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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 31/05/2025 18:39
Con paciencia y precisión, París Saint Germain se puso en ventaja al minuto 12 de la final de la Champions League ante Inter de Milán. El Allianz Arena de Múnich explotó por primera vez con el grito de gol de los franceses, por una jugada colectiva brillante que fue definida por Achraf Hakimi, futbolista con el que justamente se inició la maniobra. Como si fuera un abanico, PSG mantuvo la tenencia del balón y lo paseó de una banda a la otra. El primer en acelerar, posicionado como extremo izquierdo, fue el georgiano, Khvicha Kvaratskhelia quien descargó para el español Fabián Ruiz dentro del área. Este pivoteó para el portugués Vitihna, quien abrió el cerrojo defensivo de los italianos con un pase en cortada al francés Désiré Doué, quien con su diagonal quedó en posición de remate, habilitado por Federico Dimarco, pero no se abatató y asistió a Hakimi para el 1-0. Fueron siete toques milimétricos para dar forma a un verdadero golazo que estuvo a la altura de una final de Champions League. Es cierto que Dimarco quedó enganchado en la última línea y habilitó a los atacantes parisinos, pero también hay que remarcar la movilidad de los dirigidos por Luis Enrique para encontrar la red. Algún desprevenido habrá quedado desentendido durante la celebración del marroquí Hakimi, que apenas atinó a mover los brazos y hasta juntó las palmas de sus manos en señal de perdón. ¿Cuál fue la razón? El lateral derecho formado en la cantera del Real Madrid militó dos temporadas en el Borussia Dortmund antes de jugar con el Inter en la pandémica temporada 2020/2021. Con los interistas disputó 45 partidos, convirtió 7 goles y aportó 9 asistencias contabilizando encuentros por Serie A, copas nacionales e internacionales. A mediados de 2021, PSG lo compró en una suma cercana a los 60 millones de euros, con variables de hasta 11 millones extras en concepto de objetivos a cumplir. El segundo tanto, en los pies de Doué, no hizo más que reflejar la supremacía del París durante la primera parte. Los franceses fueron un vendaval y, aunque la conquista con la que amplió la diferencia en el marcador no tuvo tanto brillo como la primera, ya que fue un remate que se desvió en Dimarco y descolocó al arquero suizo Yann Sommer, no hizo más que justificar el dominio en el juego que tuvo un equipo sobre otro.
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