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» Diariopinion
Fecha: 03/07/2025 02:01
Una nueva y gravísima denuncia pública vuelve a poner bajo el ojo de la tormenta al intendente de Laguna Naineck, Julio Murdoch. Esta vez, el eje no está en los ya conocidos "sincericidios" donde admitió maniobras fraudulentas con pensiones truchas y la destrucción deliberada del aparato productivo local, sino en un hecho de maltrato y discriminación directa contra una joven vecina de su comunidad. La denunciante, estudiante universitaria y vecina de Naineck, se presentó en la sede municipal el martes posterior a las elecciones, cumpliendo con una cita previamente acordada con el intendente, quien —según su relato— le había prometido un puesto laboral en la Municipalidad. Sin embargo, lo que debía ser una conversación institucional derivó en un episodio de humillación y violencia verbal que la joven decidió visibilizar con valentía. "El intendente me preguntó si había alguna novedad, le recordé lo que habíamos hablado, pero cuando se enteró que había fiscalizado para otro partido, me respondió que fuera a pedirle trabajo a ellos. Me echó, sin explicaciones. Sentí que me castigaba por pensar distinto", contó la joven, visiblemente conmocionada. Además de negar lo prometido, Murdoch —según su testimonio— la habría descalificado por no haber apoyado su espacio político, demostrando así una conducta absolutamente alejada de los principios democráticos e institucionales. "No solo me negó una posibilidad laboral que necesitaba para continuar mis estudios, sino que me humilló por buscar otro camino", expresó. "Sufrí violencia institucional. Me sentí discriminada solo por pensar distinto", agregó. El caso desató una fuerte indignación en redes sociales y reaviva los cuestionamientos sobre las prácticas clientelares que, como una sombra, acompañaron al oficialismo en la última elección del 29 de junio, donde se desplegó nuevamente todo el aparato de presión, prebendas y manipulación para inclinar la voluntad popular. Cabe recordar que no es la primera vez que Murdoch es foco de escándalos institucionales. Fue él mismo quien, en un acto oficial con la presencia del gobernador Gildo Insfrán, confesó cómo destruyeron deliberadamente el sistema productivo del algodón para someter a los productores al asistencialismo estatal del Plan Paipero. También fue protagonista de una grabación en la que relataba con crudeza cómo se fabricaban certificados truchos para gestionar pensiones nacionales a cambio de votos. Esta nueva denuncia, sin embargo, impacta con fuerza por su dimensión humana: una estudiante, una joven con aspiraciones y necesidades concretas, que acude al Estado en busca de la oportunidad que le habia prometido, y recibe a cambio maltrato, desprecio y una represalia política por ejercer su libertad de conciencia. "El intendente parece olvidar que su cargo lo obliga a gobernar para todos, no para los que le son funcionales", señaló la joven. Su testimonio no solo desnuda una situación personal dolorosa, sino también un esquema perverso de manejo del poder: el empleo público como premio para los leales, y castigo para los disidentes. Este hecho, que ya circula acompañado de una grabación comprometedora, y que de existir democracia y republica debería ser investigado y sancionado con urgencia. Pero más allá de la IMPUNIDAD de la que hoy gozan, deja planteado un interrogante más profundo: ¿cuántos jóvenes más han sido callados, desplazados o castigados por no arrodillarse ante el poder de turno? En tiempos donde la democracia está puesta a prueba, es necesario decir con fuerza que pensar distinto no puede ser motivo de exclusión. Que el castigo por disentir no puede ser una política de Estado. Y que la dignidad de un pueblo no se negocia ni se administra desde un escritorio municipal. FUENTE: NAINECK Digital
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