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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/06/2025 06:56
Cuando leemos, necesitamos focalizar nuestra atención en el texto, inhibir distracciones, mantener en la memoria lo que vamos leyendo y relacionarlo con lo que ya sabemos. (Imagen ilustrativa Infobae) Vivimos rodeados de palabras. Leemos mensajes en el celular, carteles en la calle, posteos en redes sociales, instrucciones, correos electrónicos, titulares de noticias. Nunca antes en la historia estuvimos tan expuestos a textos escritos. Sin embargo, paradójicamente, cada vez cuesta más comprender lo que leemos. ¿Por qué nos pasa esto? Una de las claves de este fenómeno está en un recurso tan valioso como escaso: la atención. En un mundo hiperconectado, donde todo compite por captar nuestra mirada y cada estímulo busca interrumpirnos, sostener la atención se ha vuelto un desafío necesario de enfrentar, porque, sin atención no hay comprensión. Leer no es solo decodificar letras: es construir sentido. Y para eso necesitamos estar presentes. Los estudios en neurociencia y psicología cognitiva son claros al respecto: la atención es una función ejecutiva que actúa como filtro y guía de la información. Cuando leemos, necesitamos focalizar nuestra atención en el texto, inhibir distracciones, mantener en la memoria lo que vamos leyendo y relacionarlo con lo que ya sabemos. Todo esto ocurre en segundos y de manera integrada. Si la atención falla, la comprensión también. La atención, lejos de ser una habilidad estática, es como un músculo: se puede entrenar y fortalecer. (Imagen Ilustrativa Infobae) Este fenómeno se evidencia tanto en adultos como en niños. Pero es en el ámbito educativo donde se enciende la alarma: docentes de todos los niveles observan con preocupación cómo muchos estudiantes leen en voz alta pero no pueden explicar qué leyeron. O cómo terminan una página y no pueden responder una pregunta básica sobre ella. ¿El problema es de comprensión? En parte sí, pero muchas veces es de atención: la mente está en otra parte. En el aula, esto se traduce en alumnos que no logran conectar conceptos, que se distraen fácilmente y que, en última instancia, no construyen un conocimiento sólido. Pero la buena noticia es que la atención, lejos de ser una habilidad estática, es como un músculo: se puede entrenar y fortalecer. Al hacerlo, no solo mejoramos el rendimiento académico, sino que desarrollamos una capacidad vital para la vida, que nos permitirá ser más eficientes, creativos y resolutivos en cualquier desafío que se nos presente. Seis recomendaciones para fortalecer la atención a la hora de leer (y aprender) Fortalecer la atención es un camino que requiere intencionalidad y práctica. Aquí presentamos seis recomendaciones para ejercitar la atención a la hora de leer con los niños y adolescentes. 1. Eliminar las distracciones: el “detox digital” y el entorno ideal. Parece obvio, pero es el primer paso y a menudo el más difícil. Antes de sentarse a leer, establecer el período determinado que le dedicaremos a la lectura: por ejemplo, quince minutos. Durante este lapso, haremos un acuerdo con los niños y adolescentes para identificar y eliminar las posibles fuentes de distracción. Esto incluye silenciar notificaciones del celular, cerrar pestañas innecesarias en la computadora. 2. Generar un espacio lector apropiado: Buscar un lugar tranquilo, confortable y donde el niño o el adolescente pueda sentarse como se sienta cómodo: en la silla, en el piso, sobre un almohadón. Cada uno encontrará el rincón y la posición que le resulte más agradable. Generar un espacio lector apropiado, uno de los consejos que propone Silvana Cataldo para mejorar la atención de los lectores (Imagen Ilustrativa Infobae) 3. Practicar la atención plena: aquí y ahora. Al compartir lo leído o mantener una conversación con un niño o un adolescente, es clave que los adultos les mostremos toda nuestra atención, haciendo contacto visual y les pidamos lo mismo. Estas interacciones también pueden ser breves pero deben ser significativas, profundas. 4. Establecer metas claras y dividir las tareas: el poder de lo pequeño. Cuando una tarea parece abrumadora, nuestra atención tiende a dispersarse. Es fundamental establecer metas claras y específicas. Por ejemplo, en lugar de “leer todo el capítulo”, propongan “leer las primeras páginas y pensar en el concepto X”. Dividir las tareas grandes en bloques más pequeños y manejables ayuda a mantener el foco y a celebrar pequeños logros, lo que a su vez refuerza la motivación y la atención. 5. Descansos activos y planificación estratégica: la regla del “Pomodoro”. La atención no es ilimitada. Trabajar por períodos prolongados sin descanso puede llevar a la fatiga mental y a la disminución de la concentración. La técnica Pomodoro, por ejemplo, sugiere trabajar concentradamente durante 25 minutos y luego tomar un descanso de 5 minutos. Estos descansos activos (levantarse, estirarse, beber agua) permiten que la mente se recupere y se renueve la capacidad de atención. Una planificación estratégica de los momentos de lectura y descanso es clave. 6. Proponer diferentes actividades y poner en juego todos los sentidos: aprendizaje multisensorial. La monotonía es enemiga de la atención. Para mantener la mente comprometida, es útil variar las actividades de aprendizaje. Si están leyendo, combínenlo con la elaboración de mapas mentales, la discusión con compañeros, la creación de resúmenes o la búsqueda de ejemplos prácticos. Utilizar diferentes sentidos (visual, auditivo, kinestésico) en el trabajo con los textos (relacionar el tema de la lectura con recursos audiovisuales y gráficos) ayuda a fijar la atención y a construir conexiones neuronales más robustas, lo que facilita la comprensión y la retención. En un mundo que privilegia las situaciones multitareas, fortalecer la atención se presenta como una necesidad si queremos provocar un aprendizaje significativo en las nuevas generaciones y mejorar su desempeño a la hora de leer. * Silvana Cataldo es especialista en innovación educativa y Líder Pedagógica del Programa A leer en vivo, de Ticmas.
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