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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/07/2025 04:34
Azucena Villaflor de De Vicenti fue secuestrada y arrojada al mar El 8 de julio de 2005, hace exactamente 20 años, se anunció el hallazgo de los restos de Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo que estaba desaparecida desde 1977. El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos que habían sido enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle, provincia de Buenos Aires. En ese cementerio se habían sepultado cuerpos que aparecieron flotando en la costa entre Mar del Tuyú y Santa Teresita, en diciembre de 1977. La identificación de los restos de Azucena fue posible gracias al trabajo conjunto de científicos, familiares y organismos de derechos humanos. El Equipo Argentino de Antropología Forense determinó que Azucena Villaflor había muerto entre el 15 y el 17 de diciembre de 1977, pocos días después de su secuestro que sucedió el 10 de diciembre. Los restos de su cuerpo presentaban fracturas compatibles con una caída desde gran altura, lo que coincidía con el modus operandi de los “Vuelos de la muerte”, en los que los prisioneros eran arrojados vivos al mar desde aviones militares. La historia de Azucena Villaflor se entrelaza con los años más oscuros de la represión estatal en Argentina. Nacida en Avellaneda en 1924, creció en una familia obrera y se casó con Pedro De Vincenti, con quien tuvo dos hijos, Gustavo y Néstor. Su vida transcurría entre el trabajo y la familia hasta que, en 1976, la dictadura militar irrumpió en su cotidianidad. El 30 de noviembre de ese año, su hijo Néstor fue secuestrado por un grupo de tareas. Desde ese momento, Azucena inició una búsqueda incansable que la llevó a convertirse en una referencia ineludible de los derechos humanos. El secuestro de Néstor De Vincenti fue el detonante que transformó a Azucena Villaflor en activista. Recorrió comisarías, ministerios y hospitales, enfrentando la indiferencia y el miedo. En ese peregrinar, conoció a otras madres que atravesaban el mismo dolor. La solicitada publicada en La Nación el mismo día que desapareció Azucena Villaflor El 30 de abril de 1977, junto a un pequeño grupo de mujeres, se reunió por primera vez en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada. Eran catorce: Azucena Villaflor de De Vincenti, Josefa “Pepa” de Noia, Raquel Radío de Marizcurrena, Beatriz de Neuhaus, Delicia de González, Raquel Arcusín, Haydee de García Buela, Mirta de Varavalle, Berta de Brawerman, María Adela Gard de Antokoletz y sus tres hermanas, Cándida Felicia Gard, María Mercedes Gard y Julia Gard de Piva. Como la Policía les ordenó que circularan, comenzaron a marchar en círculo, exigiendo la aparición con vida de sus hijos. Así nacieron las Madres de Plaza de Mayo, con Azucena como una de sus impulsoras y primera presidenta. La represión no tardó en alcanzar a quienes se animaban a desafiar el silencio impuesto por el régimen. El 10 de diciembre de 1977, el mismo día en que se publicó una solicitada en el diario La Nación con los nombres de los desaparecidos, Azucena Villaflor fue secuestrada en la puerta de su casa en Avellaneda. La solicitada había sido un hito en la lucha de las Madres. La solicitada llevaba el título “Por una navidad en Paz – Solo pedimos la verdad” y estaba dirigida al presidente de la Corte Suprema de Justicia, a los altos mandos militares, a la Junta Militar, a las autoridades eclesiásticas y a la prensa nacional. Los firmantes, alrededor de ochocientos, reclamaban información sobre la suerte corrida por sus familiares desaparecidos. Pero dos días antes un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), había secuestrado a Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, otras dos fundadoras de Madres. El 8 de diciembre una patota de la ESMA se las había llevado por la fuerza al salir de una misa en la Iglesia de la Santa Cruz, luego de ser señaladas con un beso por el represor Alfredo Astiz, infiltrado -con el nombre de Gustavo Niño- entre las Madres haciéndose pasar por el hermano de una militante desaparecida. Las tres Madres que fueron secuestradas en diciembre de 1977. Sus restos fueron identificados en 2005 Junto a las dos Madres, en el operativo de la Santa Cruz, que se dividió en varios días, los represores de la ESMA se habían llevado a otras ocho personas: Ángela Auad, Remo Berardo, Raquel Bulit, Horacio Elbert, Julio Fondovilla, Gabriel Horane, Patricia Oviedo y la monja francesa Alice Domon, que colaboraba en la búsqueda de los desparecidos. El 10 secuestraron a Villaflor y a la segunda monja francesa Léonie Duquet. Testimonios de sobrevivientes de la ESMA relataron que Azucena Villaflor permaneció allí varios días, sometida a tormentos. Y finalmente fue arrojada al mar. En 2003, el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumó restos de personas enterradas sin nombre en el cementerio de General Lavalle. Dos años más tarde después, los análisis genéticos confirmaron que uno de esos cuerpos pertenecía a Azucena Villaflor. El hallazgo permitió reconstruir parte de la verdad sobre su destino y el de otras víctimas de los “vuelos de la muerte”. En 2005 junto a los de Azucena Villaflor fueron identificados los cuerpos de María Eugenia Ponce de Bianco, Esther Ballestrino de Careaga, Léonie Duquet y Ángela Auad. Azucena Villaflor y su familia El impacto del hallazgo fue profundo. Hace 20 años Cecilia De Vincenti, hija de Villaflor, había dicho: “Por un lado uno siente mucho dolor y bronca de saber que desde hace 28 años sabían dónde estaba y nunca nos lo dijeron; pero por otro, hay que confesarlo, siento cierta alegría pues ella vuelve a estar de alguna manera con nosotros”. El 8 de diciembre de 2005, las cenizas de Azucena Villaflor fueron depositadas al pie de la Pirámide de Mayo, en el corazón de la plaza donde había iniciado su lucha. El acto reunió a familiares, sobrevivientes, militantes y funcionarios, que rindieron homenaje a su coraje y a su legado. Hebe de Bonafini, entonces presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, expresó: “Azucena fue la que nos enseñó a luchar, la que nos enseñó a no tener miedo”. La ceremonia se convirtió en un símbolo de la resistencia y la memoria. Porque a pesar de aquel secuestro y asesinato de las Madres ocurrido en diciembre, siguieron marchando. Todos los jueves.
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