15/06/2025 10:13
15/06/2025 10:12
15/06/2025 10:11
15/06/2025 10:11
15/06/2025 10:08
15/06/2025 10:08
15/06/2025 10:08
15/06/2025 10:06
15/06/2025 10:04
15/06/2025 10:03
» Diario Cordoba
Fecha: 15/06/2025 00:52
Devonshire, La Guapa, Manolo, Ronwyn, Los Dos Pacos, Lézardrieux... son nombres que por sí solos no significan nada para casi todo el mundo. Para unos cuantos miles, sin embargo, fueron la puerta hacia una vida, probablemente hacia su salvación. Así se llamaban algunos de los últimos barcos -paquebotes, mercantes, transportes... casi cualquier cosa que flotara- que partieron en la primavera de 1939 desde el Levante español hacia el exilio, cargados con refugiados republicanos que huían de la más que probable represión con una Guerra Civil ya perdida y las tropas de Franco acechando los puertos. El exilio republicano es un fenómeno sociopolítico bien estudiado. Se conocen los relatos de quienes cruzaron los Pirineos hacia Francia, en muchos casos para acabar en campos de concentración; y los de quienes huyeron hacia Sudamérica, con abundancia de políticos e intelectuales. Los que montaron en estos barcos, por el contrario, buscaron un destino más cercano y seguramente más económico: el Magreb. Quizás era su única opción de salvar la vida. Los buques atestados, con imágenes muy parecidas a las del más conocido Exodus 1947 -que trasladó a miles de judíos a Palestina tras la Segunda Guerra Mundial-, llevaban a refugiados diferentes. Eran personas comunes: trabajadores, jornaleros, amas de casa... Su historia es poco conocida, al menos hasta ahora. Una exposición inaugurada este sábado recoge esta historia con abundante documentación en la Casa Árabe de Córdoba, inaugurada por el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martín López. Lleva por título Del éxodo y del viento. Exilio español en el Magreb 1939-1962 y estará abierta hasta el 24 de octubre de este año tras haber pasado por Madrid. La exposición está comisionada por José Miguel Santacreu y Juan Valbuena, apoyados por un equipo de especialistas formado por Bernabé López, Daniel Moñino, Eliane Ortega y Rafael Sebastiá. Está organizada por Casa Árabe y el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. El comisario de la muestra, José Miguel Santacreu, catedrático de la Universidad de Alicante, explica que este exilio en el Norte de África "no es conocido porque las personas que fueron al Magreb no eran intelectuales ni muy ricos, que publican y tienen asociaciones, o como ocurrió en Francia a donde fueron muchos políticos. Eran personas corrientes". Un aviador en un campo de concentración francés, en una imagen de la exposición 'Del éxodo y del viento. Exilio español en el Magreb 1939-1962'. / AJ González La vida en el exilio Pero no fueron pocos. Se calcula que huyeron unos 13.000 españoles hasta Marruecos, Túnez o Argelia, países donde forjaron una nueva vida, manteniendo en la medida de lo posible las costumbres traídas desde España. Las imágenes y los textos de la exposición así lo muestran. Trabajaron en el Magreb en lo que pudieron, en ocasiones tras escapar de los campos de concentración o de trabajos como en la construcción del ferrocarril Transahariano para unir el Mediterráneo y el Atlántico; otras veces, idearon chanchullos para poder salir adelante. Algunos lograron la reunificación familiar y en las veladas dominicales o en las fiestas navideñas soñaban, ilusos, que "el año que viene lo celebramos en Madrid". Este exilio español en el Norte de África duró hasta 1962, tras concluir los procesos de independencia de estos países de la metrópoli francesa. Para entonces muchos de aquellos 13.000 ya habían fallecido en un lento pero inexorable goteo de muertes. Muy pocos regresaron con vida a España y la prensa de la época daba cuenta del retorno de apenas unos 2.200. Otros ya tenían una familia con hijos educados en el sistema francés, de modo que prefirieron huir de nuevo al país galo, ellos mismos convertidos en pieds noirs -término despectivo para referirse a los retornados europeos de Argelia tras su independencia en 1962-. Tuvieron que vivir un segundo exilio, como si uno solo no bastara. Como dijo Albert Camus en su ensayo Lo que le debo a España: "Los exiliados españoles lucharon durante años y, luego, aceptaron con dignidad el dolor interminable del exilio". Junto a la mayoría de refugiados anónimos, también hubo algunos personajes destacados que huyeron al Norte de África. Entre ellos se pueden citar al escritor Max Aub, que aunque estuvo poco tiempo y de manera circunstancial fue uno de los principales responsables de dar a conocer, al menos en parte, las condiciones de vida en el Magreb; o Cipriano Mera, el comandante anarquista que apoyó el golpe del coronel Casado en 1939 y que escapó por los pelos del pelotón de fusilamiento. Otros no tuvieron tanta suerte.
Ver noticia original