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  • Consciencia y eternidad

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 04/07/2025 23:21

    Los pueblos llamados indoeuropeos a falta de una designación más adecuada habrían entrado en la India hace unos 3500 años, aunque establecer la fecha exacta es muy difícil. La historia les atribuye la redacción de los Vedas seguramente después de una larga tradición oral, que se mantuvo en la enseñanza después de redactados. Son textos inspirados, coronados por escritos sapienciales llamados "Upanishads", que constituyen el Vedanta, en sánscrito "fin del Veda" en dos sentidos: su terminación como parte final del texto y su culminación como la parte más elevada de la doctrina. El vedanta fue renovado en el siglo VIII por el gran sabio hindú Shankara, que lo sacó del oscurecimiento y abrió el camino a interpretaciones de diferente valor y orientación. Una de ellas, muy respetuosa de los contenidos originales pero con advertimiento de las consecuencias modernas, es la del ingeniero colombiano Iván Oliveros, conocido por su pseudónimo de Sesha, un ser primigenio de la mitología hindú en forma de serpiente. Sesha ha vinculado el saber del Vedanta con la física cuántica, que a pesar de sus ideas, tan paradójicas para la física clásica que resultan impenetrables, da a la mentalidad moderna ciertas garantías que el Vedanta por sí mismo no le ofrecería. Hay conceptos-puente, útiles para unir campos de conocimiento hasta ahora separados; por ejemplo la filosofía y la religión, o la matemática y la psicología unidas por la neurociencia. El inconsciente es un concepto-puente entre las cosas que se saben y las que no se saben; otro es la información, gracias a la digitalización y a la informática. La información se la ha definido como sustancia sin algunas dimensiones, o energía que irradia no termodinámicamente. Una irradiación no termodinámica no implica transferencia de calor y por consecuencia no es alcanzada por el principio de degradación de la energía, el segundo principio de la termodinámica. La energía es la base de todo lo que conocemos, tanto objetos como ideas, porque sin ella no sería posible ninguna experiencia. La información es la base de las sustancias, siendo ella misma una sustancia sin dimensiones. Este concepto se aplica a las partículas ínfimas, las que estudia la física cuántica, porque las sustancias que conocemos por los sentidos, todas tienen dimensiones. Las partículas subatómicas Las partículas subatómicas se dividen en reales y virtuales. Las reales tienen algunas dimensiones, y las virtuales no tienen ninguna; pueden permanecer así pero también tomar dimensiones y hacerse reales. El comportamiento de estas partículas puede describirse mediante ecuaciones matemáticas, no es posible tener intuición de ellas, por experiencia no podemos saber qué son. Los fotones, una radiación electromagnética, no tienen masa. Por eso pueden viajar a la velocidad en que la masa, si la tuvieran, sería infinita. Esa velocidad, la de la luz, es la misma para cualquier sistema de referencia. Las partículas reales, antes de ser detectadas, no tienen la dimensión del espacio ni del tiempo. El mundo cuántico no es una continuidad sino una segmentación de protuberancias energéticas que sólo podemos conocer cuando tienen dimensiones. Se pueden medir cuando tenemos un instrumento adecuado. Si no hubiera cómo medirlas, serían semejantes a la conciencia, que no tiene dimensiones de masa, energía, tiempo ni extensión. No es posible medir la adimensionalidad de las ideas. Las partículas cuánticas se pueden comparar con lo que pasa cuando pestañeamos y dejamos de ver por un instante. Mientas tuvimos los ojos cerrados, lo que mirábamos pudo hacer muchas cosas. Al abrir los ojos vemos lo que veíamos antes y carecemos de medios para saber qué pasó cuando los tuvimos cerrados. Al cerrar los ojos, las partículas toman adimensionalidad de tiempo y pueden por consecuencia estar en el pasado y en el futuro simultáneamente. Para las partículas cuánticas virtuales es posible en un lapso brevísimo estar al mismo tiempo en todos los sitios y en todos los tiempos. Cuando las partículas cuánticas pierden las dimensiones se convierten en información, en energía que irradia no termodinámicamente. Las particulas virtuales están en un océano adimensional y conservan la capacidad de volverse reales. Cuando tienen dimensión son medibles, pero cuando no la tienen son indetectables para nuestros criterios macrofísicos. Si perdiéramos la condición de estar en un punto, en un tiempo, de una sola manera, y pudiéramos estar simultánemante en varios lugares y tiempos, si dejáramos la conciencia individual que está en un solo sitio y lugar de una sola manera, si la percepción fuera simultánea, seríamos información pura sin medida. Si no tiene medida, no existe La intuición es un instante de adimensionalidad. Tenemos formas experimentables y vivienciales de realidad que no entendemos porque no las podemos medir. El fundamento de la ciencia física tradicional es la medición. Si no se puede medir no es física, que define sus fenómemos como medibles y niega sentido dentro de sus límites a todo lo no medible. Pero las cosas cambiaron con la física cuántica. En la filosofía oriental -y en general en todas las formas tradicionales de pensamiento- se dan formas de cognición extrañas. ¿Qué pasa si la conciencia individual pierde la condición de mensurabilidad de sus procesos y por un instante se convierte en un continuo? La filosofía oriental plantea estadios de no dualidad, donde existe simultaneidad de perceptor y percibido. Esta condición lleva la percepción a la realidad no mensurable. En todas partes hay partículas cuánticas virtuales. Hay partículas cuánticas reales que no tienen características completas pero cuando se relacionan entre ellas y empiezan a ser átomos y moléculas, empiezan a ser más y más dimensionables. La relación de las partículas subatómicas con otros sistemas crea la mensurabilidad. Entonces podemos caracterizar todo mediante máquinas que podemos construir y hablamos de objetos, de individuos, de cosas, de campos cerrados, de ideas determinadas, contundentes. Información no entrópica La información como la conocemos es una sustancia sin algunas dimensiones. Pero hay también una información más amplia, sin ninguna dimensión, adimensional. Una cosa es no tener algunas dimensiones y otra es no tener ninguna. Algunas partículas reales no tienen dimensión de masa, como los fotones, o dimensión de voltaje, de tiempo o espacio. La información adimensional no tiene ninguna dimensión, pero existe. Para que la información adimensional tome dimensión hay que multiplicarla por un infinito de informaciones adimensionales. El matemático ruso alemán Georg Cantor, nacido en San Petesburgo, probó que un infinito matemático como la serie 1; 2; 3; 4.... sin último término, no es dimensionable. Para demostrarlo tomó otra serie compuesta por 2; 4; 6; 8..., en la que faltan todos los números impares. Esta segunda serie es tan infinita como la primera, no menos infinita, porque cada término se puede poner en relación con otro de la primera sin que ninguno falte ni sobre. Ni el infinito ni el absoluto son mensurales, como tampoco lo es un sentimiento. El absoluto es una magnitud que encierra todo, pero no es dimensionable. Los eventos empiezan a cobrar dimensionalidad porque hay una frontera o límite: eso es la dimensionalidad. La frontera puede ser peso, voltaje, olor, color, el sentir o el amar. Así se determina un campo cerrado, un adentro con frontera, un evento. Un campo cerrado está formado por infinitas informaciones adimensionales. Una línea de un metro tiene infinitos puntos y una de medio metro, también, y ningún infinito es menos que otro. Pero el agregado de infinitas nadas produce algo, las infinitas informaciones adimensionales producen campos cerrados, fronteras, limitaciones, información mensurable conocida por los medios de percepción que tenemos para detectar fronteras. No tenemos máquinas que detecten la adimensionalidad y de ahí las dificultades para admitir formas de realidad que la mente no percibe. Conciencia sin medida El Vedanta advaita (la no dualidad) plantea la adimensionalidad de la conciencia, la considera un continuo de saber. Un continuo es una entidad sin inicio, sin final y sin partes. El espacio es un continuo, pero las formas volumétricas en él, son otra cosa. Si se mueve un objeto, el espacio donde estaba no se mueve. El espacio contiene el volumen, que no limita al espacio. Einstien preguntó una vez a sus alumnos qué volumen total tienen tres recipientes: de 10, de cinco y de dos litros. La respuesta rápida fue 10+5+2=17 litros. Pero si colocamos el recipiente de dos litros dentro del de cinco y éste dentro del de 10, el volumen total de los tres recipientes es de 10 litros, no 17. Se ve qué resbaladizo es el concepto de espacio y cómo lo muy sencillo puede no serlo tanto. El espacio es una entidad muy extraña, sin fracciones, que sin embargo se sostienen en él. No tiene comienzo, pero el él se perciben los comienzos. No tiene finales, pero la mente detecta en él los finales de la percepción. Las fronteras no modifican el espacio pero el espacio existe gracias a las fronteras. La conciencia es un continuo de saber así como el espacio es un continuo de potencialidad volumétrica. El estado esencial de la consciencia como continuo es la adimensionalidad. Es un estado probabilístico donde todas las opciones de saber existen. Antes de ser detectada una partícula subatómica es adimensional, por eso está en todas partes y en todos los tiempos. La única manera de detectarla es mediante un método estadístico, una infinita probabilidad de sistemas energéticos cuánticos. Antes de que se dimensione, es un inmenso mar probabílistico de realidad. El saber está en todas partes, pero tiene la opción de dimensionalizarse, de limitarse. Se limita con la conciencia egoica, o con la conciencia inconciente, o a la conciencia inconsciente de género, o de vivir en la Tierra o de ser vertebrado: hay miles de formas en que la conciencia puede adaptar fronteras. Si el flujo continuo de conciencia toma fronteras respecto de la historia que puedo reconocer como propia, aparece la conciencia individual. Gracias a ella empiezo a detectar mi existencia con un comportamiento diferente al de otra persona. Pero planteo que la naturaleza de la conciencia es la continuidad, como la de la materia es la dimensionalidad. La adimensionalidad es un diverso sin partes, sin inicio, sin final, y compuesto cuando se dimensiona por un infinito de informaciones adimensionales. Todo objeto tiene infinitas informaciones asociadas, porque cada evento se define por lo que podemos dimensionar de él como por lo que no podemos y por las dimensiones que no conocemos. La transformación de la mente La mente es un detector de informaciones dimensionales; pero podemos convertirla en un detector de informaciones no dimensionales. Por ejemplo, en la intuición. El Vedanta plantea una equivalencia entre conciencia e información. Un principio de equivalencia es que formuló Einstein entre un campo gravitatorio y un movimiento uniformemente acelerado. Al acelerar un auto, por ejemplo, se siente una fuerza que nos aplasta en el asiento, equivalente a un campo gravitatorio. De allí deriva también que el espacio no sea sino la geometría de la gravedad y que un rayo de luz se desvíe en un campo gravitatorio. Información y consciencia Hay equivalencia entre información y conciencia. La información adimensional no tiene ninguna magnitud, como las partículas cuánticas virtuales. Dentro de un continuo adimensional, del conjunto probabilístico de la experiencia, la mente genera fronteras con la percepción del recuerdo como base esencial de la cognición, que produce la percepción de la conciencia individual según las fronteras que aparezcan. Es posible crear el sentido de la dimensionalidad de la mente y converger sin frontera a un mecanismo de cognición que rompa todas las simetrías potenciales. Así podríamos concebir el mundo como las partículas virtuales. Los orientales vieron que existe una forma de cognición que se puede descifrar desde esta perspectiva y la llamaron "advaita", no dualidad, más literalmente no secundidad. Es una forma cognitiva que tiene la capacidad de romper la separación entre perceptor y percibido. Rota la diferencia, cuando el perceptor conoce cualquier cosa que conozca no es diferente de él. Esto es simultaneidad en la cognición. Los orientales trataron de convertir las partículas reales en virtuales. Se dieron cuenta de que las partículas virtuales son mucho más eficientes que las reales, porque por no tener dimensiones no tienen gasto termodinámico y por eso no aumentan la entropía ni el desorden. Consciencia sin dimensiones ni entropía Según el segundo principio de la termodinámica todo sistema cerrado que produzca trabajo, que es energía por unidad de tiempo, es incapaz de consumir todo el trabajo que está produciendo. Ese resto "perdido" o inutilizable genera entropía y es una medida del aumento de desorden del sistema. Una percepción no entrópica se relaciona con la información y con la relación de ésta con la adimensionalidad. Los orientales, basados en la conciencia como un continuo de saber, determinaron que si soy capaz de romper las fronteras del inconsciente como frontera cognitiva, me vincularía con espacios que desconozco. En vez de procesar información como mente individual, como es habitual, sería capaz de hacerlo como entidad colectiva. La información ya no se asociaría con la forma hombre, se liberaría de ella. Un holograma tiene información oculta en la interferencia de las ondas. Podemos ver la foto, pero al iluminarla vemos tres dimensiones. ¿Dónde estaba antes esa información? O no estaba o no se podía dimensionar y por consiguiente, experimentar. No estaba pero está cuando es iluminada. La mente es un continuo que puede asumir el papel de la individualidad, porque los hábitos mentales detectan información sobre los límites, contenida en los recuerdos. Si la mente rompe los límites de la percepción común, empieza a aparecer la intuición. ¿Dónde estaba la simulteneidad en el saber? La filosofía oriental advirtió que la forma de atención que llama "eficiente"es capaz de transformar la percepción para que cesen las fronteras habituales del conocimiento. Entonces aparece la expresión natural de la conciencia como continuo, como información adimensional. La información adimensional se llama dios en religión, ser en filosofía y también verdad o infinito. El infinito no se puede experimentar, no se puede detectar pero existe. Tampoco podemos detectar la simultaneidad de tiempo y espacio de las partículas cuánticas virtuales. Al crear la teoría de los conjuntos infinitos, Georg Cantor puso a nuestro alcance procedimientos matemáticos que permiten intuir el infinito dentro de nuestros límites habituales, individuales. La adimensionalidad del saber se llama presente puro, percepción sin definición dialéctica, proceso interior e exterior de espera total. Es posible crear un entorno neutro, tal que lo experimentado sea la realidad en el instante mismo en que acontece, sin dimensionarla para convertirla en nombre ni forma cognitiva. El conocimiento inmediato del presente no contiene recuerdos ni fantasías. No tiene relaciones ni comparaciones, límites ni fronteras. Neurociencia y consciencia Experimentos de neurociencia cognitiva confirman que cuando los limitantes de la cognición se desvanecen y la información existe como adimensional, el cerebro empieza a controlar el lóbulo prefrontal derecho y el universo comienza a percibirse desde esa realidad. En estados más profundos de la cognición, cuando se deshacen fronteras inconscientes, el control pasa a una parte central del cerebro y aparecen ondas que solo existen en el sueño profundo y todo el cerebro funciona como unidad. Se advierte entonces todo lo percibido como simultáneo. La ausencia de fronteras y el saber como adimensional aparecen y el perceptor está en todas partes con lo percibido. La conciencia es un universo adimensional sin fronteras. Hay equivalencia entre información adimensional y conciencia no dual y equivalencia entre información dimensionada y consciencia individual. Las partículas cuánticas permiten entender este punto porque ellas tienen las dos opciones: pueden hacerse dimensionales y adimensionales. Conclusión Así como el universo diferenciado es un mar de información y la esencia de todo es información adimensional, cada evento diferenciado es la diferenciación de la conciencia plasmada como materia e idea, y cuya esencia es el continuo del saber. De la Redacción de AIM.

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