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Chajari » Chajari al dia
Fecha: 07/07/2025 22:59
Entre Ríos no participó del Congreso de Tucumán del 9 de julio de 1816. En realidad, participó la mitad del Virreynato del Río de la Plata. La otra mitad, estuvo ausente. La idea que se transmite, tácitamente, es que todas las regiones integrantes de las Provincias Unidas del Río de La Plata viajaron entusiastas a Tucumán para declarar la independencia de la Patria. Pero eso no fue así. El primer llamado para declarar la independencia fue la Asamblea del Año XIII, aunque la independencia no se declaró. En 1816, quienes no concurrieron a Tucumán, fueron los representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, la Banda Oriental y Paraguay. Ésta última, que estaba en pugna con el centralismo porteño desde 1811, se había negado a enviar diputados a la Asamblea del año XIII porque Buenos Aires rechazó un proyecto de Confederación que proponía. Además declaró su independencia en 1814 y en el mismo año de 1816, realizó un congreso que designó dictador perpetuo a Gaspar Rodríguez de Francia, enemigo acérrimo de la política porteña. Los mismos problemas con Buenos Aires enfrentaban las otras provincias de este grupo que sumando a Córdoba, habían formado la Liga de los Pueblos Libres bajo el protectorado de José Gervasio de Artigas, quién tenía un actitud opositora a la política de Buenos Aires, pero dispuesto a negociar con el centralismo porteño en función de la unión de las regiones que integraban el ex Virreinato del Río de La Plata. Artigas nunca fue bien visto por Buenos Aires. Desde el primer momento los porteños intentaron quitarlo de la escena política. Los problemas se agudizaron cuando los representantes artiguistas enviados a la Asamblea del año XIII fueron rechazados. Las argumentaciones se basaron en algunas formalidades en la elección de los diputados, pero el fondo de la cuestión lo constituyen las instrucciones sobre la organización federal del país que el artiguismo había dado a sus representantes para que se traten en el Congreso. Una de ellas era declarar la independencia. Las ideas artiguistas molestaban al sector conservador porteño, y cuando se las analiza hoy, comprobamos que están en gran parte incorporadas a la Constitución Nacional desde 1853, como fundamento institucional de la República Argentina. Lo triste es que debieron transcurrir cuarenta años de lucha y muerte para arribar a una solución que estaba propuesta por los pueblos en 1813. Artigas fue declarado por Buenos Aires traidor a la patria y su cabeza puesta a precio. Pero más allá de esto, que no es algo menor, la Asamblea del año XIII fue el primer llamado para declarar la independencia, aunque Buenos Aires se opuso a ello. Ninguna de las propuestas de los Pueblos Libres fueron tratadas y las contrapropuestas porteñas son una serie de imposiciones que Artigas debería aceptar y enviar delegados a Tucumán para seguir con las negociaciones. En realidad, lo de Buenos Aires fue poco menos que una burla. Más aún, Buenos Aires realizaba acciones diplomáticas y militares para anular la influencia de Artigas. Incluía en sus intenciones la invasión de fuerzas militares portuguesas a la Banda Oriental para aniquilar a Don José. En 1815 Artigas convocó al denominado Congreso de Oriente, del que participaron representantes de las provincias que formaban parte de su Protectorado. Allí se declaró la independencia que, como era de esperar, Buenos Aires rechazó. Hy que admitir que hay estudiosos que niegan que este Congreso se realizara en realidad, aunque hay otros que afirman que se llevó a cabo. En otro ámbito, desde Mendoza, José de San Martín exigía la independencia y cuando Buenos Aires decide reunir el Congreso de Tucumán, San Martín insistía con que, ni bien instalado, procediera sin más trámite a declararla. Empezó a insistir en esto meses antes de la inauguración de la famosa asamblea. Pero es importante preguntarse si Buenos Aires pretendía realmente declarar la independencia en 1816. Planteamos esto porque la Junta de Observación, nombrada por el Cabildo e integrada por Pedro Medrano, Esteban Agustín Gascón, José Mariano Serrano, Antonio Sáenz y Tomás Manuel de Anchorena, dictó un Estatuto Provisional que, si bien nunca llegó a tener vigencia efectiva, en su artículo 30º establecía que el Director, “…luego que se posesione del mando, invitará, con particular esmero y eficacia, a todas las ciudades y villas de las provincias interiores para el pronto nombramiento de diputados que haya de formar la Constitución, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Tucumán (…)”. De manera que la intención era contar con una Constitución. No se hablaba de declarar la independencia. Las provincias que respondían a Buenos Aires rechazaron el Estatuto y sólo aceptaron participar del Congreso a realizarse en Tucumán. Los Pueblos Libres, en una actitud lógica por la realidad del momento y los antecedentes, lo rechazan en su totalidad. Por eso convocaron el Congreso de Oriente antes mencionado. Es muy importante destacar que en este Congreso se declaró la independencia no la separación del resto de las provincias con las cuales propone formar una confederación de estados soberanos. Fue así que el 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán declaró la independencia de nuestro país. Pero como esto no estaba incluida en la convocatoria, se lo hizo ante la presión que en tal sentido ejercieron San Martín y Güemes a través de sus delegados, Belgrano con su presencia en Tucumán y la postura de Los Pueblos Libres en boca de los delegados de Córdoba. Pero hay algo más: el acta del 9 declaraba “… una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”, texto que desagradó a los partidarios de la independencia absoluta que volvieron a presionar, y el día 19 de julio, en sesión secreta pedida por el diputado Medrano, se agregó la fórmula “… y de toda otra dominación extranjera”. La Independencia estaba declarada. San Martín podía así comenzar con el inmenso objetivo que se había propuesto y que finalmente logró: llevar la libertad a otros pueblos hermanos de América y vencer a los españoles definitivamente. El Congreso de Tucumán es con toda justicia recordado y homenajeado por esta fundamental declaración de independencia y por haber establecido que la insignia patria era la creada por Belgrano. Es necesario mencionar que hasta ese momento (1816), lo que flameaba en el fuerte de Buenos Aires, eran los colores borbónicos de Fernando VII, a pesar que nuestra bandera existía desde 1812, aunque escondida, según las órdenes dadas a Belgrano por el gobierno de Buenos Aires. La carta de Artigas y la primera Independencia Es interesante recordar que, al enterarse de lo sucedido en Tucumán el 9 de julio de 1816, Artigas envió una carta a Pueyrredón, director supremo de las Provincias Unidas. Exponía: “A más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva. Lo hará V.E. presente al Soberano Congreso para su Superior conocimiento”, indica esa carta fechada el 24 de julio de 1816. Pacho O´Donnell afirma que “rigurosas investigaciones, que recogí en mi libro ´1815. La primera declaración de nuestra independencia´, demuestran que antes existió otra convocatoria que cumplió con ese objetivo, el 29 de junio de 1815, en Arroyo de la China, hoy Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, por parte de las provincias federales, los Pueblos Libres, bajo el liderazgo de su Protector, el gran caudillo José Gervasio Artigas”. Y hay algo más que marca O´Donnell, cuando dice: “No han llegado las actas hasta nuestros días. Quizás no las hubo o fueron hechas desaparecer por los invasores portugueses desde el Brasil. O por los unitarios liberales vencedores de nuestras guerras civiles. Tampoco sobrevivieron las Actas originales del Congreso de Tucumán, aunque pudieron conocerse gracias a una providencial copia guardada por el secretario José Mariano Serrano”. Esto que exponemos da para otro escrito, pero hay algo que debe quedar claro: es necesario recordar las ideas independentistas que algunos tuvieron claramente en aquella época, y además, no hay que olvidar a los que priorizaron propios intereses por encima de las ideas libertarias.
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