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Usuhahia » Diario Prensa
Fecha: 30/05/2025 02:02
Segunda jornada del juicio en Río Grande. En la audiencia de este jueves, la madre de Lautaro Ortigoza detalló cómo su hijo fue víctima de una campaña de hostigamiento que incluyó publicaciones humillantes en redes, amenazas previas y una compleja historia de vulnerabilidad familiar. El juicio por la tentativa de homicidio de Lautaro Ortigoza continuó este jueves en Río Grande con la declaración testimonial de su madre, en una audiencia que aportó detalles reveladores sobre el contexto previo al ataque y la compleja trama familiar en la que creció el joven. Aunque no explicó el rol que ella desempeñó en la vida de Lautaro, la mujer expuso una historia infantil signada por el abandono, los vínculos violentos y la desprotección institucional, que lo dejó desde muy temprana edad expuesto a situaciones de extrema vulnerabilidad. Lautaro Ortigoza, que hoy tiene 19 años, fue atacado en junio de 2023 en un descampado del frigorífico CAP, tras ser citado bajo engaño a través de redes sociales. Según la acusación fiscal, el hecho fue producto de una emboscada planificada, en la que habrían participado Mía Villanueva, de 19 años, y Dylan Catriel Blanco, de 20, primo de la víctima, ambos actualmente detenidos. La causa apunta a demostrar que el ataque fue deliberadamente organizado, con participación activa de los imputados, mediante perfiles falsos, amenazas sostenidas y difusión de contenidos íntimos. Durante su testimonio, la madre de Lautaro detalló los antecedentes de vida de su hijo, atravesados por la desatención y la violencia familiar. Relató que el joven convivió inicialmente con su padre, un hombre alcohólico, lo que derivó en que Lautaro fuera derivado a un hogar sustituto. Más adelante se lo trasladó a Buenos Aires, donde sufrió situaciones de maltrato por parte de su abuela paterna. Según indicó, la mujer fue condenada a 11 años de prisión por actos de tortura y agresión, motivados —según su relato— por no aceptar la identidad sexual del niño. “Ella no aceptaba la orientación sexual de mi hijo”, dijo. El testimonio también permitió reconstruir parte del vínculo familiar con los imputados. La madre refirió que los conflictos con su hermana —madre de Dylan Blanco— comenzaron a raíz de una acusación vinculada al uso de redes sociales, la que generó una ruptura definitiva entre las dos familias. En ese contexto irrumpió en escena Mía Villanueva, a quien la madre señaló como una influencia negativa sobre su hijo. “Estaba mal vista en el barrio, decían que manipulaba, que se metía con todos. Lautaro era débil de mente y se dejaba influenciar”, afirmó. Según sostuvo, se opuso a que su hijo tuviera relación con ella y fue entonces cuando comenzaron las amenazas. El relato apuntó de forma directa a Mía Villanueva como figura central en la organización del ataque. La madre de Lautaro aseguró que la joven había accedido a conversaciones privadas de su hijo, había realizado capturas de pantalla y las había difundido en redes sociales, con el claro objetivo de exponerlo públicamente. Esa difusión, indicó, se dio en un clima de hostigamiento en redes, celos y humillaciones que escalaron en intensidad durante los días previos al hecho. «Acá hubo una guerra de egos, de quién se mostraba más en redes sociales», indicó. La testigo recordó que Lautaro había comentado su intención de denunciar esas amenazas y que incluso había conversado con una profesora al respecto. “Ese día le dijo que iba a ir a la comisaría después de la escuela. Pero en vez de eso fue a la cita con quien creía que era un menor con el que chateaba”, sostuvo. Aseguró que su hijo tenía miedo y que le había pedido un cuchillo para defenderse, además de haber iniciado trámites para cambiarse de colegio. La testigo refirió luego que cuando encontró a Lautaro “estaba tirado en un pozo, doblado, con la mochila puesta, lleno de sangre. Pensé que estaba muerto” y que fue su pareja quien confirmó que el joven aún respiraba. El juicio continúa este viernes con nuevas declaraciones testimoniales y la incorporación de pruebas digitales, entre ellas mensajes, perfiles falsos y capturas de pantalla que podrían resultar clave para determinar el grado de responsabilidad de los imputados en la planificación del ataque.
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