler cae tras un leve contacto de Roberto Sensini. Penal. Gol. Alemania campeón del mundo. Argentina, devastada. Durante décadas, Codesal ha defendido su decisión. “El defensor no toca el balón, aunque intenta jugarlo. Lo contacta con el muslo adelante y con el antebrazo sobre la cintura. Lo hace caer”, sostuvo en una entrevista con Infobae en 2020. Pero incluso los propios protagonistas, como Lothar Matthäus y el mismo Sensini, han expresado que no hubo falta suficiente para tal sanción. La diferencia entre ambas acciones no es solo la interpretación del árbitro. Son los cambios y nuevas consideraciones que obligó al legislador a hacer modificaciones a las reglas del juego que evolucionaron el reglamento. El penal que sancionó Codesal en la final de Italia 90 ¿Qué decía el reglamento en 1990? Hasta ese Mundial, la regla consideraba la intencionalidad como eje rector: no se sancionaba una falta si no había intención de cometerla. De ahí que Codesal no debió considerar ilegal el contacto si el defensor que intentaba jugar la pelota y erraba por milésimas. La falta sancionada a Sensini —aun siendo dudosa— tuvo otro respaldo a esa lógica interpretativa. Pero, a su vez, desnudó una incoherencia ¿por qué no lo fue el derribo de Calderón minutos antes? La respuesta más cruda es: porque no se vio. Porque el árbitro no estaba bien posicionado. Porque no hubo tecnología para asistirlo. ¿Y si hubiese existido el VAR? Con el reglamento actual de FIFA e IFAB, ambas jugadas serían evaluadas de forma diferente. Hoy, el criterio apunta a la acción, no a la intención. Se juzga el grado de imprudencia, la fuerza aplicada y el impacto de la jugada. Si se considera que el defensor interfiere en la disputa sin tocar el balón y con consecuencias físicas para el atacante, se sanciona. Bajo esta perspectiva moderna: La jugada de Sensini y Völler sería revisada con múltiples ángulos y probablemente no se sancionaría penal, al no haber contacto y no existir la intencionalidad que se exigía reglamentariamente en esa época que impidiera la continuidad del alemán. La infracción de Matthäus a Calderón sería sancionada, ya que el contacto con el pie de apoyo impide al delantero continuar la jugada. Es, por definición moderna, una infracción imprudente dentro del área. Una final de rigor, sin concesiones… Salvo del árbitro Italia 90 fue una final cerrada, tensa, sin espacios. La Albiceleste, diezmada por lesiones y expulsiones, resistió heroicamente ante una Alemania poderosa, organizada, dominante en lo físico. El fútbol fue escaso, pero la entrega, total. Lo que no hubo fue margen para el error arbitral. Y Codesal falló. No solo por el penal sancionado, sino por el no cobrado. También por la roja polémica a Dezotti. Y por una sensación generalizada de desequilibrio en las decisiones que aún hoy divide a los hinchas del mundo. Un país entero todavía recuerda —con bronca, con tristeza, con nostalgia— una decisión que pudo cambiar la historia. La memoria como juicio Treinta y cinco años después, las cámaras, los relatos y los protagonistas siguen poniendo el foco en ese instante. No por revancha, sino por memoria. Porque el fútbol, como la vida, también se construye sobre decisiones. Algunas aciertan. Otras, como la de Codesal, dejan marcas que ni el paso del tiempo ni las justificaciones pueden borrar.
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