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» El Ciudadano
Fecha: 14/06/2025 20:50
Por Paulo Menotti Una pareja de napolitanos llega a Buenos Aires una desapacible tarde de 1880 mientras una bruma plomiza parece esconder a la ciudad. Los recién llegados, al igual que los millones de inmigrantes que poblaron y siguen poblando nuestro país, venían con esperanzas y sueños de una vida mejor de la que tenían en la campaña napolitana. Sin embargo, al igual que tantos otros, la vida no resultó sencilla para estos jóvenes. Incluso, malos presagios parecen acecharlos desde su arribo al puerto, al Hotel de los Inmigrantes y a las diferentes piezas de conventillos que habitaron, mientras si iban acomodando a las infortunas del trabajo y la vida porteña. En El crimen de año nuevo, Daniel Balmaceda reconstruye con destacada descripción el contexto de la Buenos Aires de 1880 que, en el marco de la derrotada revolución impulsada por Carlos Tejedor, se convertía en Capital Federal y principal escenario de los gobiernos oligárquicos que perduraron hasta 1916. En una entrevista con El Ciudadano, Balmaceda contó por qué continuó con otra novela histórica y las investigaciones y recorridos que realizó para construir este caso policial que parte de una historia verídica. Además, el autor deslizó sus gustos por la historia y su preferencia por Manuel Belgrano afirmando: “Me gustaría tomarme un café con Belgrano” —¿Cómo llegaste a este caso? —Estaba trabajando en la investigación del libro que publiqué el año pasado, Los caballeros de la noche, y vi la necesidad de indagar en la historia de algunos abogados y de detenidos que terminan siendo compañeros de celda de aquella banda. Entonces revisé los archivos de este caso. Por eso, éste formaba parte de una investigación colateral de aquel libro pero me llamó la atención este expediente que parte de un informe policial, de un comisario narrando de qué se trata el tema. Este caso comenzaba diciendo que por instrucciones del jefe de policía, que había recibido un anónimo, se procedía a investigar un posible crimen en un conventillo. Yo pensé, un anónimo. Le presté una atención a las primeras páginas del expediente y, a medida que avanzaba, e atraía cada vez más. —¿De dónde tomaste ese expediente? —Los expedientes de causas penales están hasta 1910 están en el Archivo General de la Nación. Después, el resto lo tenés en el archivo de los Tribunales Federales. En esos repositorios, están guardados y bien preservados, algunos casos como éste. Cuento con experiencia en la búsqueda, de trabajo en el archivo, me di cuenta que éste nunca había sido abierto. Por la forma en la que estaba atado, cómo venía presentado supe que no había sido abierto y que era un buen material para empezar a llevar a la superficie. Incluso, en la época no tuvo tanta trascendencia en los diarios por el simple hecho de que no empieza con un muerto, sino con un anónimo y una investigación. El muerto ya había quedado olvidado en el tiempo. Por eso la prensa lo aborda de una manera distinta que la de un caso típico policial. Entonces, tuve la satisfacción de poder encontrar un caso atípico y traerlo, sin que sea tan conocido. —¿Por qué te fuiste a la novela histórica? —Porque con Los caballeros de la noche tuve la idea de incorporar la narrativa a una historia que conocía muy bien pero que además me permitió, a partir de dos gruesos expedientes que estaban preservados durante años de reformas edilicias. Decidí, a partir de esa historia que era uno de los casos policiales más interesantes, darles un contexto más profundo, ampliar el perfil de los personajes, tanto a los sinvergüenzas como también a los policías, a los jueces, a los abogados. Yo ya venía trabajando a ese texto, pero no encontraba el tono porque no escribía ficción y no me llevaba bien con la imaginación. Me costaba imaginar por fuera de la realidad, pero el expediente y las otras investigaciones me hicieron el camino muy fácil. A partir de ahí sí. El resultado de Los caballeros de la noche me pareció tan bueno que me dije que podía seguir por este terreno. En eso sigo, aunque no como camino definitivo porque trabajo también en libros clásicos de mi autoría, de no ficción, pero los tomo como una veta interesante para explorar. —¿Está la bibliografía política y de la historia social, pero tomaste de los diarios información para lograr transmitir esa impresión de lo cotidiano? —Necesitaba recrear esa Buenos Aires. Los paseos por el parque Tres de febrero. En esos casos es más interesante la información que te ofrecen periodistas y viajeros extranjeros, que los locales. Porque los habitantes de la ciudad están habituados y no lo miran detenidamente, en cambio el viajero presta demasiada atención a esas cosas y tiene que contarles a gente que no conoce Buenos Aires, cómo se ve. En las descripciones generales de viajeros o periodistas estadounidenses, ingleses, son muy atractivas. Entonces eso te sirve para agregarle a los expedientes, los escenarios. Por otra parte, otra de las formas de investigación atractiva fue buscar planos en las asociaciones de arquitectos. Porque me interesaba saber cómo eran estos espacios. Por ejemplo, dentro de una comisaría, cómo estaba distribuida. La penitenciaría o la casa de algún comisario también. Toda esa construcción te ayuda a visualizar con más claridad cada uno de los escenarios. Así fue componiendo de la forma más verídica posible esta historia. A mi me gustaba la idea de poder ver esa escena y poder comprender mejor esas realidades. En este caso, en El crimen de año nuevo hay una cárcel correccional en San Telmo y una penitenciaría en Palermo. El primer edificio se mantiene pero en parte. Entonces, poder ver los planos de aquél tiempo y comprender cómo estaban distribuidos los presos y todo, me facilitaba la tarea de narrar con claridad. Para cubrir la imaginación con la realidad. —¿En qué estás trabajando ahora? —Siempre estoy en proyecto de cuatro o cinco libros a la vez, y van saliendo a medida que veo que estamos más cerca de concretar la obra, y cuando está completada la investigación. Pero, estoy alternando entre los trabajos de este momento, este tipo de narrativas, bien basadas en hechos históricos reales, con nombres reales. Alguna novela más pretensiosa con protagonistas creados en épocas de la historia argentina más precisas y conocidas. También un par de libros clásicos míos de no ficción, de retratos de época. Todavía no decidí cuál es el próximo. Tengo expectativa en dos o tres. Mientras, le dedico tiempo a repensar El crimen de año nuevo porque me llevó por otros caminos, igual que el libro anterior. Algo que quiero destacar de este libro es que, en las trescientas y pico de páginas que tiene, recién a partir de la página número 100, sabés quién va a morir, quién va a matar. Al principio sabés que va a haber un crimen y que es en un conventillo, pero no qué va a pasar. Lo puse así para que el lector juegue con sus hipótesis. También, el retrato de la inmigración que para mi es el punto a destacar. Por fuera de la situación, me interesó retratar la situación de los inmigrantes cuando llegaban al país, con qué se encontraban, con las esperanzas, con las valijas llenas de sueños y nada más. Esa forma de recreación va a tener que ser una constante en mis próximos libros. Entre comillas, esa situación en que se “mudaron”, esas circunstancias que vivieron muchos de nuestros abuelos. —¿Qué periodo te atrae más de la historia? —El periodo de la Independencia. Me parece que es un tiempo que tiene mucho por decir, muchas figuras que no son tan conocidas y merecen más espacio. Es la época en la que mejor me manejo. En este tiempo fui avanzando y, con respecto a periodos que me parecían grises, como el fin del siglo XIX, a medida que los vas descubriendo toma un color fascinante. En cambio, cuando hablo de la Guerra de Independencia y si me preguntás con quién me gustaría juntarme, me gustaría tomarme un café con Belgrano, lo estudié mucho y lo conozco demasiado. Creo que podría hablar con él de muchas cosas. Como un periodista cuando se prepara para entrevistar a una persona que le hace una investigación previa, a mí me pasa lo mismo con Belgrano. Si tuviera que elegir una figura de la historia. Datos del libro
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