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  • Pío XII, el Papa que explotó

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 15/06/2025 05:00

    n Sin embargo pocos recuerdan un hecho que puede considerarse particularmente macabro en la historia del Vaticano: la explosión del cadáver del Papa Pío XII debido a un fallido proceso de embalsamamiento. Este incidente, que ocurrió en 1958, no solo conmocionó a la comunidad católica, sino que puso en tela de juicio las prácticas funerarias. La grotesca explosión del cadáver del Papa se convirtió en un escándalo, que aún hoy a pesar del tiempo pasado, causa una clara molestia en la Iglesia cuando se la recuerda. El Papa Pío XII tuvo un pontificado marcado por la guerra y una tragedia post mortem. Eugenio María Giuseppe Pacelli, conocido oficialmente como Pío XII, lideró la iglesia católica durante uno de los períodos más turbulentos del Siglo XX : la Segunda Guerra Mundial y el período de post guerra. Su papado estuvo lleno de decisiones controvertidas y desafíos sin precedentes. El 9 de octubre de 1958 el Papa Pïo XII murió en la residencia veraniega de Castel Gandolfo y su fallecimiento también formó parte de controversias, cuando su cadáver literalmente explotó durante su funeral. Su médico personal, Ricardo Galezzi Lisi, afirmó haber desarrollado una técnica de embalsamiento que preservaría el cuerpo sin necesidad de extraerle los órganos. Galezzi Lisi convenció al pontífice de que esta técnica, llamada ósmosis aromática, que consistía en sumergir el cadáver en una mezcla de aceites y yerbas aromáticas además de envolver el cuerpo con celofán, esta práctica era casi idéntica a la que le habría sido practicada a Jesús de Nazareth cuando supuestamente habría sido embalsamado, aunque esto no está del todo confirmado. Sin embargo esta técnica había sido un fracaso, el uso del celofán, combinado con las altas temperaturas de Castel Gandolfo, habría acelerado la descomposición del cadáver. El cuerpo comenzó a hincharse y a despedir un olor nauseabundo. Incluso algunos guardias aseguraron que escucharon fuertes golpes provenientes del ataúd, ya que el tórax del papa había explotado debido a la acumulación de gases, y partes del cuerpo, como el tabique nasal, se habían destruido. Ante esta situación, el Vaticano había decidido convocar a expertos embalsamadores para intentar reparar el cuerpo antes de exponerlo a los fieles. A pesar de los esfuerzos, el daño no pudo ser reparado y el escándalo fue inevitable. La tragedia del embalsamamiento del Papa Pío XII fue el resultado de una estafa perpetrada por el médico, que carecía de experiencia en embalsamamientos y aprovechó su posición para experimentar con una técnica no probada. Incluso, mientras el pontífice agonizaba, aprovechó para tomar fotografías, incluso durante el proceso de embalsamamiento, para luego venderlas a los medios de comunicación, violando la intimidad y dignidad del papa. Como resultado de su acción, Galezzi fue despedido del Vaticano y expulsado del Colegio Médico por comportamiento indigno. Este episodio dejó una mancha en la historia de la religión y sirvió como lección en la importancia de confiar en profesionales calificados para manejar asuntos importantes y delicados como el embalsamamiento de un líder religioso. La historia del cadáver del papa que explotó sigue siendo un recordatorio sombrío de las consecuencias de la negligencia y la ambición desmedida. En el contexto actual, con la muerte del Papa Francisco, es esencial que el Vaticano haya aprendido de los errores anteriores para garantizar que los rituales funerarios se realicen con la dignidad y seriedad que se merecen. Los antiguos egipcios En la época de las distintas dinastías de Egipto, se acostumbraba momificar a los distintos muertos ilustres, especialmente los faraones, cuyas momias aún hoy permanecen airosas desafiando el paso de los siglos, a la espera de que, según sus creencias religiosas, puedan resucitar y volver a la vida que tenían en esa época, con el cuerpo igual, por lo que era tratado especialmente para que no se descomponga y así llegar incorrupto al día del juicio final, según el Libro de los Muertos de los egipcios. En la creencia de que en el viaje final hacia el otro mundo, es que preparaban los cuerpos para resistir los años por venir. Incluso algunos faraones o sumos sacerdotes de mucho poder, al morir eran enterrados con su séquito de esclavos, para acompañarlo y seguir sirviéndole en el más allá. En algunas tumbas se encontraron momias de gatos, animales que eran venerados y respetados por los egipcios, al punto tal que eran momificados y puestos en las tumbas de sus amos, para acompañarlos en el viaje celestial, tal como lo hicieron en este mundo. Para la momificación había un grupo de especialistas, que para iniciar el proceso, procedían a vaciar el cuerpo del muerto de los órganos blandos, corazón, hígado, páncreas, estómago y tripas, todo del abdomen, al que dejaban totalmente vacío. Luego procedían a vaciar la cabeza, especialmente el cerebro, al cual sacaban del cráneo con unas pinzas especiales, con las que lo extraían sacándolo a través de la nariz. A medida que iban haciendo esta operación, iban colocando un líquido especial logrado con hierbas aromáticas, y también las iban colocando, una especie de relleno, en todos los espacios que quedaban vacíos. Todo ello con mucho respeto hacia el muerto. En algunos casos sumergían el cuerpo en un emplasto semi líquido conformado por hierbas, esto a veces llevaba muchos días de proceso y luego eran dejados en reposo muchos días, hasta que consideraban que el cuerpo estaba en condiciones de ser retirado y dejado al aire, para que se seque y luego colocarlo en el ataúd donde finalmente reposará eternamente. En algunos casos los cuerpos eran cubiertos y envueltos en unas vendas especiales, que eran tratadas previamente con una solución especial de hierbas y brea. Era realmente un trabajo artesanal, en el cual el objetivo final era preservar el cuerpo para toda la eternidad.

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