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  • Atahualpa Yupanqui: a 33 años de su muerte

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 23/05/2025 10:30

    El 23 de mayo de 1992, en Nimes (Francia), murió Atahualpa Yupanqui, quien tuvo estrecha relación con Entre Ríos, llegando por primera vez a esta provincia en 1931, cuando él tenía 24 años. Recorrió a caballo los caminos, se instaló en pleno monte junto a un río. “En el río Gualeguay me instalé, a una legua de Tala. Era un rancho típico, torteado de barro y cueros contra la humedad, en plena selva entrerriana. Salía a los caminos, recorría leguas, pero siempre retornaba a mi rancho junto al río”, escribió varios años más tarde. Hoy ese ranchito es un grupo de cascotes en medio del paisaje natural, convertido en un punto de turismo cultural. La cercanía inmediata del balneario Delio Panizza facilita la posibilidad de visitar el sitio. “Fui a parar a Rosario del Tala. Era una ciudad antigua, de anchas veredas, con más tapiales que casas. Anduve por los aledaños hasta el atardecer, sin hablar con nadie, aunque respondiendo al saludo de todos, pues allá existía la costumbre de saludar a todo el mundo, como lo hace la gente sin miedo y sin pecado”. Atahualpa describió así al poblado en el que aún es posible ver algunas calles de ripio, algunas casas centenarias de un enorme valor histórico y una calera abandonada, que suma misterio con su chimenea de ladrillo oscuro. También se puede ver la fachada conservada del viejo mercado al que llegó “allá por 1930 un hombre delgado, bastante alto, algo moreno”. Era, por ese entonces, Roberto Chavero, convirtiéndose en el gran Atahualpa Yupanqui. Un punto obligado de la visita a la localidad mediterránea de Entre Ríos siempre fue el Museo Homenaje de la Familia Ellena. Ese es el nombre con el que se denomina a la muestra de objetos vinculados a la historia urbana y rural de la región, constituido bajo el estilo de los museos de ciudad. No falta allí la alusión a la estadía de Yupanqui y hasta se puede dar con la guitarra con la que acompañó sus canciones en los bares de Tala. Conoció, además, los campos de Basavilbaso, Escriña, Gilbert, Rocamora, Altamirano, Lucas González, Sauce Sud. Todo eso en un mismo trayecto. Luego siguió buscando vivencias que habrán de alimentar su obra universal. Anduvo por Victoria, Villaguay, Crespo, La Paz, Feliciano. En Paraná tuvo algunos amigos, entre los que se destacó Domingo Nanni. En sus memorias habla del “Rengo” Salgado, Luis L. Etchevehere, Eduardo Laurencena, Pedro Mutio. En la capital entrerriana vivió en calle Nogoyá, cerca de la avenida Ramírez, y tocó la guitarra en prostíbulos de calle Diamante. Algunas historias –contadas incluso por Félix Luna– lo vinculan, en La Paz, a la revuelta rebelde y épica de los hermanos Kennedy, que se levantaron contra el golpe de Estado a Yrigoyen. Es sin dudas en Urdinarrain donde deja su huella más profunda con Alma Alicia Chavero, su hija panzaverde. Miguel “El Zurdo” Martínez fue el que dio con la partida de nacimiento de la mujer. Escribió alguna vez Don Ata: “Pasé de largo por Tala, detenerme para qué, de poco vale un paisano sin caballo y en Montiel”.

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