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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/05/2025 06:36
El PRO quedó tercero en las elecciones legislativas porteñas El triunfo del libertario Manuel Adorni en unas inéditas -tanto por lo anticipadas como por su trascendencia nacional- elecciones legislativas porteñas, acabó por asestarle un durísimo golpe al PRO. Un golpe que, aunque previsible, terminó amplificándose no solo por el hecho de que los libertarios relegaran a un peronismo que se perfilaba como claro favorito, o por la magra cosecha de un oficialismo porteño que perdió por primera vez en su bastión histórico después de 20 años y 18 elecciones invicto, sino fundamentalmente porque en el último tramo de la campaña la disputa entre ambos espacios enfrentó de forma explícita, descarnada y directa al presidente Javier Milei y al propio Mauricio Macri. Que en una elección en la que estaban en juego 30 bancas en la Legislatura porteña, tanto el actual presidente y artífice del movimiento libertario como el ex mandatario y fundador del PRO, apostaran tan fuerte y decididamente es, sin lugar a dudas, una evidencia palmaria de que ambos líderes entendían que era mucho lo que estaba en juego tras la aparente vacuidad de una elección estrictamente “local”. El escenario parece confirmar, entonces, algo de lo que Macri pareció convencerse tardíamente, aún cuando hubo muchas señales de alerta previas: que la estrategia libertaria no era otra que fagocitarse a su espacio y que, en ese camino, uno de los principales obstáculos a remover era el liderazgo que aún ostentaba -al menos hacia adentro de su partido- el ex mandatario. En la Casa Rosada están convencidos que la victoria da derechos, y que con las elecciones porteñas quedó muy claro que los votantes no peronistas valoran más la propuesta libertaria de una pretendida reconfiguración del sistema político de la mano del liderazgo disruptivo de Milei, que el ensayo macrista de acompañar los cambios pero levantando las banderas del respeto a la institucionalidad republicana. El propio candidato oficialista y vocero presidencial Adorni explicitó esta “lectura” de los resultados el mismo domingo electoral cuando desde el escenario donde se festejó su triunfo apeló -en clara alusión a Macri- a “dejar los personalismos de lado, dejar las mezquindades, y sumarse a (…) La Libertad Avanza, que es el instrumento (…) que ha elegido la sociedad para cambiar”. Un cambio que, por cierto, el vocero presidencial no dudó en identificar con la victoria sobre el “modelo” que representa el kirchnerismo, en la línea de reforzar la narrativa que condensa el eslogan “kirchnerismo o libertad”. Ello no implica sentenciar el final del PRO, lo que pareciera ser un análisis un tanto apresurado, pero sí muy probablemente el fin de ciclo de Mauricio Macri como líder excluyente de ese espacio. Un resultado que si bien pareciera ser el corolario de múltiples factores, tanto estructurales como coyunturales y contingentes, deja en evidencia la manifiesta incapacidad de Macri para definir con nitidez un posicionamiento del PRO frente al fenómeno Milei que tuviera un aceptable nivel de consenso interno, que preservara un sello identitario y que mantuviera cierta competitividad aún frente a la fortaleza del proyecto libertario. Una incapacidad que quedó muy clara a la luz de la actitud pendular que el ex mandatario manifestó desde el momento mismo en que promovió el apoyo en la segunda vuelta electoral de su entonces candidata y ahora ferviente mileísta, Patricia Bullrich, y que pareció contrastar con el inocultable enojo, las duras críticas y fuertes denuncias que expresó en el último tramo de la campaña porteña. En las últimas horas, tras la “invitación” de Adorni y el llamado a hacer “tabula rasa” con el PRO, con Macri fuera del país por una serie de compromisos protocolares, y la explicitación de que el ex presidente deja a Ritondo al mando de las “negociaciones” electorales en la provincia de Buenos Aires, el propio Milei señaló que el acuerdo de LLA en la provincia “está avanzando independientemente de [Mauricio] Macri”. Sin Macri ya en el medio, las terminales libertarias se esforzaron por transmitir gestos de distensión y vocación de diálogo con los dirigentes amarillos que en la provincia, por cierto, fueron siempre muchísimo más proclives al entendimiento con el oficialismo nacional, por lo que seguían con preocupación y veladas críticas la estrategia electoral porteña. Sin embargo, aun cuando Ritondo, Santilli y compañía puedan evitar que el pretendido “acuerdo” termine siendo abiertamente una mera integración de los referentes del PRO a las filas libertarias, lo cierto es que tras las elecciones porteñas está más que claro que LLA impondrá términos y condiciones que parecen alejar cualquier posibilidad de un acuerdo institucionalizado de tipo coalicional. En este marco, la primera prueba de fuego en una provincia de Buenos Aires que tendrá este año el primer desdoblamiento electoral de su historia con las elecciones legislativas provinciales y municipales del 7 de septiembre, ya tiene una fecha cierta: el 19 de julio cierra el plazo para la oficialización de candidaturas en el distrito bonaerense. Restan entonces poco más de 45 días para discutir y acordar no solo cuestiones centrales como los lugares en las listas en los 135 distritos bonaerenses o la integración de un sector de la UCR en la oferta electoral, sino algo que para Milei quedó muy claro que no es un tema en absoluto menor: la naturaleza -incluso la propia denominación- del instrumento electoral que competirá en la Provincia y que, según entienden en el círculo del presidente, debería reafirmar con claridad y proclamar sin eufemismos el liderazgo libertario. Así las cosas, tras unas elecciones porteñas donde consiguió un tan exiguo como relevante triunfo, un envalentonado Milei parece ratificar su voluntad de construir desde las ruinas del sistema político en general, y del PRO en particular, una nueva hegemonía con una pretensión inocultablemente totalizante: dominar todo el espectro que va desde el centro y la centro derecha que supo interpelar el PRO, hasta la extrema derecha más abiertamente libertaria, con los estandartes del pro-mercado y el anti-peronismo (o anti-kirchnerismo) como principales sellos identitarios.
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