24/05/2025 03:01
24/05/2025 03:00
24/05/2025 02:59
24/05/2025 02:58
24/05/2025 02:57
24/05/2025 02:56
24/05/2025 02:53
24/05/2025 02:53
24/05/2025 02:51
24/05/2025 02:50
» Derf
Fecha: 23/05/2025 20:48
El intestino hace más que digerir los alimentos, ya que también es una fuente de energía para la salud general, debido a que refuerza la inmunidad y favorece el bienestar mental. Los probióticos, las bacterias “buenas” del sistema, desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento de este equilibrio y son esenciales para mantener el cuerpo y la mente en buen estado Hay dos formas de introducir más bacterias beneficiosas en el intestino: los alimentos fermentados y los suplementos dietéticos. Los suplementos probióticos, que suelen venderse sin receta, están reservados para tratar dolencias específicas según lo recomendado por el médico y no se recomiendan para el uso diario sin su control. Por otro lado, los alimentos fermentados son una excelente fuente natural de probióticos. La fermentación es una de las técnicas más antiguas de conservación de alimentos. Los alimentos fermentados pasan por un proceso de lactofermentación en el que las bacterias naturales se alimentan del azúcar y el almidón de los mismos, creando ácido láctico. Este proceso crea un entorno que conserva los alimentos y promueve la presencia de enzimas beneficiosas, vitaminas B y ácidos grasos omega-3, así como de varias especies de bacterias benefciosas Otra forma de ver la fermentación es que toma un tipo de alimento y lo transforma en otro tipo. Por ejemplo, el repollo se convierte en chucrut, los pepinos en encurtidos, la soja en miso y la leche en yogur, quesos y crema agria. No todos los fermentados contienen probióticos. Algunos se someten a procesos que los eliminan, como la cerveza o el vino, o los vuelven inactivos, como el horneado y el envasado. Sin embargo, la mayoría de los alimentos fermentados también son alimentos probióticos. Si existe una posible desventaja de los fermentados, es que su sabor y olor pueden ser bastante fuertes, lo que puede resultar desagradable para algunos. Los sabores y texturas únicos se deben en parte a las diferentes especies de bacterias usadas. El lado positivo es que hay muchos tipos para elegir, por lo que hay una buena posibilidad de que encuentres algo que te guste. Los más comunes que contienen probióticos de forma natural, o a los que se les agregan, incluyen yogur, kéfir, kombucha, chucrut, encurtidos, miso, tempeh, kimchi, pan de masa madre y algunos quesos. El yogur se considera el probiótico por excelencia porque tiene un sabor y una textura que suelen resultar atractivos para los paladares occidentales. La cantidad y el tipo de especies bacterianas que contenga pueden variar según la marca y oscilar entre 90.000 y 500.000 millones de UFC por ración (UFC significa unidades formadoras de colonias, que es la cantidad de bacterias que se dividen y forman colonias). Buscá las palabras “cultivos vivos y activos” en la etiqueta. Es fácil incorporar yogur a la dieta. Además de tomarlo en el desayuno o como refrigerio a mediodía, se puede usar en lugar de la mayonesa en ensaladas, condimentado a gusto. Lo que debés recordar es que una vez sometido al calor o a la cocción ya no tiene bacterias vivas, por lo que podés aprovechar sus vitaminas, proteínas y minerales pero ya no su calidad de probiótico.
Ver noticia original