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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/07/2025 02:41
Carlos Menem durante su arresto domiciliario, leyendo la biografía de Napoleón Carlos Menem fue procesado y se le dictó prisión preventiva en julio de 2001. Pasó su detención domiciliaria en una quinta en Don Torcuato, en el Gran Buenos Aires. De paso, vale recordar que tenía las visitas restringidas, en número de personas y en duración. En sus salidas al parque de la residencia se lo veía leyendo una biografía de Napoleón. Con motivo de que Menem solía citar en sus discursos a Maquiavelo, cuya idea de que había que separar por completo a la política de la moral me parecía nefasta y contraria a la doctrina justicialista, le regalé al presidente el Napoleón de Emil Ludwig, porque en la aventura humana de este hombre se encontraba un sentido épico en la acción política. Menem se apasionó con la lectura de ese libro. Enterados, los periodistas se lanzaron a las librerías a comprarlo, agotándolo en poco tiempo. Desde entonces, y gracias a ese interés renovado, este clásico ha sido reeditado varias veces. La biografía de Napoleón, por Emil Ludwig Cuando los periodistas le preguntaron qué parte del libro le había gustado más, Menem no resistió la tentación de tomarles el pelo y les dijo que era el momento en que Napoleón se corona a sí mismo en Notre Dame… El rol de la Internacional Demócrata de Centro En estos días vimos al presidente Lula Da Silva visitar a la ex mandataria Cristina Kirchner en su detención domiciliaria. Una devolución de cortesías. Esta visita puede servir también para reflexionar sobre la situación internacional del Justicialismo. De todas las conducciones que ha tenido el PJ durante la era kirchnerista, lo primero que llama la atención es su ajenidad a la doctrina y a las enseñanzas de Perón. Así, por ejemplo, la titularidad del partido fue ocupada por un sujeto que se definió a sí mismo como socialdemócrata; fue sustituido luego por una ex presidente que despreciaba esa estructura hasta que se vio en aprietos y decidió ocuparla para subordinarla a sus intereses personales; mientras que a nivel del mayor distrito del país la conducción del PJ está ocupada por alguien que por ejemplo en el aniversario del asesinato de José Ignacio Rucci prefirió homenajear a Agustín Tosco. “Un ejemplo lo explica todo” (Napoleón Bonaparte). Las sucesivas conducciones del PJ lo han llevado a la intrascendencia internacional Es natural entonces que esa ideología se corresponda con una metodología de acción política en el plano internacional a contramano de lo que el creador del movimiento definía como “la verdadera política”, es decir, la política internacional. Por eso en estos veinte años declinaron usar el PJ como un vehículo de inserción en el mundo. En noviembre de 2001, cuando Menem llevaba ya varios meses detenido, tuvo lugar en la ciudad de México un encuentro de la Internacional Demócrata de Centro (IDC) de la que entonces participaba el PJ. Era el 20 de noviembre de 2001 y el destino quiso que, en simultáneo con el desarrollo de esa reunión, en el Hotel Sheraton de México D.F., y cuando el plenario había concluido la redacción y firma de una declaración abogando por la libertad de Carlos Menem, llegara desde Buenos Aires la noticia de su excarcelación. Ante el anuncio, se generalizó un aplauso de todos los presentes. El dirigente chileno Eduardo Frei, cuyo mandato presidencial había concluido un año antes, fue uno de los asistentes a la Cumbre de la IDC en México Yo llevé esa iniciativa por la libertad del ex Presidente en mi calidad de vicepresidente de la IDC; de inmediato fue activamente respaldada por el entonces presidente de la Cámara de Diputados de Chile, Gutemberg Martínez, por el ex presidente chileno Eduardo Frei, cuyo mandato había concluido un año antes, y por el ex vicepresidente de Panamá, Ricardo Arias Calderón. Todos los presentes comprendieron el absurdo de los fundamentos de la prisión de Menem -el contrabando de armas a Croacia- porque nadie razonablemente podía creer que la Argentina estaba en condiciones de pasar un convoy por el Atlántico norte para llevar armamento de modo clandestino. La IDC había sido creada en 1961 como Internacional Demócrata Cristiana. Pero hacia el final del siglo, poco después del ingreso del Justicialismo a ese foro, el nombre fue cambiado por Internacional Demócrata de Centro, conservando la misma sigla, IDC. Este cambio, promovido activamente por nosotros y por los filipinos del Lakas-CMD (Demócratas Cristianos Musulmanes), un gran partido que como su nombre lo indica agrupaba tanto a cristianos como a musulmanes y entre cuyas figuras se encontraba Gloria Macapagal Arroyo, que presidió el país de 2001 a 2010, le dio a la IDC una amplitud que le permitió crecer superlativamente. En una cumbre en Filipinas. De pie, Ricardo Romano. Sentado en el centro, Raúl Manglapus, uno de los fundadores del Partido Lakas-DCM La presencia del Justicialismo en esa organización no era fruto de la casualidad. Perón subrayó en varias ocasiones que la verdadera política es la política internacional que se juega dentro y fuera de los países. En La Hora del Pueblo también denunciaba a las “internacionales” de la época, porque en el contexto de la Guerra Fría éstas eran instrumentos ideológicos de potencias hegemónicas. Pero el contexto internacional de los 90 era muy distinto. La disolución del bloque comunista había despertado la esperanza de un mundo multipolar. En ese contexto, lo más beneficioso para los países era la participación en la mayor cantidad posible de espacios de toma de decisión e influencia en el rumbo de los acontecimientos mundiales. De este modo, y ante una iniciativa de Antonio Erman González de que nos sumáramos a la IDC, nos reunimos con Menem y decidimos integrarnos de modo pleno a ese foro porque allí estaba la mayor cantidad de partidos políticos que se reconocían en el humanismo cristiano trascendente. Con el Rey Juan Carlos en uno de los encuentros de la IDC en Madrid Con ese objetivo, en mi calidad de integrante del Consejo Nacional del Partido Justicialista, me reuní con Helmut Kohl (canciller de Alemania de 1982 a 1998), dado que la CDU, Unión Demócrata Cristiana (actualmente en el poder con Friedrich Merz y antes con Angela Merkel), era uno de los partidos más importantes de esa Internacional. Le transmití que con nuestro ingreso aspirábamos a presidir la IDC. Kohl se sonrió y me preguntó por qué. Mi argumento fue que nada era mejor para una internacional mayormente europea que el presidente fuese un miembro de la fuerza política mayoritaria de la Argentina y de un reconocimiento superlativo en el continente latinoamericano. Y que el justicialismo siempre se había mantenido, desde el punto de vista ideológico, equidistante de los dos polos que constituían los bloques de poder de la posguerra. Helmut Kohl me contestó: “Presidente no, pero vicepresidente sí”. En Bonn, con Helmut Kohl, premier de Alemania de 1982 a 1998 Como el voto para la elección de las autoridades era secreto, le pregunté qué garantías tenía porque no quería postularme para algo que podría no suceder. Y me contestó con firmeza: “Un alemán, un hombre, una palabra”. Me dijo que hablara con Silvio Berlusconi, premier italiano, cuyo partido integraba la IDC, cosa que hice y ahí cerró el circuito de decisión por el cual asumí en Madrid como vicepresidente de José María Aznar en la conducción de la Internacional Demócrata de Centro. La cumbre en la que asumí la vicepresidencia de la IDC. José María Aznar era el presidente de ese foro Para tener una idea de la importancia de este foro, recordemos que asistían a los encuentros de esa internacional, además de los ya mencionados, el entonces presidente colombiano Andrés Pastrana, Pier Ferdinando Casini, presidente de la Cámara de Diputados de Italia, Vicente Fox de México, el también mexicano Felipe Calderón (luego presidente del país), la diputada peruana Lourdes Flores, José Manuel Durao Barroso (Premier de Portugal de 2002 a 2004 y luego presidente de la Comisión Europea hasta 2014) y el filipino Raúl Manglapus, entre otros. Como dato anecdótico, en medio de una de las cumbres de la IDC, le comunicaron a Emil Constantinescu (Partido Nacional Liberal), presente en la reunión, que acababa de ser electo presidente de Rumania. Cumbre de la IDC en Bucarest. En la foto, con Emil Constantinescu, presidente de Rumania. Detrás, asoma Felipe Calderón, entonces futuro primer mandatario mexicano Transcurrido un tiempo de nuestra participación y en virtud del prestigio internacional que la Argentina tenía en ese período, Aznar me dijo en un encuentro: “Don Ricardo, ¿por qué no os integráis a la IDU?” La IDU (Unión Demócrata Internacional) era una federación conservadora que reunía casi a los mismos partidos que la IDC, más dos fuerzas de enorme peso internacional: los conservadores británicos y los republicanos estadounidenses. En consecuencia, nos sumamos a la IDU, de cuyas reuniones participaban por ejemplo George Bush padre y el ex premier británico Edward Heath. A su vez, Antonio Cafiero nos representaba ante la COPPPAL (Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe), de orientación socialdemócrata. De esta manera, el Justicialismo tenía interlocución con casi todos los partidos del mundo. Con un ideologismo, que podríamos llamar adolescente e irreflexivo, el kirchnerismo fue abandonando todos esos foros. El PJ, bajo la presidencia de Menem, participaba de todas las internacionales de partidos del mundo y esa presencia era aprovechada para adelantar, en la interlocución personal y presencial con actores prominentes de la escena internacional, iniciativas políticas que luego volcábamos al terreno institucional para que siguieran su camino en los tiempos que marca la diplomacia. Otro momento de la cumbre en Filipinas. En una pausa del encuentro, Raúl Manglapus nos llevó al cementerio para rendir homenaje al hermano de San Martín (Juan Fermín) que luchó y murió en ese país Esta doble vía era fructífera y beneficiosa, porque la diplomacia face to face multiplicaba las alternativas ofrecidas al Gobierno y al Presidente en particular para hacer avanzar los intereses argentinos en el mundo. Por ejemplo, estando yo en una reunión de la IDC en París en 1998 -reunión de la que participaba entre otros François Bayrou, actual premier de Francia- recibí un llamado telefónico desde Londres de un alto funcionario de la cancillería británica para invitarme a una bilateral. “Si usted puede venir para mí sería óptimo; en caso de que usted no pueda, me trasladaría yo a París”. Decidí viajar yo a Londres y nos reunimos en la Cancillería británica. Luego de un intercambio sobre las relaciones entre Argentina y Gran Bretaña, me comunicó que Lord David Ogilvy, estrecho colaborador y amigo personal de Isabel II, le había transmitido que la Reina, que en ese momento estaba en su castillo de verano, había decidido recibir al presidente Menem a su regreso; trascendente visita que se concretó en octubre de 1998. La reina Isabel II recibió a Carlos Menem en 1998. La confirmación de la invitación fue transmitida a través del PJ, presente en la IDC (Victor Bugge) Este es un ejemplo de cómo el PJ cumplió en esa etapa un rol de vehículo político que contribuyó eficazmente a promover los intereses de la Argentina en el mundo. Hoy el PJ solo se activa en las coyunturas electorales, no pasa de ser una sigla usada con fines marketineros y, como dice un viejo dirigente del justicialismo, el peronismo pasó a ser “un recuerdo que da votos”.
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